Capitulo I

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Mi respiración se va agotando lentamente, siento como mis ojos pesan, escucho su voz a lo lejos, grita mi nombre una y otra vez, aunque quiera contestarle las palabras no salen de mi boca, siento como ese líquido rojizo recorre lentamente la parte baja de mi abdomen, mi pecho se contrae cada vez que intento respirar y mis pulmones me arden, ahora puedo escuchar con claridad los pájaros, el agua del arroyo, los latidos de mi corazón que van disminuyendo con cada respiración que doy, tratando de estar con vida una vez más, tratando de sobrevivir; y de la nada todo se vuelve negro.



Rouse puedes oírme, Rouse?...

ROUSE!!.

–¡Si si si!

– Rouse.

La señorita Dolores me mira con preocupación, –te encuentras bien querida?, de la nada te fuiste y comenzaste a respirar muy rápido, pensé que era otro de esos ataques que– –no. Me encuentro bien solo que, estoy un poco exaltada– –sabes estoy orgullosa de tu desarrollo estos últimos dos años, tu tía me aviso que pronto pasará por ti, por cierto toma, es un regalo por tu esfuerzo–.

Ella me entrega una pequeña caja de madera con mis iniciales grabadas y dentro venían chocolates con una pequeña nota escrita por la señorita Dolores en la que en ella venía un mensaje de motivación y su número de teléfono en caso de emergencia.

Sandra Dolores o Dolores como le dicen los residentes es una mujer de 50 años que trabaja en el hospital ayudando a los pacientes desde hace 25 años, actualmente es la jefa del departamento de tratamiento de salud mental y mi doctora, bueno ya no más porque esta es mi última sesión y por fin me iré a casa de mis tíos. Desde aquella noche en la que perdí a mi familia mi tía tomó mi custodia y me trajo a vivir a este pueblo.



〰〰

–Rosi?, qué haces acá afuera abejita es tarde, ya tendrías que estar dormida.

–Ahora no papá estoy apunto de encontrar una pista.

–Y me podrías decir de qué trata esa pista.

–No! es un secreto.

–De acuerdo.

–Okey okey, pero solo te lo voy a contar a ti por que eres mi papa.

Mientras dejo mis juguetes en la arena me coloco a un lado de mi padre, los dos estamos sentados en la orilla de la playa de noche a la luz de la luna.

–Soy una espía , y estoy en un caso.

–¿Puedo ser tu ayudante?

–No papá es muy peligroso y no me gustaría que estuvieras en peligro.

–Está bien mi pequeña James Bond.

–Aunque un ayudante no estaría mal.

–De acuerdo agente abejita 007, que tal si mañana seguimos con el caso por que ahora es muy tarde y tu madre se podría enojar mucho. ¿O acaso quieres ver a tu madre enojada?.

–No no, me da miedo.

–Bien entonces recoge tus cosas de espía y vamos a dormir.

De camino a casa mi padre me lleva cargando y en el trayecto me quedo dormida y entre sueños escucho escucho a mi padre.

–Descansa abejita, te amo.

–Yo también te amo papá.

〰〰


Mi tía se encuentra en la entrada del hospital mirándome con esa sonrisa amistosa que le regala a todas las personas que la saludan, esa sonrisa que me dio el primer día que la conocí.

 Tenia 7 años y mientras jugaba con mi hermana menor y mis primos en la playa, ella y mi madre tomaban limonada mientras en la radio sonaba una canción de The Beatles,  ese día me sentía feliz, sin imaginarme que podría pasar años después. 

 Viste un buzo verde que va en juego con sus ojos que nos identifican como familia, y unos jeans de tiro corto, y como siempre con un cigarrillo en la mano. La adicción por el cigarrillo es de familia ya que recuerdo que desde que tengo memoria mi madre fumaba una cajetilla y media al día, y bueno yo a los trece años comencé a fumar, aunque gracias a dios ya deje eso, pero mi tía, es raro verla sin un tabaco en la mano.

–Hola Rosi, que felicidad verte.

–Sabes aunque me gustaría que hubieras venido a visitarme los últimos cinco meses.

–Si lo siento, estuve muy ocupada.

Miente.


Un tiempo mi tía y mi madre pasaron de ser cercanas a tener una gran rivalidad, no entendía por que se comenzaron a odiar de la nada, todavía recuerdo que en mi cumpleaños numero ocho las dos tuvieron una riña que provoco que a todos los invitados nos sacaran del Chuck E. Cheese, ese día mi papa me dijo que no me sintiera mal, y al día siguiente de recompensa me llevo a un parque de diversiones. Lo extraño demasiado.


–¿Ocupada en que?, en vender esas cosas o ocupada pegada al cigarrillo.

Tiempo después de la pelean de mi madre con mi tía , me di cuenta que mi tía junto con su esposo se habían metido en problemas con una pandilla de la ciudad por la venta de sustancias ilegales, a lo que mi tía recurrió con mi madre a pedirle 12 mil dólares para pagarles, pero nunca le devolvió el dinero.

–Mira niña para empezar tu tío y yo ya dejamos ese negocio atrás, ahora yo trabajo para la fábrica del pueblo y tu tío en...

–Adivino, tratando de vivir toda su vida pegado al televisor.

–Por ahora tu tío está en llamada para su nuevo trabajo.

–Sí claro.

–Solo sube al auto Rouse.

–como sea solamente que ya me quiero ir de aquí.

No recordaba bien las calles del pueblo desde mi llegada, mi primer año aquí fue como estar en el mismísimo infierno, las pesadillas de mis traumas en la niñez  y los flashback de ver a mi familia muerta no paraban, por lo que mi tía decidió internarme, odie la idea, estar encerrada con personas que no conocía me asustaba pero poco a poco me fui acostumbrando, acostumbrándome a los gritos, a los abusos, al puto infierno en el que me metieron.





〰〰

Arden, mis pulmones arden, trato de respirar, sigo corriendo, mis pies arden, pero no puedo parar tengo que correr, tengo que huir, huir de él. 

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⏰ Última actualización: Jan 15, 2022 ⏰

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