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Louis corrió debajo de la cama y se escondió, su corazón palpitaba a millones de latidos por minuto.

Corrió y presionó su cuerpo contra la pared, debajo de la cabecera de la cama. No sabía quién había entrado por la puerta, pero no quería que nadie lo viera desnudo a excepción de Harry.

Los mitos eran ciertos. Los cambiaformas conejo eran muy calientes. Les gustaba tener sexo tan a menudo como fuera posible. Sin embargo, sólo les gustaba tener sexo con sus parejas. Una vez reclamados, jamás habría alguien más.

Con respecto a eso, los conejos eran más leales que cualquier otra especie de cambiaformas. Ni siquiera tenían sexo antes de que fueran reclamados por sus parejas. No sólo era considerado mal visto. Era una tradición.

Dudaba que Harry comprendiera el compromiso que hizo cuando se aparearon. Él nunca desearía estar con otra ser viviente, siempre y cuando permaneciera con vida. Ahora todo su interés sexual estaba fijado firmemente en su pareja.

No podía hacer más que preguntarse si Harry sentiría lo mismo. El hombre parecía bastante posesivo, pero ¿Qué sabía él de los cambiaformas dragón? ¿Tal vez a Harry no le importaba que estuviesen apareados, pero no le gustaba compartir juguetes?

Entre más se acurrucaba contra la pared, más deprimido se sentía. No se suponía que se apareara con un dragón. Se suponía que se aparearía con otro conejo. Así es cómo funcionaban las cosas.

Los Ancianos realmente los habían jodido a todos, cuando decidieron jugar a este pequeño juego. No podía hacer nada más que esperar a que el karma regresara y les mordiera el trasero a los Ancianos. Se lo merecían.

-¿Conejito?

Titubeó por alrededor de un segundo, luego se arrastró por el piso hasta llegar a la seguridad que proporcionaban los brazos de Harry. Este se agachó y lo recogió, acunándolo entre sus brazos y acercándolo a su pecho. Sus ojos casi rodaron hasta la parte posterior de su cabeza, cuando Harry comenzó a acariciarlo. Los conejos eran criaturas muy táctiles. Anhelaban el contacto.

-Hey, conejito, ¿Qué te tiene tan molesto? -Le preguntó Harry, mientras lo cargaba hasta la cama y se sentaba. Se extendió en la cama y colocó junto a él. -Galan no va a lastimarte, conejito, te lo prometo.

Volvió a su forma humana y estiró su cuerpo junto al de Harry, presionándose contra él. Le gustaba la cercanía que sentía, cuando estaba presionado contra el enorme cuerpo de Harry, la seguridad que le daba.

-No tengo miedo de Galan -le dijo, mientras cogía los botones de la camisa de Harry. -Aunque tal vez él quiera reconsiderar tener miedo de mí. Puede que sea sólo un conejo, pero todavía puedo hacerle un severo daño.

-Si no tenías miedo de Galan, ¿Entonces por qué corriste?

-Estaba desnudo. -¡Duh!

-Conejito, Galan ha visto a otros hombres desnudos con anterioridad. Además, eres magnifico. No tienes nada de qué avergonzarte.

-No estaba avergonzado -gruñó y se alejó de Harry. -Estaba siendo leal, pero supongo que los dragones no saben nada sobre eso.

Estaba actuando por pura irritación, y lo sabía. Es sólo que al parecer no podía detenerlo. Harry, como su pareja, debería haber estado tan preocupado como él, pero el hombre ni siquiera parecía desconcertado.

-¿Perdón?

Sus ojos se entrecerraron, cuando detectó la violencia apenas controlada en la voz de Harry. Tal vez había cruzado la línea sólo un poquito con el comentario del dragón, pero estaba molesto.

Escamas y una colaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora