Uno, dos, tres y el ruido de mis zapatos retumba con cada pisada que doy. Uno, dos, tres y respiro mientras siento todas las miradas que se posan en mí. Dejo el conteo que llevo en mi mente para concentrarme en el camino que me lleva hasta el salón de clases. Mis oídos no dejan de escuchar murmullos de alguna que otra chica halagando mi apariencia y, ¿por qué no? De algunos chicos también escucho uno que otro comentario en el que la envidia se refleja. Debo admitir que, la fama que me he ganado dentro de esta escuela de quinta, ha sido más que nada por mi apariencia. No es por presumir, pero mi apodo dentro del lugar es "Príncipe de hielo", el cual me va muy bien porque claramente lo soy. No puedo negar que todos tienen razón, mi belleza va más allá de lo usual y nadie me llega ni a los talones hasta ahora.
En ocasiones, siento que he nacido para ser el actor principal de alguna película barata de comedia y romance, pues la popularidad dentro de esta prisión sanguinaria es muy irreal. El que todos estén pendiente a mis acciones es solo cosa de libros clichés, pero es la realidad que vivo y no me quejo porque de algún modo amo la atención que me dan los simples mortales de este apestoso lugar. Es lo único rescatable que puedo sacar de la situación, hay muchas más cosas negativas de las que cualquiera podría imaginar y demasiado fantasiosas como para creerlo. Empezando por el hecho de que soy el chico más solitario de este maldito colegio, por alguna razón, todos tienen esta idea de mí siendo inalcanzable y con una actitud pésima y egolatra. La parte del ego no puedo evitarla ni un poquito, pero de ahí a ser mala leche, es totalmente ridículo.
Eso me lleva al segundo punto, no hay amigos en mi vida a quienes contarle lo que pienso. Las únicas palabras que cruzo son con algún compañero que me quiera pedir algo o para trabajos grupales donde casualmente todos quieren ser mis seres más cercanos. Totalmente estupido porque soy bastante inútil para estudiar. Sin embargo, todos tienen la boba idea de que soy un maravilloso estudiante solo por no hablar durante las clases, si se le puede llamar así a dormir con los ojos abiertos.
Mi llegada al salón deja a quienes ya están adentro deslumbrados, y a eso es lo que le llamo el efecto Park Sunghoon. Me siento en las sillas más alejadas, como todo chico solitario de ficción, para evitar las miradas y los compañeros idiotas, sobre todo un tal Jake que siempre me tira bolas de papel donde pone lo rídiculo que soy por actuar como un modelo, según él, claro. Al parecer mi yo sofisticado le causa problemas para vivir en sociedad y se desquita por medio de métodos cuestionables.
También está este otro chico llamado Jay, perteneciente al grupito de los típicos populares. Se nota la envidia que me tiene solo por las miradas retantes que me suele mandar cada que nos cruzamos y que yo suelo ignorar porque me resbala lo que piense de mí. Soy confiado y sé que quien tiene un problema es él si cree que puedo ser competencia. Ciertamente sí, pero no me interesa comandar a un montón de gente hueca, iniciando por él y su novio tonto, Jungwon. Así que en general, todo me resbala y me concentro en mí mismo porque nací solo y solo voy a morir algún día.
Cuando el profesor llega a la hora exacta y comienza a saludar, todos se callan como robots programados para atender. Aunque lo más seguro es que solo estén fingiendo estar interesados en la clase, ya que así de hipócritas son las personas. Aburrido, todo es tan aburrido a mi alrededor. Eso incluye al chico que recién está llegando (muy tarde, por cierto) y que tropieza con el escalón de la entrada casi cayendo, pero salvando la leche de banana que lleva en sus manos. Todos sueltan risas bajas para no ser regañados, pero yo solo miro la situación sin interés alguno porque no encuentro la gracia de ser tan estupido como para querer salvar la comida antes que a uno mismo. Pero qué se puede esperar de un ser sin cerebro alguno como lo es Kim Sunoo.
Soy consciente de que he llamado a la gente de esta escuela de diferentes maneras, pero nadie se compara a Kim Sunoo, el ser más rídiculo del lugar. Parece hasta imposible que exista alguien tan torpe, pero lo hay y lleva ese nombre. Un recién llegado de hace algunos meses que ha tenido que adaptarse al zoológico que es este sitio, a mi parecer lo ha hecho bastante mal, pues ha derramado su comida por toda la cafetería, se ha estrellado con cada casillero del lugar, se ha resbalado por cada rincón y claro, se ha lanzado palabras y preguntas sin sentido alguno durante clases. Siempre me pregunto cómo la mayoría puede ver adorable lo idiota que es, pero bueno, son cosas de gente común entre la que me rodeo.
Para mi mala suerte, muy raro que pase, el único lugar disponible era a mi lado, así que tuve que ver cómo el mono del circo caminaba en mi dirección. Arrugué la nariz en un gesto descontento, su desarreglada apariencia solo gritaba "No te acerques". Lamentablemente, tuve que aguantarme sus sucias manos de comida durante el período de clase y no pude evitar mirar a este tipo de especie que, por lo que parece, solo sabe buscar qué comer en su mochila y hacer dibujos feos de flores en su cuaderno, desagradable. Simplemente lo ignoré, como todo a mi alrededor pues mi tiempo no puede desperdiciarse en esta gentuza.
Cerré mis ojos por un instante para relajarme de esta vida fastidiosa que me tocó y al abrirlos casi me caigo del asiento al espantarme con semejante payaso observándome fijamente e invadiendo mi espacio personal. El nombrado Sunoo solo rió con un estruendo demasiado horrible para mis delicados oídos y se alejó. Vi que intentaba decirme algo, pero solo pude escuchar zumbidos y me volteé con desdén, nada de lo que tuviera que decir me interesaba. Pero claro, no hay ser más irritante como Sunoo, osando tocarme y manchar mi ropa más costosa.
Fruncí mi ceño y lo miré seriamente, el vaso que contenía mi enojo ya se estaba llenando al ser molestado por este salido de la selva.
—Oye, te estoy hablando. Solo quiero saber si me puedes prestar un lápiz —dijo con un tono indignado, como si tuviese el derecho a tal cosa. Vaya que la gente es muy rara para pensar que pueden hablar como gusten.
—No —contesté de manera monótona y tajante, de ese modo espero que no vuelva a interrumpir mi momento de hermosa introspección.
—Egoísta —escuché que dijo en un susurro, y levanté mi ceja ante tal actitud berrinchuda por simplemente escoger no prestarle un lápiz. Si nos ponemos a ver la situación, yo no soy egoísta, al menos no en este caso, pues simplemente escogí decir no a algo que no es mi responsabilidad. Si no trajo lápiz, muy su problema.
—Que pena que ser pobre no sea un delito —dije firmemente antes de entrar por completo en mi estado de reflexión, que significa dormir en clase de manera inteligente. Ignoré totalmente la cara de tonto que puso cuando acabé el tema de ese modo.
Nos hubiésemos seguido ignorando el resto de la clase, si el profesor no hubiese tenido la gran mala idea de dar un trabajo en grupos que asignaría él mismo. Y claro, como nada puede ser más cliché, me ha tocado con el problemático de Jake, el envidioso Jay junto a su estupido novio manipulable, Jungwon y la estrella del circo, Sunoo. Miré alrededor con pura impotencia ante los muros que se alzaban para encerrarme entre tanto loco. Sin olvidar las miradas que todos lanzaban hacia mí, sintiéndose decepcionados de no poder tener a esta hermosura como compañero.
—Sunghoon, ¿te parece si nos juntamos con el resto para coordinar? —preguntó Sunoo con su voz de chico bueno, a lo que no me importó, una vez más, contestar totalmente desinteresado.
—No —me encogí de hombros y comencé a guardar las cosas de la clase que a penas había tocado. El timbre de salida más horripilante del mundo sonó, por lo que tomé mi mochila y salí de ese loquero dejando al torpe con la palabra en la boca. Supongo que se llevará muy con el resto del equipo, pero yo, Park Sunghoon, me rehúso a juntarme con tales anormales.
He descubierto que mi palabra favorita es "ridículo" para situaciones ridículas. Increíble lo mal que un día puede acabar.
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Love with Kindness - Sunsun / Sungsun
FanfictionLo más cliché de la vida es estar en la escuela donde el chico solitario y popular entre todos se vea atraído por el chico torpe y lindo de su salón. Tal vez sea hora de que las cosas cambien un poco para Park Sunghoon porque nunca había deseado tan...