"Viniendo de alguien con los ojos de un pescado muerto".

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1

Gintoki deambuló por los pasillos del club Takamagahara buscando una salida. Aquella mañana, su amigo Hachirou lo había contratado como guardia de seguridad en el famoso host club del distrito Kabukichou. Había preferido ir sin compañía para evitar problemas, y es que era bien sabido de los secretos que se guardaban dentro de aquellas paredes.

Políticos, oficiales, y celebridades, atendían el club en búsqueda de compañía masculina. Honjou, dueño del club y amigo de Gintoki, procuraba tener la mayor seguridad para sus clientes VIP. Clientes que cometían actos de infidelidad, planeaban golpes de estado, fraude, o simplemente buscaban un momento fuera del deber y la reputación. El edificio contaba con paredes insonorizadas y pasillos sin salida qué hacían imprescindible la compañía de un guía.

En su afán por regresar temprano a casa para ver a Ketsuno Ana en el reporte del clima, Gintoki no esperó a Hachirou para que lo guiara a la salida. Ahora se encontraba sufriendo la impertinencia de su desesperación. Supuso que ya era de noche por todo el tiempo que había caminado entre pasillos. Tenía hambre, tenía sed, y le dolía la cabeza al pensar que era la sexta vez que veía el mismo jarrón. Su irritación era tal que deseó destruir un pedazo de aquella fortaleza para hacerse de una salida.

Resignado, se detuvo en un pasillo sin salida, esperando ver algún desocupado anfitrión que lo ayudara a salir. Se quitó la yukata mal puesta que vestía y la extendió en el piso para acostarse sobre ella. Cerró sus ojos esperando dormir aunque fuera unos minutos, hasta que escuchó una voz que le pareció conocida.

Pero no podía ser. Aquella persona nunca pisaría aquel burdel.

¿O sí?

Volvió a cerrar los ojos, hasta que percibió un peculiar olor: humo de cigarro mezclado con algo dulce. Mayonesa.

Gintoki se levantó de golpe. Se puso la yukata y salió disparado persiguiendo aquella voz. Al dar vuelta en uno de los pasillos, vió como una puerta corrediza se cerraba. Corrió hasta estar frente a ella, y con el sudor escurriendo por su rostro, fue abriéndola poco a poco.

Dentro del cuarto, iluminado apenas por unas cuantas velas, comprobó lo que sospechaba. Arqueándose en el fotón, gimiendo sin control, estaba el hombre más temible de la ley.

¿Hijikata?

2

Sus ojos y odios no lo engañaban. Hijikata Toshirou, demonio vicepresidente del Shinsengumi, estaba dentro de aquel cuarto con otro hombre. Para una persona de tal cargo, en tan reconocida organización policíaca, pisar aquel club era ya un peligro a su reputación.

Sin embargo, aquella voz que gemía a gritos era inconfundible. Hijikata.

Un ardor se apoderó de su cuerpo. Quizá era la curiosidad, o el miedo de saber su secreto. ¿Acaso Hijikata lo mataría por haberlo descubierto?

Miles de veces, Gintoki ponía en cuestión la sexualidad de Hijikata a manera de broma. Por un lado, estaba la fastidiosa lealtad que tenía hacía Kondo-san. Y por el otro, su falta de interés en conocer a una mujer. Había pensado que tal vez el recuerdo de la difunta Mitsuba-san lo tenía afligido. Pero ahora entendía la pesadez de su propio comportamiento, al ver cómo su amigo era embestido en el futon por otro hombre. Maldición.

Su mente estaba perdida en aquel acto, cuando vio que el demonio del Shinsengumi aventó al hombre y saltó del futon tomando su espada. Su instinto lo hizo huir rápidamente entre los pasillos. Afortunadamente para él, no había nadie que lo detuviera o reconociera. Aun así se quitó la yukata y cubrió su cabello blanco para evitar que Hijikata lo reconociera.

"Tus pupilas están dilatadas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora