Il piccolo mostro

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Mi cachorro corría sobre el verde pasto persiguiendo al lindo gato calicó de la vecina como era de costumbre Yeontan ladraba lo más fuerte que su pequeño cuerpo le permitía, reí al darme cuenta que el felino escurridizo escapó por milésima vez de sus garras, dejando al pobre canino jadeando, me apresuré a entrar a la gran casa pintada de color marfil, el aroma a chocolate llegó a mis fosas nasales y mis papilas anticiparon la degustación del delicioso líquido.

Observe la rubia cabellera de mi madre sobresalir como un piña, reí por el peinado haciendo que volteara a verme con una mirada risueña.

— Buenos días, TaeHyugnie — sonrío para apuntarme con el cucharón — No quiero una palabra de mi peinado jovencito, sé que esta espantoso. —

Alcé los brazos en rendición y solté una pequeña risa.

— No sería capaz — dije viéndola entrecerrar los ojos hacía mí — Bueno, quizás sí, solo un poco —

Volteo rápidamente en cuanto se escucharon numerosos pasos bajar por las escaleras y si, bajaban más de siete personas digamos que esta era una casa familiar.

Papá, mamá, dos de mis tíos con sus esposas, cinco primos, cuatro hermanos, 6 cuñadas (os), ocho sobrinos y cuatro mascotas. Pues sí, éramos una familia algo numerosa.

Me levanté de la encimera solo para ver los platos volando por todos lados, claro, mamá tenía el don de controlar cualquier objeto inanimado, en sí, era una ventaja. Cada uno de los integrantes tomó asiento en la mesa "para grandes" y bufé caminando hacía la mesa de "los niños", se lo que piensan y no, no era un niño, tenía veinticinco años, estudiado, letrado con una carrera en literatura, trabajo estable e independiente.

Pero como casi todos en mi familia o como en todo el jodido pueblo aún no me presentaba, a los dieciocho años pensamos que era un común retraso, a los veintidós podía oír a la gente del pueblo murmurar sobre el asunto, ahora con veinticinco podía escuchar como en la habitación continua mi madre se desahogaba a mitad de la noche rompiendo en llanto, lo entendía, claro que sí, supongo que es un gran golpe que el menor de tus hijos no tenga un don, que el espíritu del bosque no le haya otorgado uno, que el universo se burle de tu retoño golpeándolo con esa triste realidad.

Me senté al lado de mis sobrinos los cuales tenían y en ese orden, Amanda y Hoseok, dieciséis años apunto de su presentación, Owen, quince años, Olivia, quince años, Jaden, catorce años, Ji Eun, trece años y los lindos gemelos gongchan y jinyoung con tan solo 2 añitos.

Mi padre estaba emocionado con la presentación de los mellizos, sabía que tenía miedo, es decir, su hijo menor, no tenía ningún don, la madre naturaleza y el espíritu del bosque hicieron que no se le otorgara ninguno, estaba dolido, molesto y asustado.

Suspiré bajo, llevándome un pedazo de huevo revuelto a la boca, quizás solo era conmigo, mis sobrinos no merecían pasar los malos ratos que me eran indiferentes (ahora) pero en cierta edad causaron un daño irreparable.

"Solo seré yo, el único sin don y eso está bien, me hace especial"

Sentí un jalón en mi chaqueta y volví a la realidad, dándole un sorbo a mi chocolate caliente.

— Tío, siete y media. — canturreo con voz cantarina Hoseok.

Mierda, demasiado caliente.

Expulse el líquido de mi cavidad bucal haciéndome para atrás en la silla, estaba demasiado tarde.

— Mierda, mierda, mierda! — murmuraba rebuscándome los bolsillos en busca de las llaves de mi auto —

— Lenguaje — gruñó mi hermano mayor —

Twenty-Something - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora