El espacio que dejó (One-Shot)

El espacio que dejo

*Escribo esta historia sin saber que se siente perder a un hijo y desearía que jamás nadie tuviese que pasar por ello*

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La historia siempre se cuenta de manera diferente, algunas personas son conocidas por su buena obra y otras por su traición.

Este palacio ha vivido grandes alegrías y también guarda grandes tristezas, cada día algo nuevo pasa y el palacio es el único que puede ver, aquellas mujeres que lloraron solas y otras que sonreían con todos, las que planeaban en silencio y las que dejaron de vivir.

Este palacio fue el hogar de muchos pequeños que de niños jugaban con espadas y soñaban con la vida junto a sus hermanos, pudo ver crecer y tomar el trono a algunos y a otros los vio quedar en el camino.

Mi pequeño fue uno de ellos... Mi querido Abdullah...

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La llegada de mi hermosa Mihrimah estaba plagada de felicidad pues no solo fue ella quien llego a este mundo con buena salud, con ella vino otro ángel, mi hijo Abdullah, fue una bendición de Allah que ellos dos llegaran a mi vida.

Jamás me volvería a sentir sola pues ahora tenía dos príncipes y una sultana, ellos serian mi vida entera, velaría por su salud y protegería sus vidas aun si tuviese que entregar la mía para salvarlos.

Süleyman era el mas feliz de todos con sus ojos rebosantes de alegría al tener a ambos bebes en sus brazos, el padre orgulloso de dos pequeños recién nacidos de la mujer que mas amaba en aquel palacio.

Era de esperarse que Mahidevran no estuviese contenta pero no era algo que me importara mientras mis hijos estuviesen conmigo, el harén estuvo de fiesta y el pueblo entero también, les hacía ilusión el saber que Allah nos bendijo de esta manera.

Incluso la madre sultana estaba feliz a pesar de no llevarnos tan bien, todos los días cuidaba de cada uno de mis hijos, no los descuidaba, solamente los dejaba cuando el sultán me llamaba, pero siempre estaban con alguien que los cuidaba como si fuesen suyos.

Cada día los veía crecer, eran, son y siempre serán lo más importante para mí, cada uno de ellos tenia una parte de mi corazón y de mi alma con ellos, si uno me dejara con él se iría una parte de mi alma, una parte de mi vida quedaría inconclusa y con aquel espacio que jamás nadie podría llenar.

Muchas veces le rogué a Allah que jamás me quitara a uno de ellos porque no creía soportarlo...

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Mi pequeño tenia tres años, estaba feliz con el nacimiento de su hermano, era muy pequeño para entender aun, pero estaba feliz de ver a otro pequeño cerca, Mehmet con cuatro años era muy inteligente y siempre estaba con su hermano menor y su hermana que era su adoración, como cualquier hermano peleaban de vez en cuando, pero más tarde se reconciliaban.

Tres años y eran más valientes que yo...

Nadie puede saber su futuro y mucho menos saber el de los demás, pero me hubiese gustado haber sabido que algo así pasaría, se que no podría evitarlo, pero podría haber disfrutado mas el tiempo a su lado.

Aquella tarde de 1526 mi pequeño león se veía apagado, todos los días jugueteaba y sonreía constantemente, lo veía cansado, sus hermanos fueron llevados al jardín y yo me quede con mi hijo, al principio solo se veía cansado.

Cuando bese su frente después de darle de comer note que tenia fiebre, los doctores llegaron ante mi llamado, mi pobre niño estaba enfermo, vomito algunas veces, fue entonces cuando me sacaron de los aposentos contra mi voluntad, no quería irme, mi hijo me necesitaba, pero no me dejaban y tampoco me dijeron nada.

Sus hermanos fueron llevados a otros aposentos y revisados también, afortunadamente no estaban enfermos, y yo tampoco, nadie mas tenia aquella enfermedad, no me decían nada y solo podía verlo detrás de la ventana, ver a los médicos entrar y salir de los aposentos sin poder hacer nada me mataba por dentro.

Mi llanto era evidente, mis ojos estaban enrojecidos, no quería comer nada y no podía dormir hasta que mi hijo estuviera bien, resé para Allah me perdonara si había cometido algún error, no quería que se llevara a mi hijo.

Me sentía desesperanzada y por sobre todo culpable y sabia que las demás mujeres que rodeaban al sultán también me culpaban, menos él, Süleyman sabia que una enfermedad por mucho que tratáramos de evitarla podría llegar.

Esa ultima mañana no podre dejar de recordarla, aquella mañana en la que una parte de mi alma murió, ver por la ventana como los doctores tapaban el pequeño cuerpo de mi bebe me destrozo por dentro, mi dolor había sido demasiado, sentí como mil cuchillos atravesaban mi pecho sin piedad.

Miles de emociones cruzaron por mi corazón, me sentía triste, culpable, acaso había descuidado demasiado de mi hijo, esto era mi culpa, no lo cuide como debía. No protegí a mi hijo, ahora como protegería a los demás. No hice lo suficiente por él.

Sentía las miradas sobre mí, me culpaban también, aquel peso se apodero de mí, el dolor de la perdida era demasiado. Mi corazón latía fuerte y mi respiración se hacia pesada.

Caí al suelo sin poder respirar, Süleyman se rompió pude verlo en sus ojos, el se acerco a mi y me miro, intento ayudarme, pero deje de respirar y me deje envolver por aquella oscuridad deseando ir a su lado...

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Aquel dolor fue demasiado para mi alma, desperté en medio del jardín, ¿Cómo?, No lo sabía, ¿Por qué?, Devia averiguarlo, entonces sentí como alguien jalaba mi vestido y note esa pequeña mano, al mirarlo mi mundo se ilumino de nuevo.

Lo tome en brazos y lo abracé fuertemente, bese sus pequeñas manos y quise caminar con el de regreso al palacio, sabia que había sido solo un sueño, no había perdido a mi pequeño.

Mientras mas caminaba el palacio parecía mas lejano, era como si en realidad ni siquiera me estuviese moviendo de aquel lugar, mi pequeño puso su mano en mi mejilla y sentí su calidez.

Bese su frente y le sonreí como nunca, entonces otro niño se acercó a mí, estaba vestido de blanco y me miro extendiéndome sus brazos, lo reconocí y lo abrace también, mi hermano.

Estaba tan feliz, mi hermano tomo de la mano a mi pequeño príncipe y volví a sentir aquel vacío pues en ese momento entendí lo que estaba pasando.

Allah me dio una oportunidad de despedirme de mi hijo, el ya no estaba y yo tendría que aprender a vivir sin él, mi hijo y mi hermano me tomaron de las manos y me dieron un beso, la culpa se fue, no había nada que yo habría podido hacer, comenzaron a caminar y la luz que había antes comenzó a extinguirse hasta que todo se volvió oscuro...

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Desperté exaltada, al mirar a mi alrededor me di cuenta de que estaba en la enfermería, estaba sola, mi realidad me cayo encima y me aplasto sin piedad, sentía un agujero en mi pecho que nada podría reparar.

Al menos me pude despedir de mi hijo como recompensa, pero el dolor no se iría jamás, aquella alma que perdí esa noche jamás volvería, tendría que aprender a vivir con ese dolor, solo me quedaba esperar el momento en el que por fin me uniría con él.

Y mientras tanto tendría que intentar proteger a mis hijos, aunque aquella noche Allah me dejo muy claro que podría hacer lo que quisiese, pero al final el destino estaba escrito y no podría protegerlos del todo.

Y aquel espacio que mi hijo había dejado en mi corazón jamás se llenaría sin importar cuantos hijos mas trajera a este mundo.