❀ JongIn no podía creer que hubiese caído en una trampa tan estúpida, odiaba aquel lugar, pero pronto comprendería que ser privado de su libertad comparado con lo que se avecinaba, no era problema alguno. JongIn necesitaba liberar a su destinado, l...
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Burn, honey, let the fire eat away I never liked the look of this town, Burn it down now.
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Largas eran las noches sin luna para JongIn, sobre todo cuando se sentía solo, había crecido con una manada de lobos que, según había escuchado eran «especiales», su madre le había mostrado cómo debía comportarse y su padre le había dicho que cuando él fuese lo suficientemente fuerte, podría sustituirlo como líder de la manada.
A menos que surgiera una propuesta nueva. Su padre siempre fue conocido por ser diplomático, le gustaba evitar las confrontaciones, aunque no dudaba una vez que tomaba una decisión; por ello JongIn había aprendido a ser considerado con sus allegados.
Nunca creyó que a lo largo de su vida, se haría un lobo pedante y un tanto pretencioso, al punto de que si estaba aburrido saliera de cacería con sus amigos para conseguir algo con quién jugar, o alguien.
JongIn no se divertía con sus parejas, no era que fuese un completo jugador sin remedio, pero estaba acostumbrado a salirse con la suya, a ser persuasivo para obtener buenas parejas. Por eso es que cuando esa noche salió de «cacería» con MoonKyu y con TaeMin, pese a las advertencias de ChanYeol y YiXing, éste último un aliado reciente que se les había unido en la manada, sobre los rumores de que los humanos comenzaban a formar grupos de cacería y captura.
JongIn había creído escucharlo todo, que los humanos controlaban la unión de lobos luchadores, con la finalidad de utilizar a los lobos para atraer dinero de las apuestas clandestinas para obtener fondos y utilizarlos en métodos científicos.
También había escuchado que habían capturado a varias manadas de lobos para estudiarlos. Pero su vanidad no le permitió ver más allá de su ego y el hecho de sentir que podía defenderse solo cuando se separó de sus amigos. Cuando su olfato e instinto le guiaron directo al pie de la montaña, a los límites del bosque.
Jongin esperaba todo menos una emboscada, no esperaba ser tan importante como para ser capturado de esa manera. Pensaba que le pasaba a lobos con mala suerte, que habían estado en el lugar y momento equivocados, definitivamente no a él, que sería líder de su propia manada algún día.
A sus veinte años, JongIn tenía mucho que aprender, lo supo esa noche que pasó en vela, escuchando los susurros de los humanos que lo habían capturado, hablando del monstruo que era y lo valioso que resultó porque su marca de nacimiento estaba cerca de su pecho.
JongIn no había prestado demasiada atención esa vez, cuando su padre le explicó que la luna en su pecho era un pacto que se había logrado con la evolución al paso de generaciones, pese a que las ancianas de la manada pensaban que era un hechizo, un trato directo con la diosa de la luna que los había bendecido.
