Apocalipsis.

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El mundo era muy diferente de hace algunos milenios

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El mundo era muy diferente de hace algunos milenios.

Los humanos son el caos, y eso todos lo sabían. Buscando siempre mejorar, sólo estaban buscando su propia destrucción.

Una guerra, dos, cuarenta. La gente ya no las contaba. Las peleas entre naciones, entre ciudadanos, incluso entre familias o amigos, sólo eran cosas comunes. Que el planeta estuviera hecho pedazos era común.

Las enfermedades habían acabado con gran parte de la población. Virus nuevos aparecían cada tanto, igual que vacunas contra ellos, sin embargo siempre lograban mutar y arruinaban las investigaciones.

El Sol era un problema. La capa de Ozono estaba tan dañada que las altas temperaturas terminaban con la vida de especies animales y microorganismos. Los días eran tan calurosos que las personas se volvían locas. Y las noches tan frías que congelaban todo a su paso.

Gracias a nuevas tecnologías, la humanidad creyó que encontraron la solución. No era sorpresa que no fuera así. Las máquinas tenían conciencia propia, no obedecían reglas simples como no asesinar a un humano.

Tratando de encontrar su liberación y la prosperidad de la humanidad, se crearon naves espaciales. Miles, cientos, millones de ellas. Al menos el 68% de la gente que logró sobrevivir se había ido al espacio en busca de algún otro planeta que habitar.

Y con la gente que había restado, bueno, vivían debajo de la tierra. En ciudades subterráneas escondidas del peligro de la superficie.

Entre esa gente se encontraba una linda chica rubia discutiendo con un vendedor.

"Escuche, la semana que viene tendré más dinero, se lo prometo. Lo pagaré a penas pueda."

"Eso dijiste hace un mes, Mina, aún me debes demasiado." el hombre se apoyó con sus grandes brazos sobre la mesa. "No más favores."

Mina gruñó y golpeó una lata que estaba al lado de su pie, no dijo nada más. Salió de la tienda con molestia.

La chica miró a las personas caminando por allí, algunos con rostros serenos, otros con preocupación, incluso con miedo. La vida en ese lugar era peligrosa, no había gobierno ni líderes. Sí alguien asesinaba a otro, nadie le diría nada porque las leyes no existían. La poca gente honesta aún mantenía la costumbre de pagar y trabajar por bienes, los demás no tenían interés en ello.

Se ajustó su mochila al hombro, se puso la capucha de su chaqueta de cuero marrón y caminó con el rostro bajo. Ella no temía, ella necesitaba ser fuerte y estar atenta porque tenía gente que se preocupaba por su bienestar.

Saltó detrás de un callejón luego de ver que nadie la seguía, se metió entre alambres hasta cruzar al otro lado y finalmente logró llegar a una pequeña casa que tenía pinta de estar abandonada.

Tres toques en la puerta, con una pausa luego del primer toque y los otros dos más rápidos. Ese era el código para que supieran de quien se trataba.

apocalipsis • minayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora