No hay necesidad de preocuparse

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¿Cómo es que habían terminado juntos? Aquella era la pregunta que invadía esa noche la mente de la peliazul, apenas por la tarde había sucedido su inesperada propuesta de matrimonio, que aún se sentía un poco aturdida de lo irreal que fue. Ahora, se encontraba en su cama a lado de un Paul sumamente agotado luego de hacer el amor.

Dawn se sonrojó ante los hechos y los recuerdos, enroscando con más fuerza la sábana alrededor de su desnudo cuerpo. Aún después de un año seguía con la vergüenza picándole la piel.

"Hacer el amor" era un concepto extraño que no encajaba con la personalidad de Paul; pero era demasiado hermoso para ser llamado solamente sexo, se dijo.

Dawn suspiró, llegando a la conclusión de que realmente todo en su actual realidad parecía tan distante de quien había sido ese niño cruel y groserote en su infancia.

La odisea vivida durante su primera aventura pokemon con Ash y compañía permanecía grabada en su memoria. Había sido un viaje agradable, con sus buenos y malos momentos en cada ciudad y gimnasio visitado. La verdad, Dawn había aprendido mucho en su viaje, cortesía de la experiencia de sus amigos, propias también, de sus fracasos y victorias, enseñanzas y consejos emitidos; aquello le sirvió para su formación como coordinadora y a no saber rendirse.

También aprendió que existen muchos tipos de entrenadores, con sus distintos métodos de entrenamiento, como Paul.

Paul mantenía un ritmo bastante peculiar. Era rudo, frío, cínico y despiadado.

Le encantaba molestar a Ash y sus pokemon, no perdía tiempo para humillarlo y hacerlo pasar por patético por la manera suave e indulgente que trataba a estos.

Al menos al principio —a día de hoy había cambiado desde que estaban juntos—, Dawn fue testigo de cómo el chico de cabello púrpura maduró después de su humillante derrota ante Brandon, el rey de la pirámide de batalla, en Ciudad Snowpoint.

Debía admitir que sintió un poco de pena por él. Y algo de empatía. Sin nadie que le brindara apoyo más que su propio hermano, debió sentirse terrible.

Por más fuerte que aparentara ser por fuera, por más frío, cruel y duro, fuese como fuese, Paul por dentro continuaba siendo humano y las derrotas duelen.

Lo sabía perfectamente.

Pero sobre todo, reflexionó en su momento Dawn, Paul debía sentirse muy muy solo.

Algo que ella había captado desde el inicio era que Paul es una persona solitaria por elección.

Sin embargo, ¿sería de ese modo porque realmente jamás habría conocido la compañía?

Al menos una compañía amena y conciliadora.

¿Sentiría Paul desagrado o incomodidad con todas las personas que no empatizan con sus ideales y métodos para conseguirlos? ¿Ahuyentaría a todos? Quizá también le faltara un poco de compresión. ¿Incluso con su hermano se sentiría incomprendido? Tal vez sí, pues ya él mismo había recalcado que era igual a Ash.

A pesar de tener a Reggie y de que fuera de su misma sangre, no era lo mismo. Entre ellos había un continente de diferencias. Paul era responsabilidad de Reggie como hermano mayor. Pero mientras Reggie se quedaba en casa trabajando, su hermanito deambulaba solo por las regiones buscando volverse más fuerte. Quizá Paul necesitaba alguien que quisiera permanecer a su lado, sin juzgarlo. Y Dawn pronto descubrió que ella quería ser ese alguien.

Primero lo tomó como un simple enamoramiento infantil, —"su primer amor"—, su fascinación por un estereotipo de chico rudo y malo que la encandilaba y hacía latir su corazón sin parar y mariposas en su estómago; pero, a medida que viajaban y se topaban por casualidad, la chica se percataba de él más y más, lo identificaba fácilmente de entre la multitud de personas y solía llamarlo a menudo. Paul al principio no le prestaba la mínima atención, y hasta se atrevió a olvidar su nombre, aunque gradualmente, notó Dawn, este le regresaba las miraditas, observándola de reojo mientras este discutía con Ash.

De vez en cuando sucedía un breve intercambio de palabras, interacciones  leves sin grandes significados en el pasado. Pero de ahí nació una especie de amistad subyacente de la que sólo ambos fueron partícipes.

Fue en el viaje a Johto donde finalmente se reencontraron y el resto es historia.

—Una bonita, divertida y maravillosa historia —murmuró para sí misma, con una sonrisita boba hundiendo la mitad de su cara entre las sábanas.

Sentía sus mejillas acaloradas, con sus ojos fijos al techo, sintió a Paul removerse a su lado. Girando su cuerpo hacia su dirección, este atrapó su brevísima cintura entre su brazo izquierdo y acomodándose más en el mullido colchón, pegado muy cerquita de ella, Dawn se sobresaltó un tanto, pero permaneció inmóvil ante el caliente tacto y lo dejó ser.

Paul tenía buenos brazos, en general, mantenía en forma todo su cuerpo, el cual la hizo sonrosar de nuevo, y fue inevitable observarlo: se veía tranquilo y lindo en ese estado de reposo, no parecía tener ganas de despertar.

Y ella no podía apartar sus ojos de su pacífico rostro, enmarcado por sus gruesos mechones de cabello morado que sobresalían de debajo de la sábana que los cubría.

Era tan bello y no podía creer que fuera suyo, y que ella fuera suya.

En su vida habría apostado que en algún día lejano estaría en la cama a lado de este maldito hombre que tantas dificultades había causado a uno de sus mejores amigos y a ella misma en el pasado.

Sonrió por enésima vez y se acurrucó más a su lado, no había nada de qué preocuparse, Paul había cambiado para su bien.

Cerró los ojos y se dejó llevar por los brazos de morfeo al lado de la persona que ama.

La propuesta || ikarishippingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora