Min Yoongi, director de la franquicia circense mitológica más grande, oculta tras las puertas su oscuro ser como un despiadado asesino. En su última actuación, conoce a Park Jimin, cuya inocencia despierta en él un juego de manipulación y placer ali...
El peor enemigo del ser humano se revela en el instinto; no es más que una excusa que empleamos para justificar nuestras acciones. Ya sea con consecuencias negativas o no, tarde o temprano se entrelazan con nuestras decisiones.
¿Cuántas almas están realmente interesadas en sus efectos?
↰⸙͎ ˀˀ⇢
* .· ✧ • .* .· ✧ • .
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El periódico de esa mañana anunciaba la llegada de uno de los espectáculos más esperados del momento: la franquicia circense "Min". En las afueras de la ciudad, se celebraba una exhibición con criaturas mitológicas y leyendas fantásticas, algo inusual para la época.
No obstante, las apariencias engañaban pues la elocuencia y un profundo entendimiento de la época, especialmente de la ingenuidad de la gente, convertían al propietario una persona astuta, capaz de hacer pasar a un pequeño pony con un cuerno de cabra en la frente, como un legendario y poco común unicornio.
En cuanto leí la noticia, decidí que no podía perderme de esa oportunidad, incluso si el lugar se encontraba tal lejos de mi probincia
Mis padres trabajaban todo el día, así que no había forma de que pudieran llevarme. No tenía amigos o familiares que estuvieran dispuestos a viajar tanto tiempo solo por un circo, y, además, las frecuentes desapariciones en los pueblos cercanos complicaban obtener el permiso para ir solo a la exhibición. Pero, vamos, siendo un adolescente, escapar de casa no supondría un desafío.
Esa noche, en lugar de dormir, dediqué mi tiempo a trazar un plan meticuloso; Reuniendo el dinero de mi mesada (unos 6500 wones aproximadamente), planeaba cubrir el boleto de regreso y disfrutar de un vaso de ramen para el camino. La ejecución de este plan estaba reservada para la escuela, donde tendría al menos 6 horas de libertad sin ser detectado.
Esperaría pacientemente a que la maestra concluyera el pase de lista, luego me dirigiría al estacionamiento de maestros. Dañaría la llanta de su vehículo y, mientras ella salía a verificar el daño, aprovecharía para marcar mi asistencia en su lista, evitando así que mi madre descubriera mi ausencia. Una vez realizado este paso, el resto sería pan comido: me escabulliría por los baños abandonados en la parte trasera del campus y utilizaría el dinero destinado a mi almuerzo para tomar un autobús directo hacia la exhibición.
Todo parecía perfecto, hasta que revisé el precio de la entrada. ¿Qué haría con el boleto? Aunque tenía dinero, no era suficiente para pagarlo, y aún me faltaba cubrir mi comida. Ser terco era parte de mi personalidad, así que ideé una nueva estrategia.
Cuidadosamente, rodeé el lugar, tratando de ser lo más discreto posible. Caminé examinando cada una de las paredes del recinto, desplazándome entre las hierbas y árboles que rodeaban la carpa. Finalmente, después de un tiempo de búsqueda, lo encontré: un pequeño hueco en la parte trasera de la lona, causado por una rama ejerciendo constante presión sobre ella.
