1. Oikawa Toru. •[Día de frío]•

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Esa mañana te despertaste a las 6:30 como siempre, para ir al instituto. Te levantabas tan temprano para organizar todo antes de irte. Al vivir sola tenías que prepararte el desayuno y el bento con el almuerzo para ese día, además de recoger la cocina y tu cuarto.

Era tu primer año en la preparatoria Aoba Josai y aún no conocías mucha gente. Te quedabas sola en un apartamento, ya que tus padres viajaban mucho por trabajo y necesitabas, al menos los años de bachillerato, estar en un único lugar establecida. "Además, así ganaré soltura para cuando vaya a la Universidad" les dijiste a tus padres para convencerlos. Lo que no sabías era que te costaría tanto congeniar con las personas que asistían a esa escuela. Siempre has sido una persona que hablaba con todo el mundo, sin embargo, nunca habías llegado a acercarte tanto a nadie, porque al cabo de unas semanas te volvías a mudar y eso te estaba pasando factura.

Terminaste de alistarte y saliste de casa con un paso rápido, querías entrar un poco en calor mientras caminabas, por lo que parecía, habían anunciado en las noticias que iban a bajar las temperaturas.
Llegaste al instituto y te sentaste en tu correspondiente mesa. Las horas iban pasando y llegó la hora del almuerzo. Te levantaste y te dirigiste detrás de uno de los gimnasios, puesto que te gustaba comer rodeada de árboles y así no te vería nadie. Estando ya a unos metros de la parte de atrás oíste un sollozo que provenía de ahí. Con cuidado, miraste a ver de quien se trataba, intentando no ser vista por aquella persona.

Era un chico de cabello castaño y algo rizado, parecía alto y bastante fuerte. Lo habías visto algunas veces por los pasillos y te había parecido muy atractivo.

No sabías muy bien que hacer así que te acercaste a él sigilosamente, colocandote justo enfrente del chico. No se percató de que estabas ahí, así que le pusiste una mano sobre la cabeza y empezaste a decir:

- (T/N): Ey, ¿estás bien?

El chico paró al instante de llorar y alzó la cara poco a poco alcanzando a ver tus ojos. Te quedaste paralizada al ver su cara hecha un desastre, toda roja, con sus ojos cristalinos de haber estado llorando por un buen rato.
Al no contestarte decidiste seguir preguntándole.

- (T/N): ¿Cómo te llamas? Yo soy (t/a) (t/n), ¿necesitas algo?, la verdad que me has preocupado.

- Oikawa: No, no, estoy bien gracias por preocuparte. - dijo con voz entrecortada, intentando mantener la compostura - Soy Oikawa Toru, ya me voy, para dejar que almuerces tranquila. - mirando tu bento, se levantó.

- (T/N): No, quédate, - le dijiste mientras agarrabas su brazo, no sabías el porqué hiciste eso, pero no querías que se fuera. - por favor, no quiero comer sola.

- Oikawa: Está bien, me quedaré. Pero con dos condiciones. - asentiste y el chico continuó - No puedes decirle a nadie lo que acabas de ver; y dos, me gustaría desahogarme un poco y la verdad que ahora mismo nadie puede escucharme, ¿lo harías tú (t/n)-chan?

Te sonrojaste un poco al escuchar decir tu nombre y asentí dispuesta a escuchar que le pasaba a Oikawa. Después de 10 minutos contándote sobre su lesión de tobillo y lo mal que lo estaba pasando por sentirse inferior, acabasteis riendo y contándo cualquier cosa, pues ya el castaño tenía otro semblante.

Al escuchar la sirena, la cual daba fin al descanso para comer, te entristeció, pero el haber hablado con Oikawa te dio valor para pedirle que si quería estudiar contigo en tu casa, a lo que el contestó "claro, has sido mi salvadora, así que dalo por echo".

Quedasteis en esperaros a la salida e ir juntos, y así fue.

Cuando llegasteis a tu casa seguía haciendo mucho frío, al igual que por la mañana temprano, así que decidiste que para entrar en calor mientras la estufa hacía su efecto, os meteríais en la ducha. Primero entró Oikawa, saliendo a los 10 minutos ya vestido con la toalla que le habías dado en los hombros. Le dijiste que se pusiera cómodo mientras tú estabas dentro del baño. Para tu desgracia, cuando terminaste de ducharte y secarte, te diste cuenta de que tu ropa estaba en la habitación. Se te había olvidado.
Abriste un poco la puerta y asomaste la cabeza, viste a un Oikawa dormido en el suelo radiante con una manta por encima. Al ver la situación, creíste oportuno salir desnuda sin hacer ruido a por la ropa. Llegaste a la ropa y mientras te ponías tus bragas, notaste una mano en tu hombro. Era Oikawa.

Haikyuu × Lectora •[One-shots]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora