Prólogo

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Sábado por la mañana, mi familia y yo nos encontramos desayunando como cualquier día, a excepción de mi mellizo Miles pues el seguía profundamente dormido en su habitación. Anoche tuvo un partido de Béisbol el cual su equipo ganó y salió a festejar con sus amigos hasta muy tarde. Mi hermana Leah de 15 años se encontraba hundida en su celular sin prestar atención de nada y de nadie.

— Leah. — Se escuchó la voz áspera de mi padre al llamar a mi hermana. — ¿Qué hemos dicho de los teléfonos en la mesa? — Le llamó la atención con un tono bastante firme y demandante.

— Lo siento pa'— Murmuró mi hermana con una expresión ligeramente avergonzada mientras dejaba el celular boca abajo en la mesa. No dije nada y me dediqué a lanzarle una mirada de advertencia pues anteriormente había pateado su pierna ligeramente para advertirle que dejara el celular o se ganaría un buen regaño.

—¿Dónde está Miles? — Pregunto mi madre encarnando ligeramente la ceja izquierda. —No me digan que sigue dormido—

Leah y yo intercambiamos una mirada un tanto preocupadas pues si se sabían que seguía dormido y no había bajado a desayunar ambos se molestarían un poco.

—¡Iré a ver! — Exclamé cuando me levanté del comedor y subí corriendo las escaleras para llegar lo más rápido posible a la habitación de Miles. Al llegar a dicha habitación toque y toque la puerta, debido a que nunca recibí respuesta decidí entrar al desastre de habitación que tenía mi hermano.

Al abrir la puerta el mal olor inundó mis fosas nasales, hice una mueca de asco y tapé mi nariz con mis manos. Miles tenía un completo desorden, ropa sucia amontonada en una esquina, platos y vasos en su escritorio, calcetines por doquier, incluso ropa interior colgando de la silla de su escritorio. Abrí completamente la persiana de su ventana para que entrara luz y al fin se despertara, al no ver reacción en el decidí acercarme y comenzar a sacudirlo de los hombros lentamente. Al no obtener ninguna señal de vida de su parte aumenté la rapidez y comencé a sacudirlo más rápido y fuerte.

—Miles, Miles... Despierta sonso, mis papás están preguntando por qué no bajas a desayunar— murmuró susurrando un poco mientras el simplemente soltaba pequeños quejidos un poco adormilado aún. Empecé a entrar en pánico pues Miles no se despertaba así que decidí gritarle. — ¡MILES MILLER! ¡DESPIÉRTATE DE UNA VEZ—

Gracias a ese fuerte y potente grito Miles se sobresaltó asustado —¡¿Qué?! ¡¿Que?! ¡¿Que?! ¡¿Que?! ¡¿Qué pasa?! ¡Estoy despierto! — murmuro cuando se incorporó en la cama bastante exaltado por el susto. —¿Que rayos Jane? ¡Hay mejores maneras de despertar! — me dijo un tanto ofendido y aún con la respiración agitada debido al susto.

—¡Vamos despierta! Mis papás te quieren abajo para desayunar. — le lancé una camiseta en la cara y salí de ese desastre llamado habitación. Baje las escaleras rápidamente y llegue al comedor. —Miles ya viene. — Avisé a mis padres y me senté para seguir desayunando.

Después de unos minutos Miles bajo y se sentó a lado mío. Mi padre lo miro encarnando una ceja. —¿Dónde estuviste anoche muchacho? — Miles abrió mucho los ojos y algo nervioso comenzó a hablar.

—Fui a casa de Chris papá. Después de ganar el partido nos invitó a comer pizza para celebrar— Los nervios se escuchaban en su voz. Mi papá solo le dirigió una mirada de advertencia dejándole en claro que si era mentira le iría mal.

—Espero sea verdad hijo. — Lo apunto con el tenedor en manera de amenaza. Después cambio su cara y se dirigió ahora a los tres.

—Hijas. — Leah y yo lo miramos atentamente. —Hijo— Se dirigió a Miles para verificar que le estaba poniendo atención, Miles sólo lo miro curioso. Una vez que papá verificó que los tres le estábamos poniendo atención comenzó a hablar.

—Hay algo que tenemos que hablar— Los tres lo miramos atentamente esperando que hablara. —Como saben, la empresa fue vendida a una compañía americana. —  Leah y yo asentimos para que continuara. —Y... me han cambiado de puesto. —

Lo mire algo sorprendida y emocionada, era una increíble noticia. — ¡Papá eso es increíble! — Le dije con algo de emoción en mi tono de voz y una enorme sonrisa.

