—Dime que esto no es cierto, por favor.
—No es cierto, Jimin—cuando el tal Jimin lo miró con desdén, se excusó—Tú me pediste que lo dijera.
—Recuérdame porqué seguimos siendo amigos, imbécil.
El varón con el que hablaba rió alto—Porque no hay nadie mejor que Min Yoongi.
Jimin resopló, no se equivocaba y eso hacía crecer su mal humor.
El rubio despampanante y mirada de hielo era el alumno Park Jimin, más conocido como el jugador de fútbol número uno de su colegio. Tan atractivo. Cautivaba con toda esa masculinidad y sensualidad, con esa agilidad en la cancha y esa fuerza cuando pateaba la pelota hacia el arco. Piernotas de acero y culo de infarto, o así lo catalogaban los y las de su colegio. Jimin tenía lo que podía definirse como "el cuerpo de ensueño" para muchos hombres; el muchacho era todo músculo sin ser exageradamente grande, pues mantenía un justo balance entre su altura y su estructura, lo que él personalmente siempre buscó con el deporte. Su cuerpo era duro por donde lo tocaras, todo fibroso y marcado.Jimin ignoró a su mejor amigo. Con la mirada fija en el suelo, no podía parar de gruñir como un perro rabioso. No tenía que preguntar quién había sido el culpable de todo el desastre de los cambiadores de su equipo. Lo sabía perfectamente, juraba que podía incluso oler el asqueroso olor de tinte de cabello del responsable.
—El maldito engendro de Jungkook me la pagará muy cara esta vez—Jimin se tapó la nariz y se adentró un poco en el cambiador—Ya lo verá.
Su mejor amigo lo siguió—¿Le aviso al conserje para que limpie?
Eso era imposible, según Jimin—Ni hablar, que esto quede entre nosotros. Págale a alguien para que lo haga.
—¡¿Y quién carajos crees que va a aceptar este trabajo sucio?! ¡Nadie en su sano juicio querrá recoger y quitar esa mierda de perro de las paredes!
Te has pasado esta vez, hijo de puta, pensó Jimin observando el suelo mugriento. Eran pocos los espacios del suelo que no tenían excrementos de animal, y ni hablar de las paredes. Al parecer el tal Jungkook se había tomado muy en serio su bromita, porque hasta en la taquilla del futbolista había un grande "Purpurina" escrito con mierda.
El rubio encaró al otro muchacho—Confío en que encontrarás esa persona especial.
—Pero...
—Confío en ti, Yoongi.
Y sin más, dejó atrás el gimnasio del colegio.
Ya llegando a los pasillos del tercer piso del colegio, donde sabía muy bien que se encontraba la taquilla de Jungkook, sacó de su bolsillo un palillo de fósforo y un encendedor. Jimin ni siquiera fumaba, pues el chico amaba con todo su corazón el fútbol y fumar solo dificultaría su carrera, pero Jungkook sí que lo hacía. En realidad Jungkook amaba fumar, el imbécil siempre se la pasaba con su grupito de raritos fumando detrás del colegio.
Con los dientes apretados encendió el fósforo y casi casi lo lanza dentro de la taquilla de no ser porque, con el rabillo del ojo, vislumbró lo que tanto le creaba dolor de bolas: Jeon Jungkook, o más conocido como el Punketo del colegio.
—Jeon Jungkook...
El nombrado sonrió ampliamente—Park Jimin, que sorpresa encontrarte por aquí.
Jimin dejó caer el fósforo luego de que se consumiera entre sus dedos—Auch, mierda—Jungkook se rió a carcajadas bajo la mirada cabreada del rubio. Eso no le gustó nadita al futbolista—¿Qué es tan gracioso, rechazo social?
El "rechazo social" puso los ojos en blanco; era alto, quizá un centímetro más o uno menos que el metro ochenta de Jimin, no podía estar seguro porque siempre que estaba a menos de un metro cerca de él era solo para romperle la nariz. Jungkook era un tipo extraño, pero de ese tipo extraño que te le quedas viendo hasta que desaparece en la avenida contraria.
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Bubbaloo Y Purpurina | Kookmin
FanfictionJeon Jungkook, un alocado adolescente todo palabrotas y creador de conflictos por donde vaya, es un fiel fan de la música punk. Ama con su vida su Stratocaster vieja, sus botas de combate adornadas con pañuelos y tachuelas, y sus numerosos piercings...