La madre de Elisa recibió un mensaje diciendo que Disney había hecho un cortometraje con una pareja homosexual para San Valentín.
Era sobre dos astronautas en la luna. En ningún momento se quitaban los trajes ni revelaban sus rostros o se escuchaban sus voces, pero se rumoreaba que ambos astronautas eran hombres. El final del mensaje incluía un link a una petición online, que su madre reenvió al grupo de Whatsapp de la familia. Corporación Walt Disney: deja de vender ideologías homosexuales a nuestros hijos. Toda la familia la firmó.
Así fue como Elisa recordó que era el día de San Valentín.
A ella nunca le había gustado esa fecha, pero estaba demasiado ocupada como para pensar en eso.
Se despertó y preparó el desayuno para sus hermanos menores, Mateo e Isa. Su madre, padre y hermano mayor ya se habían ido a trabajar cuando apenas salía el sol. Saludó a Camila, su cuñada, que alimentaba a la pequeña Mia con el biberón.
Elisa bebió su café frente a la ventana. Revisó en su celular los mensajes, ignorando el de su madre. Había un mensaje nuevo, de un nombre que había preferido olvidar.
Sofía: Hola, soy yo otra vez. No te olvides de que iré a tu casa hoy por la tarde. Nos vemos
Elisa: Hola, disculpa pero a la tarde tendré clases con uno de mis alumnos. Surgió de improviso, lo siento.
Ese verano Elisa estaba trabajando como maestra de inglés con unos niños del barrio. El año anterior había trabajado en la tienda de ropa de su tía y habría seguido allí si no hubiera cerrado. Dos años atrás había trabajado como asistente de salvavidas en la playa, y habría seguido allí si no fuera por Sofía.
Sofía: a qué hora terminas? pásame la dirección y te encuentro allí.
Elisa puso los ojos en blanco. Tenía que madurar y encontrarse con ella de una vez por todas, aunque en el fondo quería comportarse como una niña y seguir escabulléndose para siempre. Pero sabía que eso era un lujo que nunca se había podido dar.
Le pasó la hora y la dirección exacta para el encuentro. Sofía le había hablado hace una semana para comprarle una de las fundas de celular que estaba vendiendo, eso era todo. Pero aun así la idea de volver a verla le daba ansiedad.
Para calmar su mente se puso a pensar en el teléfono que tenía pensado comprar con el dinero que venía ahorrando. Era un proceso lento y frustrante, las fundas de celular no dejaban mucho. Del dinero que ganaba enseñándole inglés a los niños, la mitad debía ir para los gastos de la casa, se lo entregaba a su madre cada semana y ella contaba los billetes para asegurarse de que sea la suma correcta. Lo que debía pagar por ser la hija mayor en su familia.
Se pasó la mañana cuidando a sus hermanos que jugaban en sus celulares, ausentes en un mundo más simple. Con la ayuda de Camila cambió las sábanas, las puso a lavar y tendió todas las camas. Luego Camila fue a hacer unas compras para el almuerzo y en su regreso Elisa acompañó a sus hermanos a la plaza, que habían acordado ir a jugar con unos compañeros de la escuela.
Cuando regresaron, su madre y su hermano Ignacio ya habían vuelto, listos para almorzar. Camila estaba terminando la comida, hoy era su turno. No vería a su padre hasta la hora de la cena o tal vez hasta el día siguiente, si tenía suerte.
Luego del almuerzo se dio una ducha y salió a dar su primera clase del día. Al menos cuando vuelvan las clases pasaría la mayor parte del día fuera de casa, aprovechando cualquier excusa para estar sola, libre.
No quería pensar en lo que vendría después de ese año, cuando termine la secundaria.
Sus padres se habían conocido en la escuela e Ignacio nació cuando ambos tenían diecisiete años. Ignacio, por su parte, comenzó a trabajar apenas salido de la secundaria, conoció a Camila, y dos años después tuvieron a Mia. Elisa podía verse siguiendo ese camino, pero la idea la asfixiaba. Cuando pensaba en el futuro, pensaba en una habitación incendiándose con ella adentro.
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El mundo es infinito
RomanceElisa recibe un mensaje en el día de San Valentín que pone en juego todo lo que creía sobre su vida y su destino. Siendo la hija mayor de su familia, Elisa se siente atada a sus obligaciones. Cree que no hay lugar para ser quien es realmente en su c...