cap 1

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    En ese mismo momento, Simon Russo, el nuevo Magnate de las empresas Hastings.
tema de conversación de las mujeres italia , estaba sentado en en unos de los mejores bares de Italia Y estaba acompañado ni más ni menos que por Daniel lombardi , el hermano mayor de Alice. Eran bastante parecidos; los dos altos, fuertes y con el cabello grueso y oscuro.Sin embargo, Anthony tenía los ojos del mismo color chocolate que su hermana y Simon los tenía azul intenso.
precisamente, era esa mirada fría la que le antecedía. Cuando miraba a alguien
directamente a los ojos, los hombres se sentían incómodos y las mujeres empezaban a temblar.

Pero Daniel  no. Hacía años que se conocían, y Daniel se limitaba a sonreír cuando Simon levantaba una ceja y lo miraba fijamente.

—Te olvidas de que te he visto con ropa de mujer ?—le había dicho Daniel—. Desde entonces, me cuesta tomarte en serio.

—Sí, y si no recuerdo mal, fuiste tú el que me sujetaba mientras que la quería quitar—Fue la respuesta de Simon.

—Uno de los mejores momentos de mi vida, te lo aseguro. Sí, pero a la noche
siguiente te tomaste la revancha .

Simon sonrió al recordar tanto el incidente como la consiguiente charla con el
director. Daniel era un buen amigo, el tipo de hombre que uno querría tener al lado en
una situación difícil. Fue la primera persona que Simon buscó cuando volvió a Italia.

—Es un placer volverte a tener aquí, Russo —dijo Daniel, una vez sentados en las butacas del bar.
—Pero supongo que ahora insistirás en que te
llame  Serrano.

—No —dijo Simon, serio—. Serrano será siempre el nombre de mi padre. Nunca respondía a nada más. —Hizo una pausa—. Heredaré toda la presidencia si es necesario pero no aceptaré su apellido.

— ¿Si es necesario? —Daniel abrió los ojos como platos—. Muchos hombres no estarían tan resignados ante la perspectiva de heredar la presidencia.

Simon se pasó la mano por el pelo. Sabía que se suponía que debía estar contento
por su primogenitura y mostrarse orgulloso de la intachable historia de los Serrano, pero la verdad era que todo aquello lo ponía enfermo. Toda la vida había intentado defraudar las expectativas de su padre, y ahora le parecía ridículo hacer honor a su apellido.

—Es una maldita carga, eso es lo que es —gruñó, al final.

—Pues será mejor que te vayas acostumbrando —dijo Daniel, a modo de consejo—, porque todos te van a llamar por su apellido.

Simon sabía que era verdad, pero dudaba que algún día pudiera llevar con dignidad aquel apellido.

—Bueno, en cualquier caso —dijo Daniel, respetando la privacidad de su amigo
en algo de lo que obviamente no le gustaba hablar—, me alegro de que hayas vuelto.Así, por fin, encontraré un poco de paz la próxima vez que acompañe a mi hermana a un baile.

---¿baile?---preguto Simon.—Deduzco, de tus palabras, que mientras he estado fuera, te has convertido en una especie de buen partido, ¿no?

—No es que aspire a ello, te lo aseguro. Si dependiera de mí, evitaría los bailes
como si fueran plagas. Pero mi madre presentó a mi hermana ante la sociedad el año pasado y, de vez en cuando, me veo obligado a acompañarla a los bailes. Cuídate de las madres italianas.

—Te refieres a Alice, ¿verdad?---

Anthony miró a Simon bastante sorprendido.

— ¿Os llegasteis a conocer?

—No —dijo Simon—. Pero me acuerdo de las cartas que te enviaba al colegio;además, también recuerdo que tienes una hermana pequeña.

—Sí, claro —dijo Daniel—Simon —dijo Daniel de repente, inclinándose hacia delante—. Le prometí a mi madre. Que a finales de semana iría a cenar con la familia a lombardi House. ¿Por qué no vienes conmigo?.

Simon levantó una ceja.

— ¿No me acabas de prevenir sobre las madres y sus hijas casaderas?
Anthony se rió.

—Pondré a mi madre sobre aviso y, respecto a lis, no tienes nada de qué preocuparte. Es la excepción que confirma la regla. Te encantará.

Simon frunció el ceño. ¿Estaría Anthony jugando a las casamenteras? No estaba seguro.
Como si le hubiera leído el pensamiento, Anthony se rió.
—Dios mío, crees que quiero emparejarte con Alice, ¿no?

Simon no dijo nada.

—No encajaríais. Eres demasiado callado para sus gustos.

A Simon le pareció un comentario algo extraño, pero decidió hacer otra pregunta.

—Entonces, ¿ha tenido otras ofertas?

—Unas cuantas. —Daniel se bebió de un trago lo que le quedaba de brandy y
suspiró, satisfecho—. Le he dado mi permiso para rechazarlas.

—Es un acto bastante indulgente por tu parte.
Daniel se encogió de hombros.

—En esta época, esperar un matrimonio por amor quizá sea demasiado, pero no veo por qué no debería ser feliz con su marido. Hemos recibido ofertas de un hombre que podría ser su padre, otro de uno que podría ser el hermano de su padre, y otra de uno que era demasiado tranquilo y, esta semana,¡Dios, este ha sido el peor!—Entonces, ¿vendrás a cenar? —dijo Daniel, levantándose.—Algo informal,por supuesto. Nunca organizamos cenas formales cuando estamos en familia.

Simon tenía muchas cosas que hacer esos días pero, antes incluso de pensar en lo
que tenía que arreglar, ya estaba diciendo:
—Será un placer.

—Excelente. Pero primero te veré en el baile de los Vargas, ¿no?

Simon se estremeció.

—No, si puedo evitarlo. Mi intención es llegar, saludar y marcharme a la media hora.

Levantando una incrédula ceja, Anthony preguntó:— ¿De verdad crees que podrás llegar a la fiesta, presentarle tus respetos a la señora vargas y marcharte?

Simon asintió de manera segura y contundente.
Sin embargo, la risa burlona de Anthony no fue demasiado tranquilizadora.

Mi magnate y yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora