Era un día gélido de septiembre cuando un joven despertó en una casa totalmente desconocida para él. Precipitadamente se dirigió al espejo tratando de reconocerse y lo único que alcanzó a cobrar un sentido para él, era que su rostro lucía joven, con pelo castaño oscuro, ojos cafés, nariz aguileña, piel trigueña y delgado. Durante este minucioso registro, se percató de una cicatriz que se encontraba en su muñeca izquierda, siendo una particularmente extravagante, al parecer era un símbolo de infinito. Sólo se podía ver si mirabas con atención a la muñeca, y fácilmente podía pasar desapercibida ante un ojo inatento. Tras haber realizado el análisis el joven examinó el cuarto en el que se encontraba, vistiéndose con una playera blanca, una sudadera gris y unos jeans azules que encontró en el armario de ésta. En el bolsillo de sus jeans encontró una credencial de lo que parecía ser su escuela.
-"Aiden Miller"- se podía leer en la credencial en donde su rostro salía retratado.
-Vaya mierda de nombre- se dijo a sí mismo -Bueno, tengo que averiguar que está pasando, y no creo lograrlo aquí-
Aiden se dispuso a salir, y en el comedor de la casa encontró una nota escrita con una pulcra caligrafía:
-"Hijo, siento mucho que tengas que pasar estas semanas solo y sin haberte avisado, pero ya sabes que el trabajo es muy demandante y me solicitaron ir a la sede TechCorp porque los jefes e inversionistas se traen algo grande entre manos. De momento no puedo contarte más, pero espero volver pronto para contarte, y de paso celebrar tu cumpleaños.
Sinceramente, Josh"
La nota tenía la fecha del 6 de septiembre de 2009, mientras que el calendario indicaba que el día actual era un miércoles 9 de septiembre. ¿Por qué no se acordaba de nada Aiden? era lo que él mismo se interrogaba. Tras desayunar un bol de cereales Aiden se dirigió a la salida de su casa, tomó las llaves de su casa y se marchó. Saliendo se dió cuenta de que vivía en un suburbio bastante tranquilo y se acercó a una señal de parada de bus para dirigirse a su escuela, sin embargo ningún bus llegó por lo que decidió ir trotando a su escuela, pidiendo por el camino ayuda a desconocidos. Trotando por la acera congelada y con nieve por doquier, Aiden tropezó con una rama, y con una mirada de soslayo se percató de las risas de un vagabundo quién lo señalaba descaradamente. El joven se irguió rápidamente y vociferó:
-¿Qué hay de gracioso? Maldito fulastre.
El hombre respondió sólo con más carcajadas, lo que enfadó más a Aiden y provocó que dejara el lugar, sin darse cuenta de otra rama que de igual forma lo hizo caer.
-Déjà vu - alcanzó a pronunciar el vagabundo, entre más y más carcajadas.
-Au revoir ruco metiche.
-Nos volveremos a ver muchacho insolente, tenlo por seguro.
Llegando a su colegio, se dirigió a los baños para lavarse el rostro. Al salir, sin darse cuenta, una chica lo observaba a lo lejos, mostrando curiosidad, cómo si ante ella se alzase un enigma, un rompecabezas, que sin lugar a dudas quería resolver. Por su parte, Aiden, acostumbrado a vivir por inercia, se dirigió sistemáticamente a su casillero para retirar lo que utilizaría de acuerdo a su horario y rápidamente se dirigió a su salón. La chica, por su parte también procedió con su habitual rutina, preguntándose qué había en ese chico tan enigmático.
A la hora de la comida Aiden decidió salir a dar un paseo por el bosque nevado dado a que no tenía hambre. Caminando en éste se encontró al mismo vagabundo que se había burlado de él en la mañana y le ofreció una sonrisa falsa. Detrás de un pino, la chica lo siguió,- registrando cada facción y cada detalle de éste chico enigmático y se animó a satisfacer su imperante curiosidad. Atrevidamente, la chica tomó bastante nieve del piso para formar una bola y se lanzó a Aiden.
Aiden, al sentir la bola de nieve en su espalda volteó rápidamente hacia su agresora y distinguió una chica menuda, con el pelo rubio y un rostro bastante pecoso. Desconcertado dijo:
-Perdona, ¿te conozco?
-No, pero ahora sí- dijo soltando una risita- por cierto, me llamo Linda.
-Ja... bueno, mi nombre es Aiden.
-¿Sabes? vamos en la misma escuela y nunca te había visto, ¿En qué año vas?
-Este... en Première.
-Ah, pues yo igual, lo que se me hace aún más raro ¿Qué filière ?
-S y tú?
-L, amo la literatura.
-Yo... no tanto...
-Con qué eres muy tímido... me agrada, la mayoría de los chicos en el colegio son unos patanes engreídos.
-Supongo que gracias- dijo apenadamente
Y así fue como Aiden y Linda se pasearon en el bosque el resto de la hora y acordaron verse en él al día siguiente. Aiden seguía bastante desconcertado y decidió guardarse su secreto y no contárselo a nadie para no parecer un loco.
Eran las 7:30 de la tarde cuando Aiden se puso a meditar sobre su situación en un sillón de su casa y de repente se escuchó una ventana de su casa quebrantándose, lo que lo estremece y lo hace decidir a averiguar lo que pasa.
Llegando al estudio vio montones de cristal rotos regados por toda la habitación. Un hombre con el rostro tapado y vestido completamente de negro se encontraba apuntándole con una pistola.
-Mira niño, podemos hacer de esto algo fácil, estáte callado mientras yo busco lo que necesito y nadie saldrá herido ¿Ok?
Aiden, sintiendo los latidos de su corazón se dió cuenta de que el hombre que lo amenazaba trataba de esconder su muñeca derecha de donde salía un cicatriz en forma de infinito.
-Veo que tú también la tienes...
-No tengo tiempo niño.
-¡Sólo quiero saber qué significa!
-De verdad que eres necio, igual que tu padre, ya cállate o te disparo. Aquí el que hace las preguntas soy yo.
Aiden se inmutó al oír la palabra padre y creyendo no poder estar más confundido, se dejó encerrar en su cuarto y atar en una silla. Aterrorizado ante la inminente posibilidad de morir, decidió que lo mejor era escapar de su casa, por lo que tenía que actuar rápido. Por suerte su captor no privó la libertad de sus manos y entonces Aiden tomó impulso para romper el espejo en el que se había reconocido en la misma mañana. Cientos de fragmentos de cristal cayeron y con la mano llena de sangre, Aiden tomó valerosamente uno para cortar y deshacer sus ataduras. Por suerte el estruendo del espejo rompiéndose se vio amortiguado por el ruido de las cosas que tiraba el hombre.
En el momento en el que quedó completamente libre, Aiden se acordó de la pistola que su padre tenía guardada en debajo de su colchón para defenderse y evitar que el ladrón se saliera con la suya. Deslizando su credencial de la escuela por la vieja puerta de su cuarto, el joven salió de éste y con mucho cuidado se dirigió al de su padre, sacando la pistola. En ese momento Aiden tiró una vasija que hizo que el hombre se dirigiera al cuarto rápidamente.Aiden bastante dudoso no se sentía capaz de dispararle al hombre, quién aprovechó el momento de incertidumbrey disparó al vientre de Aiden.
Aiden cerró los ojos y sintió un gran mareo, viendo pasar pequeños fragmentos de su vida a través de su mente y por un instante creyó que el tiempo se había detenido. La bala y el hombre seguían ahí, sólo que estaban completamente estáticos y entonces se desmayó.
Eran las 7:25 de la tarde y Aiden se encontraba sentando en un sillón. Bastante preocupado, verificó que su vientre y sus manos estaban completamente bien, y corrió al cuarto de su padre para asegurarse que la pistola aún estuviese ahí. Ahí estaba, todo seguía igual y apacible, antes de que entrara el hombre. Aiden salió a hurtadillas de su casa y armado con la pistola, reconoció al hombre que lo había agredido... o lo agredería. Aprovechando que éste estaba concentrado en irrumpir en la casa, Aiden se acercó sigilosamente y apuntándole a la cabeza, lo amenazó:
-Alto ahí, baja el arma.
-¿Qué diablos?- respondió el hombre- ¿Quién eres?
-Mi nombre es... Aiden, y aquí el que hace las preguntas soy yo.
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Aiden
Science Fiction¿Qué harías si despertases en un lugar desconocido y no saber quién eres? Es la pregunta que Aiden se plantea día a día, descubriendo quién es y en quién confiar sus secretos más íntimos, en una historia donde el tiempo es infinito y finito a la vez...