Llego una tarde de enero.
Sola, vestida toda de negro
y con los ojos
rojos he hinchados
tras mucho haber llorado.
Moqueando y con un nudo en la garganta
dijo un gracias inaudible.
Llevaba un aerosol mata moscas.
Quizá para eliminar el recuerdo de aquel
difunto cariño que revoloteaba por su ser.
Salió sin ver el auto que se aproximaba
como si la vida sin su presencia
no tuviera motivo ni ocasión,
deseando únicamente
encontrarse nuevamente
con aquel amigo que llaman muerte.
Dos días y medio que no comía bien.
Blanca piel
ahora roja
bajo una falda plisada.
Diez dedos y dos talones
adoloridos bajo gamuza
y en taco cuña.
Carroza roja subió deprisa.
Pues la esperaban en casa otros tantos
igual o mas desolados.
Junto al piloto y sin pasajeros.
Doblo la esquina y
quede en el cajero.
En memoria de María Irma Flores
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La caja registradora de historias
Misterio / SuspensoAlegrías, penas funerales y asesinatos. Todo pasa por la misma caja registradora. Y el cajero narra como si alguien le oyese. No hay respuesta No hay salida