— Espera Jane, eso no es todo. — siguió con su expresión seria y yo solo lo mire confundida. — Me han cambiado a otra empresa. — hizo una pequeña pausa. —En Los Ángeles. — Mi sonrisa se borró de golpe, Miles de atragantó con la fruta y Leah abrió la boca de par en par.

¿Que? Esto no puede ser ¿Los Ángeles? ¿Nos iba a dejar? ¿Enserio? No podía explicar mi cara en estos momentos. Mientras Miles seguía tosiendo uno de nosotros al fin hablo, pero esta vez no fui yo, fue Leah.

—¿Nos dejarás? — Dijo un tanto nostálgica. Me sentí mal por ella ya que, de los tres, es la más cercana a papá. Mi padre se limitó a dirigirle una mirada reconfortante.

—No corazón— Hizo una pequeña pausa antes de continuar. Fruncí un poco el ceño y comencé a pegarle a Miles en la espalda pues seguía tosiendo. — Ustedes vendrán conmigo. — termino diciendo. Mi boca de abrió de par en par. Leah se quedó en shock intentando procesar las palabras de papá. ¿Mudarnos? ¿A Los Ángeles? Tiene que ser un sueño.

— ¿Que? — Dijo Miles atónito aún. Será el peor en reaccionar, lo sé. — Papá no, tenemos nuestra vida aquí, nuestra familia, nuestros amigos. No podemos...— fue interrumpido por mi padre.

— La decisión está tomada. El vuelo sale el próximo sábado. No está en discusión. — se paró de la mesa y tomo su saco. — Preparen todo. Me voy a trabajar. — y con eso, nos dejó ahí y salió de la casa.

—Mamá— Se escuchó la voz de Miles. — No podemos irnos así nada más. Tenemos una vida aquí, el ciclo escolar recién comienza, es nuestro último año antes de la universidad. — Mi mamá simplemente le dirigió una mirada de lastima.

—Lo siento hijo, pero como familia debemos estar juntos y apoyar a tu padre sin importar que. — Miles negó rápidamente con la cabeza antes de volver a hablar.

—No puedo dejar a mis amigos ni al equipo mamá por favor. — Se notaba que Miles estaba a punto de llorar y mi corazón se apachurró al verlo así. Leah seguía en una especie de shock pues no decía nada. Y yo, yo no sabía que decir.

—Miles, no nos vamos por que queramos es por el trabajo de tu papá entiende. — Mi mamá volvió a hablar intentando razonar con mi hermano. —Además, los boletos de avión ya fueron comprados, incluso la empresa nos consiguió una casa allá. — Mis ojos se abrieron mucho, wow, enserio pensaron en todo.

Menos en nosotros

Me di una bofetada mental por pensar aquello.

—Ya están inscritos en la mejor escuela. Y estoy segura que fácilmente podrás entrar al equipo de Béisbol de esa escuela hijo. — Mi mamá intentaba consolar a Miles para que no se sintiera tan mal cosa que no funcionó ya que Miles salió corriendo hacia su cuchitril. Digo, "Habitación".

Mamá soltó un suspiro cansado y se dirigió a la cocina con los trastes sucios en las manos. Mire a Leah quien aún seguía en shock y le pase la mano por los hombros atrayéndola hacia a mí de un abrazo.

—¿Estas bien? — le pregunté mientras le acariciaba el pelo. Mi hermana se acurruco en mi pecho y asintió. – Algo sorprendida creo. No tengo tanto que perder como el, incluso como tú. – me confeso en un susurro. - Le dedique una sonrisa compresiva a mi hermana y me replante que Miles era el más afectado con toda esta situación pues era el que más perdía. Sus amigos, el equipo de Béisbol, la niña esa que le estaba comenzando a gustar, mis abuelos. Aunque yo también dejo a personas importantes, mi mejor amiga Sara por ejemplo quien ha sido mi amiga desde la primaria, esto le pegara mucho pues ella es algo sentimental.

— Mamá se acercó a nosotras y nos apretujo con un abrazo a ambas para comenzar a decir. – Lo siento niñas, no quisiera que sufran al dejar a sus amigos, pero tienen que entender que esto no era algo planeado. – Al terminar nos dio un beso a ambas en la frente.

— No te preocupes por nosotras ma' – Leah comenzó a hablar con una expresión dulce. – Yo no tengo amigos ni equipo que perder. – En ese momento se me ocurrió algo para ayudar a Miles.

— ¿Y si Miles se queda con los abuelos? – Les sugerí a ambas mujeres que estaban frente a mí. Mi madre y Leah me miraban con una expresión de sorpresa en su rostro.

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