Dear Carolina

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Louis acomodó con delicadeza el mechón que caía en su rostro mientras sonreía a la señorita que se encontraba frente a él.

—Un té, por favor. —pidió con la voz sonando un poquito ronca para su gusto.

Se aclaró la garganta y volvió a sonreír cuando la muchacha asintió aceptando su pedido.

—¿Es para llevar? —preguntó.

—No, no. Aquí, lo tomaré aquí. —explicó.

—¿Algo más? —cuestionó nuevamente con amabilidad.

—Solo eso, por favor.

La muchacha asintió nuevamente y tomó la orden luego de ser cancelada.

—Estará en su mesa cuando esté listo. —le explicó.

—Perfecto. —asintió y sus pequeños pies se alejaron del lugar en busca de una mesa.

Caminó por casi toda la cafetería en busca del espacio indicado. Quería que fuera íntimo para no distraerse con lo que estaba por hacer.

Al final, se decidió por una mesa que se encontraba un tanto alejada de las personas. Estaba tan alejada que casi no se escuchaba el parloteo de todos los presentes en el lugar. Era el espacio perfecto, aunque estuviera cerca de las bocinas por donde anunciaban las promociones que tenía ese día la cafetería.

Tomó asiento y acomodó su pequeña mochila a lado de él. Sacó una libreta bastante grande y un lapicero de tinta negra que combinaba perfectamente con el color de hojas.

Suspiró dirigiendo su mirada al atardecer, sus ojos se achicaron un poco debido a la luz. Aún así, sintió que era el momento perfecto para liberarlo todo.

Comenzó a escribir la carta para Harry.

La última.

Querido Harry,

Te escribo esta carta con todo mi amor, todo.

Después de estar en mi habitación durante unas buenas ocho horas decidí venir a la cafetería en la que me pediste que fuera tu novio. No sé si la recuerdas, pero desde esa vez hasta ahora ha sido mi favorita. Todos los Viernes tienen una promoción en la que te llevas un café y te regalan un panquesito, me parece una ganga. Es como si se hubieran enterado que aquí nació nuestro amor, ¿sabes? Así decidieron honrarnos. Bueno, al menos a mi me gusta pensar eso. Es por eso que vengo solamente ese día. Solo los Viernes. Me gusta ver a las personas disfrutar de tu café favorito. Aunque si soy verdaderamente honesto, vengo con la esperanza de verte. Vengo con la esperanza de volver a ver a lo único bueno que me pasó en la vida.

Quisiera ser lo suficientemente valiente como para ir a visitarte, pero claramente no lo soy.

Han pasado tantas cosas, Hazz. Tantas cosas que ni siquiera sé por dónde empezar.

Tal vez por la parte en la que encontré a alguien que me vio casi como tú lo hiciste.

Su nombre era Luc y lo conocí cuatro meses después de que me pediste que termináramos. Me pidió que fuera su novio después de la cuarta cita, y claramente, le dije que sí. Trajo rosas para nuestro primer mes como novios y solo pude recordar cuando tú me decías que eso de que me gustaran las rosas era tonto, pero aún así las comprabas porque sabías que me encantaban. Lamentablemente terminamos en nuestro tercer mes. Duramos tres meses menos que lo que duramos nosotros. Y le comenté, claro que lo hice. Le dije que tú y yo teníamos el récord del mundo en querernos. Él solo se rió cuando le dije que duramos seis meses y, ¿cómo no lo haría?, le había parecido una exageración. Pero yo no lo veo así. Nunca dudé de que era cierto.

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