Capítulo único

157 14 1
                                    

¿Por qué siempre siento que a pesar de aspirar a convertirme en el más grande héroe acabo por volverme el más despreciable villano?

¿Por qué incluso sucede en mi propia historia?

¿Por qué siempre echo todo a perder?

Todo lo que toco, todo lo que aprecio, cada cosa que gane importancia para mí acaba por deshacerse entre mis manos, como arena que se cuela entre mis dedos y es alejada por el viento de mis palabras. Palabras que no controlo de una lengua indomable.

Cosas.

Personas.

Él.

¿Acaso es mi culpa?

¿Acaso te sentencié por quererte?

No te acerques, aléjate de mí a pesar de que no soporto la distancia, a pesar de que siento que algo falta en este cuadro si tú no estás, a pesar de que un color en específico se destiñe poco a poco en mi vida con ello. Simplemente aléjate.

Te alejo porque te quiero.

Te alejo porque te aprecio.

Te alejo porque no quiero que también te desvanezcas.

Pero por favor, que alguien me explique, ¿Cómo puedo alejarlo si me sonríe de esa manera? ¿Cómo si se empeña por pisar cada huella que dejo atrás?

¿Cómo puedo alejar a alguien que en definitiva no parece querer alejarse de mí?

Sólo lo haces más difícil. Haces que te quiera cada vez más y que por ello mismo esté más desesperado en despegarme de ti y a la vez lo vuelves malditamente difícil.

Adoro tenerte allí, que puta agonía me espera en un mundo lejos de tu presencia.

Me quedo sin ideas.

Por favor.

Vete.

No quiero hacerte daño.

Soy peligroso.

Una bomba a punto de explotar a la cual estás abrazado.

Déjame.

Suéltame.

Pero me duele.

No quiero estar solo.

Quiero que te quedes.

Y si te quedas te daño.

No.

¿Por qué debe ser así?

Vete.

Vete.

Largo.

Aléjate.

- DÉJAME SOLO

Soy una bomba que explotó finalmente y tu nunca me soltaste.

Pero encontré una forma.

El ruido te alejaba, mi ruido te alejaba. Subí el volumen al máximo esperando a que funcione, y lo hizo. Te apartabas y me sentí aliviado de cierta forma, así que continué.

Y continué.

Y continué.

Que idiota fui.

Notaba tu rostro, como el color se opacaba a tu alrededor con cada grito, como parecías observarme debajo de mí. Me dolía esa mirada, odiaba esa mirada en ti y más odiaba que fuera dirigida hacia mí, completamente merecedor de ella.

Pero sólo así funcionaba.

Y cuando el ruido no fue suficiente, cuando aún te mantenías de pie, clavado en el suelo contra mis ondas sonoras, descubrí que los terremotos te harían tambalear.

Uno.

Dos.

Tres.

Desde sismos hasta temblores que abrían el suelo.

Basta.

No quiero esto.

¡Ya basta!

¿Qué estoy haciendo?

Terremoto tras terremoto, ruido tras ruido. Los colores resbalaban de las superficies del escenario, caían en gotas que se desintegraban en el suelo junto a un mar salado que caía como cascada de unas esmeraldas desteñidas.

Me detuve.

Tus ojos.

¿Desde cuándo me miraban así?

¿Cuándo fue que tu rostro frente a mí expresaba muecas bañadas en auténtico terror?

Miré mis manos temblorosas y te miraba a ti. Ambos hechos un desastre. Manchados y amoratados. El pincel del horror y su obra de sufrimiento.

Todo lo que toco y aprecio, todo lo que en algún momento se vuelve de importancia para mí acaba siendo destruido...

Por mis propias manos.

El regalo más hermoso que la vida me había otorgado estaba frente a mí, temblando, sollozando, su uniforme quemado, su piel estropeada, sus ojos opacos. Emanaba pavor ante mi presencia, arrastrándose lo más lejos posible de mí.

Completamente roto.

¿Su culpa?

¿Mi culpa?

¿La suya por no alejarse?

¿La mía por no alejarlo?

¿De ambos?

No.

Fui yo.

Siempre soy yo.

Haciendo todo lo posible por salvarlo de mí y ahora...

Doy un paso al frente y él se arrastra con dificultad hacia atrás. Siento un crujido en el pecho.

Otra vez. Avanzo y él retrocede. Otro crujido, más fuerte.

Otra vez. Lo mismo. Crujido acompañado con un dolor punzante.

Y mientras más avanzaba, él más retrocedía y mi pecho más se trisaba. Sentía los pequeños pedazos filosos clavándose en mi piel desde dentro, cómo se resquebrajaba y retorcía con cada paso.

Se levantó.

Ni siquiera me miró.

Simplemente corrió.

Aquellos pedazos se hicieron polvo.

Mi pecho quedó vacío.

Mi mundo estaba vacío.

Tenía razón, que puta agonía me esperaba en un mundo sin tu presencia.

No lo quería así.

Esto no debía ser así.

¿Por qué no te fuiste antes?

¿Qué clase de héroe sería si a tus ojos me baña el aura de un villano?

Soy mi propio mal en una pelea eterna.

- Ayúdame.









-------------------------------

Tenía esto escrito hace mucho, lo acabo de encontrar y me gustó lo suficiente como para publicarlo.

Espero que a ustedes también les haya gustado <3

Aléjate || BkdkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora