Uno

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         EL TREN RUMBO A HOGWARTS HABÍA ARRANCADO A SU CAMINO, la lluvia era intensa empañando un poco la ventana. Jean Snoworf alta y de cabellos rojizos no apartó en ningún momento la vista de la ventana aún cuando sus compañeros comentaban animados sus vacaciones y lo que habían hecho durante los últimos meses, tercer año había comenzado así que la alegría por volver se notó en el ambiente, pero sus ojos claros se fijaron en el paisaje qué solo veía dos o tres veces pero le gustaba memorizarlo.

      — ¿Has visto ha Malfoy? —, sin si quiera preguntar cómo estaba o saludar, Pansy Parkinson se dirigió al chico junto suyo.

        Zabini Blaise soltó un suspiro cansado mientras que muchos otros chicos perteneciente a Slytherin solo la miraron por un par de segundos pero no le prestaron mucha atención, sin embargo aunque esperaba respuesta por parte de Zabini miraba con odio a Jean quien finalmente había desviado la mirada del paisaje.

       Blaise Zabini era lo más cercano a un mejor amigo que tenía. La fama de Jean más allá de ser una extraña se remonta a nada porque nunca llama la suficiente atención para importarles a otros, pues a diferencia de su amigo no le gustaba llamar la atención o presumir su estatus por pertenecer a una buena familia, le gustaba estar en sus asuntos.

     No le gustaba resaltar y tal vez por eso se llevaba de la patada con Pansy Parkinson.

      — Ya me parecía que estabas con la rara —, cruzó los brazos la chica mientras rechina los dientes en un gesto grosero.

        — Si no te gusta piérdete —, escupió para mirar de nuevo el paisaje , su cabello en realidad castaño pero deslumbrando de pelirrojo con la claridad contrastan con sus ojos azules grisáceos y con sus gruesas mejillas rojizas que parecían maquillaje.

      Zabini soltó un suspiro viendo venir la discusión prefierio evitar que Pansy respondiera —, yo también lo estuve buscando un rato, tal vez está al final de este vagón. Probablemente los alcance.

       Sin muchas oportunidades para seguir la conversación nada agradable porque la más baja parecía no prestarle atención, Parkinson se retiró enseguida.

       — Es una astilla en el trasero ¿Cómo la soportas? —, preguntó casi indignada.

       Zabini soltó los hombros antes de contestar.

       — Porque está buena —, dijo sin importancia causando más indignación de parte de su mejor amiga junto un leve susurro de «hombres» —. Tu también soportas a personas desagradables solo porque son atractivos.

       — No seas mentiroso —, dijo dirigiendo una mirada rápida al susodicho.

       El Slytherin se inclinó un poco para susurrarle al oído, esperaba lo que le dijo así que no se inmutó.

        — Malfoy —, pero la chica no dijo nada más que mirarle fríamente.

        — Es desagradable, si, pero no me gusta solo porque sea atractivo, además, no lo aguanto mucho —, y eso era porque muy pocas ocasiones habían cruzados palabras y tal vez el chico apenas recuerde su nombre.

      Zabini sabía que ella le gustaba Draco y aunque ambos chicos eran amigos no había tenido mucho contacto con el rubio porque prefería evitar encuentros con él, los pequeños encuentros no habían terminado bien porque Pansy Parkinson estaba presente. No obstante su atracción por el rubio platinado no se remonta a una simple atracción física aunque le gustaba creer que era así, al principio era admiración pero realmente le comenzaba a gustar de otro modo más intenso que prefería evitar.

       No es como que tuviera muchas oportunidades con el príncipe de Slytherin, prefería ser la chica invisible, así siempre había sido, nunca había resaltado. 

      Sus calificaciones eran sorprendente pero no resaltando tanto como la mejor alumna de la clase, Hermione Granger, chica de Gryffindor.

       Tampoco cometía locuras como Harry Potter y su amigo Ron Weasley quienes también se llevaban la atención.. Draco y sus dos secuaces eran también reconocidos como Parkinson, pero Jean Snoworf prefería evitar ser destacable.

     No le gustaba.

     — Lindo anillo —, señaló con desgana Zabini tal vez buscando conversación.

       Jean siempre usaba esmaltes oscuros para sus uñas bien pulcras y cuidadas, esta vez tenía un color negro que insistía elegancia como el anillo adornando el dedo índice, una serpiente plateada, una cobra siendo exactos, envolvía su dedo hasta la punta que mostraba la cabeza del animal mostrando sus dientes como mordiendo el dedo.

     — Oh, coqueto —, dijo mirando su accesorio —, un regalo de mí tío. Me gusta mucho.

        — Parece costoso —, dijo pensativo —, éste año piensas hacer la prueba en el quidditch ¿No? Hay un puesto como cazador, siempre quisiste pertenecer pero no te eligieron en segundo, aunque eras la mejor volando prefieren elegir fuerza.

      Jean se ruborizó al recordar que reprobó el año pasado, aún recuerda la risa de Parkinson.

        — Si —, dijo incómoda —, voy a intentarlo.

          Pronto las luces empezaron a fallar, las luces se fueron y  sintió miedo. La mayoría de las personas que estaban allí eran Slytherin de Segundo o primero, menores que ellos quienes se asustaron gritando por el susto.

      Jean sentía que su corazón iba a salir, tenía miedo pero no lo mostró porque en un inicio sus ojos no podían distinguir bien en la oscuridad, por instinto presionó la túnica del más alto, Zabini parecía tranquilo porque soltó una carcajada.

       — Vamos Jean, no seas boba, no es típico de tí verte asustadiza —, dijo con paciencia —, ¡Ustedes niños, ya cállense! — gritó con brusquedad —, sólo es una avería, buscaré un perfecto o alguien.

       Cuando se puso en pie Jean lo hizo con él sujetando con tanta fuerza la túnica del Slytherin que el jóven comenzó a preocuparse porque sentía como la chica tiembla.

        — No vayas, tengo un mal presentimiento —, el ambiente pesado fue poco combinado con un pequeño grito de parte de una chica en el mismo compartimiento.

      La puerta se había abierto por una mano viscosa y asquerosa que corrió la puerta de golpe dejando ver a una figura encapuchada, alta y desagradable que se aventó hacia ella.

      Jean no vió nada, escuchó gritos de dolor, una presión en el pecho y como todo su mundo de volvía pesado, vivir se volvía pesado.

      Entonces se desplomó.

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