𑁍𝕀 𝕜𝕚𝕟𝕕𝕒 𝕝𝕚𝕜𝕖𝕕𑁍

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Encontrandose en la soledad de su casa, la pequeña pelirroja comía y se alimentaba tanto de comida como de sus pensamientos absurdos, quienes la obligaban a sentirse triste, sin embargo a lo largo de estos cuatro años a aprendido a estar sola.

El silencio y la soledad eran los protagonistas de aquella casa, pues hace ya un tiempo todo color había abandonado cada rincon, dejando un simple color blanco en las paredes.

Lizz se dedicó a comprar flores y llenar su corazon por la comodidad o el calor que estas le entregaban, pues a pesar de mentir a todos con su sonrisa, aún no lograba mentirse a si misma pues su alrededor estaba lleno de flores y colores, pero aún así su corazon se sentía vacío desde el once de enero de hace cuatro años

Flores de distintos colores y tamaños decoraban el lugar, dando un toque de color con un cello único que eran aquellas tres personas que disfrutaban una tarde en familia y aquella hermosa vista era contemplada por la pequeña Lizz, quien en la espalda de su padre paseaba felismente por los pasillos de la casa

Su madre quien tenía la misma alegría de aquella niña, se dedicaba a hacer bromas para hacer reir a la pequeña niña, ya que al final esa sonrisa es la luz de sus ojos, siendo tambien su mundo entero.

—Mamá...mira aquella flor —exclamo emocionada al ver aquel jazmín recien florecido en la parte mas verde del jardín

—Es hermoso ¿Sabes pequeña?cuando conocí a tu padre, mediante nuestro amor crecía y nuestras vidas se convinaban, siempre  lo sentí como ma presencia de un jasmin. Aunque a la vez era alguien bastanta irritante

—¡Hey! —reclamó el pelirrubio enojado y ambas pelirrojas soltaron una carcajada

—El punto es que hay una sola manera de saber quien es la persona correcta, los jasmines. Así que prometeme pequeña...aquella persona que te recuerde a un jazmin, será quien realmente te ame.

El padre sonrio inconcientemente al sentir el verdadero significado de las palabras de la pelirroja, no podía evitar enamorarse cada vez más de su esposa

—Eres un pequeño lirio, hermosa, nunca dejes de brillar mi pequeña.

Si, la pelirroja había heredado el maravilloso hobby de su madre, quien podía pasar horas estudiando y admirando las flores, pues sentía que aquello llenaba de color su vida, a parte le ayudaba a expresarse de maneras inusuales o únicas como siempre le había gustado ser.

—Lizz...Esta pequeña gatita es Gardenia, te cuidará por siempre —mostró una pequeña gatita blanca y la pequeña bajo de la espalda de su padre para mirar a la pequeñita gatita con emoción

—¡¿Es para mi?! —exclamo con un brillo único en sus ojos

—Si, con tu padre estuvimos hablando y llegamos a la conclusión que mereces la a mascota que tanto pedías —la pequeña aplaudió emocionada para que luego todo quedadara en silencio cuando el celular del pelinegro interrumpió la emotiva escena.

Se alejo de ambas para contestar. Temiendo que fuera aquello que llevaba meses atormentandole.

Se había endeudado con un hombre bastante despiado, luego de que su pequeña cayera enferma al hospital y el no tuviera el dinero suficiente para pagar eso y todo lo demás que debía pagar por distintas razones, pidió dinero con la condición de devolverlo en poco tiempo.

Sin embargo no tenía en cuenta que aquel hombre no sería nada mas ni nada menos que alguien del pasado de su esposa, quien obsesionado con ella había jurado venganza al ser reemplazado por el, así que aquel despiadado hombre buscab sin parar las cabezas del endeudado y su esposa.

Ambas se quedaron mirandolo atentamente al mayor, pues a pesar de que una llamada es bastante comun, la pelirroja no podía evitar ponerse nerviosaya que estaba atenta a la situación y sin querer o sin decir nada contagiar a la pequeña

—Lo entiendo, solo necesito un tiempo más —hablaba el padre —lo entiendo señor, de verdad, tengo una hija y una esposa...No tengo el dinero, no, no puedo ahora.

Rogaba aguantando las lágrimas y una desesperación en su pecho por proteger lo que ama.

—Señor si me da unos meses más prometo cumplir, no puede hacerme esto, no ahora...—sin evitarlo las lágrimas habían comenzado a salir, aumentando la preocupación —señor...

El telefóno tocó el suelo al momento que aquel señor caía de rodillas entre sollozoz, ambas chicas corrieron hacia el para abrazarlo

—Lo siento...Mad, tenemos que huir —la pelirroja le miró con confusion —No....logré pagarle, vienen por nosotros—concluyó y la pelirroja expresó su miedo retrocediendo unos pasos con lagrimas en los ojos, la pequeña sin entender nada tomó a su gatita en brazos escondiendo su cabeza en su pelaje.

—No...Eric, no.

—Lo siento, de verdad, yo no...—agarró su pelo con desesperación —vienen para acá, hay que esconder a Lizz y Gardi —bajó la mirada

—Eric...—empezó a sollozar mas fuerte —Bien, sé donde esconderlas

La desesperación de una madre sl tener que dejar a su hija es una de las peores sensaciones que nadie jamás podrá explicas y en estos momentos Mad corriendo con la pequeña junto con su gatita encontrando aquel refugio secreto

La pequeña pelirroja quien no lograba entender nada, volvió a abrazar a su gata, pues sigue aún sin entender nada, sabía que nada de eso podría llevarlos a algo bueno

—Lizz mi amor, prometo volver a buscarte a pesar de todo, eres mi todo, mi pequeña...no me olvides, pero tampoco permitas que la tristeza llene tu corazón si es que no vuelvo, promete buscar tu jazmin mi amor, te amo.

Finalizó para luego cerrar la puerta con toda la tristeza acumulada en su pecho.

—Eric, prepara te de manzanilla y mucha comida, también hablale a tu amigo para que venga más tarde a revisar la casa...ya está todo listo

Y así, sin más se fueron...dejando a aquella pequeña niña en aquel cuarto secreto con la unica compañía de su pequeña gatita, quien sería su compañía por los siguientes años.

La pequeña cayó de rodillas confundida por todo, pero aún así sabiendo que sus padres ya no volverían...ya que siete disparos habían sonado en la primera campana del once de enero

Sus pequeños ojos se llenan de lágrimas cada vez que recuerda ese día y se levanta de la mesa perdiendo el apetito.

Los pasillos de la casa tomaban el color opaco nuevamente, la noche había llegado y aquel fin de semana estaba por terminar, aquellos fines de semanas en los que la pequeña pelirroja volvía a su casa eran su oesadilla recordando cuan sola estaba.

La soledad y su pequeña gatita eran su unica compañía, sus días son repetitivos de esperar en silencio el día en que sus padres volvieran, cada vez siendo todo más opaco en su espera siendo aquel jardin lo único que se acerca a ser el calor de la conpañía.

El inmenso jardín que desde aquel 11 de enero se había vuelto su lugar seguro, el lugar que mas color le daba a su vida y le recordaba quien es, quien será y su proposito en la vida

Solo que esta vez su día eran aún más oscuro.

El once de enero había llegado, por tercera vez desde aquel día y su madre seguía sin volver, pero aún así cada once de enero preparaba té de manzanilla por si sus padres volvían. Sin embargo aquel té se pudría en la espera y la primera campanada sonaba, recordandole que ella ya no volverían,

Nota de la autora

~Fʟᴇᴜʀ Dᴇ Pʀɪɴᴛᴇᴍᴘs~ Norman × ocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora