II

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Aquel festival parecía iluminar la pequeña aldea a los pies del antiguo templo Shinto, los juegos de los niños alegraban la media tarde y los olores dulces lograban robarle una sonrisa de total felicidad.

Eran pocas las veces en que lograba salir del palacio, bien sabía que aquellas ocasiones fueron por motivos políticos más que de placer. Por eso ahora se encontraba casi oculto tras el enorme kasa que Baji pudo quitarle a algún monje de la aldea, de esa forma podía pasar casi desapercibido por aquellos pasajes de coloridos adornos.

Su yukata de color cielo lograba hacer juego con el kasa que lo escondía, Chifuyu creía que casi podía parecer un aldeano cualquier entre tantas personas, sin embargo, había algo que seguía mostrando su estatus además de su ojos particularmente claros. Si no fuese por su fiel acompañante que afirmaba la empuñadura de su katana y que caminaba un paso más atrás, casi podía pasar desapercibido. Chifuyu quería eso, además quería...

—Baji-san debería relajar su postura —dijo unos segundos antes de siquiera pensar en aquello que venía consumiendo sus pensamientos desde hace un tiempo. ¡Cómo osaba siquiera en imaginar algo así desde que propuso esa incógnita salida! Su guardián no lo merecía —. La aldea es segura, pero la actitud defensiva de Baji-san entrega el mensaje contrario.

—Solo me aseguro de que Matsuno-san esté a salvo —. Su voz rasposa siempre lograba erizan los vellos de su nuca y esta vez no fue la excepción, pero logró disimular muy bien su aturdimiento y mantuvo su mentón alzado frente al joven samurai.

— No hay peligro porque Baji... porque tú estás aquí.

Estaban lejos del palacio, no había nadie cerca y, quería creer Chifuyu, no tenían tras de ellos a ningún otro samurai dispuesto para el clan Matsuno. Entonces no había necesidad de conservar el lenguaje formal que demandaba su estirpe.

Había en esto un mensaje silencioso para Keisuke, Chifuyu lo sabía, así que sonrió sin rastros de timidez cuando lo vio soltar la empuñadura y relajó sus brazos para luego esconder sus manos tras las mangas de su haori.

Eso era suficiente para continuar con su camino en paz.

No quería reconocer que le alegraba demasiado el tener a Baji caminando a su lado, que de esa forma podía notar la diferencia de estatura que tenían ambos y que también podía tenerlo más cerca, como venía deseando hace bastante tiempo.

No fue sino hasta entrada la tarde, cuando el sol se estaba poniendo casi por completo, cuando se detuvieron frente a un pequeño puesto de juegos. No era mucho lo que parecía entregar aquel lugar sino más que algunas frutas de la temporada y platillos de algunos dulces que lograron captar la atención del joven heredero.

Chifuyu quería esos dulces para él.

—¿Desean intentarlo? —consultó con voz dulce la joven miko que se encontraba a un costado del pequeño puesto. Llevaba consigo un arco de gran tamaño y una aljaba oscura cargada de flechas. Así fue como notó que aquel juego era tiro al blanco y miró con entusiasmo a su compañero.

—¡Sí! —exclamó entusiasmado ignorando por completo el ceño fruncido de Baji y las veces que venía negando con su cabeza desde que vio a un chico fallar en los cinco tiros que ofrecía la atracción. —Baji–san, Chifu... deseo participar. ¿Podemos?

Keisuke volvió su rostro hacia él y quiso reír con gracia cuando notó que casi utilizaba el lenguaje que solía emplear en el palacio para referirse a sí mismo, pero ni eso logró alegrarlo demasiado cuando lo vio rebuscar entre las telas de su yukata la pequeña bolsa donde cargaba sus monedas.

El problema no es que Chifuyu quisiera participar, el real drama venía con sus manos que solo habían empuñado katanas y nanigatas desde que tenía uso de razón, el arco y las flechas nunca habían estado entre sus armas favoritas para usar, así que estaba seguro de que, al igual que el anterior jugador, fallaría en todos los tiros. ¿Cómo le explicaría esto a Chifuyu? Se supone que él era un samurai experto en batalla, que podía controlar incluso las armas de fuego que iban apareciendo por la región, no podía fallar de esa forma frente a él pues no quería decepcionarlo ni hacerle pensar que era un débil. Tal vez su ego también estaba luchando en ese momento.

Bojō 慕情 [AU/BajiFuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora