Suelo observar en un gran número de personas el consumo café a diario. Se asocia el aroma y el placer gustativo. También su alabanza como elixir de energía corporal y cognitiva. Sin embargo, el té también pudiera dar lugar a un consumo frecuente. Esta segunda bebida contiene una sinergia única entre la teína (cafeína del té) y en especial la L-teanina. Esta última, hace posible una estimulación cerebral que colabora disminuyendo la tensión de nuestro organismo, en plano físico y mental. Así es como se balancearía el sentido de alerta con la relajación.
Tras ponernos en contexto en la visión "sesgada" de una gran amante del té y otras las infusiones de plantas, quiero que toméis una taza de té conmigo. Más en periodos invernales que veraniegos, acerco mis manos al tacto de una taza, preferentemente de gran capacidad y fabricada en cerámica. Es mi momento de pausa y de atención sensorial. Me suelen acompañar unas gatas hermosas. Una de ellas vestida cual tigresa, otra con su impoluto pelaje blanco y una tercera con su lustroso pelaje cobrizo. Se turnan para tumbarse en mi regazo y más no puedo pedir. Me acompañan y aprendo de su sosiego. Si permanezco en silencio, puedo escuchar su respiración. Cierran sus ojos y se acomodan. Nada parece inmutarles. Están presentes y serenas, y al igual yo me acompaso.
Abrazo la taza de té con mis dos manos, las caliento y respiro. Qué aroma tan peculiar, una hierba u otra. Puedo apreciar un aroma en este caso de un té negro intenso con canela, bañado de una blanca bebida vegetal de soja. Se funde en mis sentidos y permanezco presente. Mis labios se rozan y sólo disfruto. Poco tiempo después suele ya recorrer mi garganta. Se acaba. Siento el regusto. Mi temperatura corporal se eleva y bueno, mis mejillas rosadas me advierten de que mi cuerpo percibe ahora una temperatura más placentera. Pueden ser varios a lo largo del día pero cada uno me gusta muy caliente, nunca frío, y poder deleitar ese instante para mí.
Este es un regalo para mí, una excusa para no pensar en nada más que en ese acto. Sitúa mi cabeza en la armonía de simplemente estar en el momento que habito. Y es cierto que a veces parecemos evadidos, dispersos o espesos mentalmente, pero esas pausas, son un agradecimiento a ti por estar vivo y a la vida por darla.
Sumo también otro momento tan favorito mío, dar abrazo consciente. Para mí, de los actos más valiosos en las relaciones humanas. No quiero abrazar por convención o cortesía, no lo haré si esa fuese la única razón para hacerlo. Mis abrazos son y serán siempre conectar con mi semejante, hacer carne el amor que habita en nosotros y dar evidencia de que el contacto humano es esencia y riqueza de esta especie. Un abrazo propio, de ti para ti, también puede resultar altamente reconfortante y especial, no lo olvides. Un abrazo a otro ser vivo no humano, también. Espero que goces de esta experiencia con asiduidad. No hacen falta muchos brazos pero sí la intención de dar y recibir. Por esto y más, vive de tu esencia humana.