La pelea con Gaia había terminado, con más bajas de las que cualquiera hubiera deseado pero menos de las que pudieron ser de no haber sido detenida, para ser más exactos, todo el mundo.
Percy había sufrido estas pérdidas al igual que todos, con más dolor que resignación, pero la muerte que nunca podría perdonarse sería la de Nico di Angelo.
Los viajes por sombra habían ocasionado que el hijo de Hades se consumiera entre ellas y, tras llegar al Campamento Mestizo con la Atena Partenos y, a pesar de las rápidas atenciones de los chicos de Apolo, Nico simplemente desapareció en las sombras.
Habían tantas cosas por hacer que, en un primer momento, Jackson no se detuvo a asegurarse que Nico estaba bien porque ni siquiera imaginaba un mundo donde, en medio de la guerra, Nico di Angelo no existía ni era su última línea de defensa; ese chiquillo que al principio era acelerado y luego lo odiaba pero nunca dejaba de luchar a su lado y hacer lo correcto.
Al hacer un recuento de los daños, lo supo, el Rey de los fantasmas se volvió uno de ellos.
Will Solace, el líder de la cabaña de Apolo, lo miraba como si él fuera el culpable directo de lo ocurrido y, el hijo de Poseidón así se sentía. Parecía que había llegado a la vida de los di Angelo para hacerles sufrir y arrebatarles su segunda oportunidad.
"Los siete de la profecía, los héroes del Olimpo". Su grupo era llamado así pero eso era una vil mentira, no eran sólo ellos, no eran los salvadores... Los verdaderos héroes ya no estaban entre ellos.
Percy estaba desconsolado, incapaz de ayudar a los heridos, sentado en la entrada de la cabaña 3, con el rostro escondido entre sus manos y el dolor apretando su interior porque incluso al salvar al Olimpo, no había sido suficiente; hasta que sintió una pequeña y cálida mano sobre las suyas, encontrándose con los acuosos y dulces ojos dorados de la pequeña Hazel, a la que aprendió a querer como su propia hermana menor.
—Percy... No puedo sentir a Nico... Es cómo si no estuviera muerto pero...
—Hazel, ¿Crees que hay una oportunidad de traerlo de vuelta?
—No lo sé. —La confusión en la chica, a él le sabía a esperanza.
Debido a eso, decidió quedarse todo el año en el Campamento, para "ayudar" y esperar la forma de hacer algo, visitando a su madre ocasionalmente.
Percy Jackson sería capaz de volver a bajar al Tártaro para recuperar el alma del chico que merecía recibir el agradecimiento que todos le tenían... Pero los que morían nunca regresaban; por lo que se le prohibió salir para intentarlo ahora que el Oráculo no podía enviarlo, llegando al punto de tener a Annabeth como centinela, por órdenes de Quirón, para asegurarse que no hiciera algo impulsivo e idiota.
La rubia seguía a su lado —aunque su relación no había sobrevivido a la posguerra por lo disperso y taciturno que se volvió el chico a pesar del ánimo de sus amigos—, su amistad era inquebrantable y por eso ella buscaba proteger a Percy de esas ideas que sólo eran suicidas, porque sabía que, si existiera una mínima posibilidad de recuperar al hijo de Hades, ella sería la primera en apuntarse a acompañarlo, sin embargo no era así.
Contrario a lo esperado, el chico de ojos mar sólo decayó sin pelear porque no se podía pelear contra la muerte, al menos ya no.
Hubo un tiempo de ligera esperanza en el pecho del hijo de Poseidón al ver llegar a Leo en su enorme dragón de metal, acompañado de Calipso, a pesar de que Hazel le dijo que lo sintió morir... Él regresó, entonces ¿Por qué Nico no estaba ahí? En medio de la emoción de volver a ver al hijo de Hefesto que llenó de euforia a todos los campistas presentes —Jason el que más— Percy se abrió paso para hacer la pregunta que saltó a su cabeza al ver al moreno.
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Casa embrujada || PERCICO
FanfictionLa batalla contra Gea terminó pero el resultado fue inesperadamente doloroso para Percy. Hasta que sus plegarias fueron escuchadas.