Capítulo único.

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La noche iluminada por la majestuosa luna, grande y poderosa quien ha sido heredada por los navegantes y piratas de la nueva era la principal fuente de sabiduría y la vida eterna que se mostraba reacia a compartir sus beneficios en aquella noche. ¿Se preguntan por qué? Bueno, la respuesta es sencilla. Aquella luna quien era gobernada por la poderosa Tsunade, reina de las amazonas, llenaría cada centímetro de su superficie de un rojo carmesí, producto de la escena que se vivió en las terribles aguas del océano.

Nuestra historia se remonta años atrás cuando un mal soñado joven Sasuke Uchiha, alto, cabellos desproporcionados, mirada perdida tenía el único propósito por el cual ha permanecido con vida por todos esos veintitrés años de edad. Conseguir a la sirena de cabellos rosas de quien ha escuchado ser la criatura más temida de las olas pues su belleza extravagante ha logrado desaparecer a toda una serie de expertos navegantes del mar, entre ellos su hermano y mejor amigo, Itachi Uchiha.

El embriagador hombre ha pasado las noches de bar en bar escuchando las historias de los viejos navegantes que dicen ser sobrevivientes a tal terrible destino que se les había impuesto en el nombre de la luna. Sus ojos, codiciosos por la belleza de la sirena, no lograron más que cegar su futuro  y atraídos por los cánticos mágicos de las sirenas, sus cuerpos se dirigían hacia la oscuridad para no ser encontrados nuevamente.

Ese era su destino, la reina amazona había enviado sus demonios guardianes hacia el mar para escoltar las almas de los piratas de pensamientos malsanos y ser castigados en la Tierra de nadie durante toda la eternidad.

Tsunade había sellado un trato con las sirenas. Al ser criaturas nacidas como híbridos, su existencia era una completa deshonra para la vida en esa tierra pero su existencia podría ayudar a purificar el existir de los humanos con almas oscuras que son cegados por el poder y deseo carnal. Así pues, las sirenas podrían existir en las profundidades de los mares para atraer a los piratas y navegantes impuros hacia su última morada ayudados por su belleza y melodiosa voz, más se trataba de una poderosa droga y condenar a dichos humanos a ser juzgados por el tribunal celestial en las alturas de este mundo. La luna.

Entre el sinnúmero de sirenas existentes, en los últimos 100 años nació aquella pequeña de cabellos rosas, ojos color esmeralda y un corazón tan puro como el cielo bajo el que vivían y que se hacía llamar Sakura Haruno, dicha doncella tenía pensamientos contrarios al de sus compañeras respecto a atraer viejos navegantes hasta la oscuridad, sin embargo la muchacha no podía manejar la situación por su cuenta y simplemente permanecía estática en su lugar mientras las demás realizaban el trabajo sucio.

Era una noche sin iluminación y la neblina más espesa que nunca, un barco pesquero se encontraba perdido y más para su mala suerte en los alrededores de la tierra de las sirenas así que las criaturas se preparaban para atraer a su siguiente víctima, pero la pequeña Sakura extrañamente se había interesado por dicho barco y había recorrido el camino debajo de las tranquilas aguas para que no notasen su presencia, más sin embargo el navegante, un hombre de cabellos oscuros, una voz muy tranquila y una singular cicatriz cerca de su mejilla había sentido su presencia.

— ¡Lo lamento mucho, nos iremos ahora! — gritaba el navegante hacia la nada.

La muchacha, asustada por sus gritos, se había escondido bajo el mar pero no se había marchado. Luego de unos minutos volvió a mostrar su rostro a los alrededores del barco y se encontró cara a cara con el navegante. Su mirada expresaba temor en lugar de dominio y el de hebras oscuras logró percibir aquella aura asustada.

— Tranquila, no venimos a hacerles daño — soltó suavemente para no perturbarla — Solo nos perdimos en esta espesa neblina.
— Es...esta bien — balbuceaba la joven criatura — ¿Se encuentran bien?
— Lo estamos, gracias por no lastimarnos.
— No me gusta lastimar a los humanos — susurró para sí misma.
— ¿De verdad? — preguntó un poco incrédulo. Si, la había escuchado.— Es decir, he escuchado sus historias...ustedes desaparecen a las personas.
— ¡Eso no es cierto! — gritó la pelirrosa ante tal ofensa — Solo...cumplimos el acuerdo con la diosa de las amazonas.
— ¿Cuál trato?

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2022 ⏰

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