-Dios, que...-dije todavía absorta por su belleza.- Creciste mucho.- Decidí golpearme mentalmente por esa estupidez.-
Claro que creció tonta, no lo ves desde los cinco.
-Emm, si, bueno, hace catorce años que no me ves.- dijo él sonriendo, que lindo hoyuelo.- ¿Quieres pasar? .-dijo él dándome paso.-
-Ohh, sí, casi se me olvidaba.-
Entré a la hermosa casa dónde fui criada y educada principalmente por mis padres y mi abuelo. Ethan me recogió el abrigo y las maletas y las dejó en la entrada, avancé por un pasillo que me llevó hasta un gran salón. Inspeccioné con la mirada el gran salón con techos altos y paredes de un color beige viejo. Ethan me había acompañado todo el camino sin decir una palabra, solamente mirando los mismos puntos donde yo miraba. Me encontré a mi abuelo en una esquina del lugar, cerca de la chimenea, y pude sentir como en ese mismo instante la mirada se me humedecía, eran demasiados años sin ver a la persona que me enseñó prácticamente todo, él me enseñó a ver el mundo desde otra perspectiva, a que no hay que rendirse en la vida, él fue y es todo un héroe ante mis ojos.
-Abuelo...-la voz se me quebró mientras corría a abrazarlo.-
-Cariño.-pronunció en medio del abrazo.- Has crecido tanto, ya no eres la misma niña que me escalaba para conseguir una moneda.-
-Lo sé abuelo, tú también cambiaste, te ves tan...-lo miré durante unos segundos y me senté en su regazo- tan joven y feliz.-
Rió ante mis palabras. En realidad se veía comido por dentro, con su pelo blanco y su barbita raspona y picona, se notaba que los años y la muerte de abuela le estaban dejando marca.
-Perdón por molestar señor Crawford, pero me gustaría saber donde dormirá Amelia, para dejar sus maletas.-dijo Ethan.-
-Oh, no por dios, yo puedo subirlas sola, no te preocupes.- Dije sonriente ante el gesto de amabilidad de Ethan, aunque la verdad que estaba agotada y moría de ganas de descansar.-
-Amelia, mi vida, podéis subirlas los dos y así Ethan y tú charlais y te refresca como es la casa.- asentimos ambos y recogimos las maletas para subir al segundo piso.-
En el segundo piso había un pasillo con fotos en las paredes mías y de mi familia. Me quedé mirando una en la que aparecía con mi padre y mi madre en el viejo sauce de la entrada, en aquellas yo tenía un perrito que se llamada Zafiro, era un husky siberiano con ojos azules.Mi madre... Como la amo, ella es mi media mitad, y bueno... Mi padre no estuvo nunca por motivos de trabajo y cosas así, y en cuanto tenía oportunidad para estar con él, se drogaba y se emborrachaba.
Pasé de esa foto ya que sabía que si seguía mirándola iba a llorar y no quería, no delante de Ethan. Continué mirando otra y noté como Ethan me veía con gracia.
-¿Qué?.- dije con simpatía.-
-Esta es mi favorita,se te ve tan feliz y tan indefensa.-dijo señalando una foto que estaba delante de él, en la que yo tenía seis años y estaba en una barquita con mi abuelo.-Por eso te recuerdo, esta casa está llena de fotos y objetos de cuando jugábamos aquí.-
-¿Vives aquí?.- pregunté.-
-Oh no no, trabajo para el señor Crawford, le ayudo con las tareas de la casa y el jardín, a veces se necesita una ayuda.-dijo guiñandome un ojo.-Ya sabes, con las maletas y la ciudad. Ven, te enseñaré tu habitación.-
Me guió hasta la última habitación y cuando llegamos casi me llega la mandíbula al suelo. En la habitación me esperaban grandes paredes y un gran ventanal en la pared que daba hacia un pequeño río, todo un sueño. No aguanté más y tiré en el colchón. Por mi mente solo circulaban la palabra dormir y la palabra comodidad.
-¿Una pasada eh? Siempre he querido tener una habitación tan grande.-dijo él-Te dejaré mi número aquí por si necesitas ayuda, yo vivo a unas cuatro calles de aquí.-Anotó en un papel su número y me lo dejó en la mesa.-
Bajamos al primer piso e Ethan se despidió de mí y de mi abuelo.
-Hasta mañana Sr. Crawford, mañana te vengo a buscar si quieres y te enseño este lugar,Amelia.-dijo y salió por la puerta.-
-Siempre le he dicho que me llame Tobías, pero no hay modo, es demasiado educado, pero me hace sentir viejo.- dijo mi abuelo y estallé en carcajadas.- Supongo que quieres descansar así que ve a dormir y mañana ya hablamos sobre el viaje y sobre tu vida, descansa que lo necesitas para mañana.-dijo,le di un beso en la calvita y subí a mi habitación entre risas recordando su miedo por los aviones.-
Nueva vida, aquí empiezas.
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Amelia
FanfictionAmelia era como un cuadro sin firmar de Picasso, con valor, pero nadie lo sabía, hasta que un día llegó Harry, y lo firmó por él.