Sunoo había terminado con Yuna.
Sí, Yuna todo el tiempo había estado siéndole infiel; y en ese lapso de tiempo en el cual Sunoo no había podido dejar de llorar ni lamentarse amargamente (lo cual ya llevaba pasando desde hace casi 6 meses) Ni-ki había sido su único soporte.
El japonés no había flaqueado en su lealtad ni un segundo y Sunoo lo sabía de antemano; Ni-ki seguía sintiendo su corazón latir cada que miraba hacia el bonito chico de mejillas esponjosas. Sunoo con el tiempo había aprendido a acostumbrarse a atrapar a Nishimura mirándolo con corazones en los ojos, a sus ya clásicos coqueteos prácticamente diarios y cotidianos, y estaba de más de decir que había aprendido que Riki era el chico más caprichoso del mundo, y que cuando quería algo era imposible negarselo.
Será por eso que tal vez, en alguna ocasión se hubieran dado pequeños e insignificantes piquitos.
No, ni siquiera los consideraban como besos como tal, ya que apenas y sentían sus labios rosarse; aunque eso sí, Ni-ki era un total fanático de pellizcar sus mejillas, besarlas y a veces incluso morderlas suavemente, decía que lucían como dos bonitas bolitas de algodón.
Y Sunoo por su parte no se negaba en lo absoluto. Vaya que la primera vez que (debido a uno de los berrinches del menor diciendo que Sunoo era demasiado bonito para ser real y que era una lástima que no le diera una oportunidad de enamorarlo) había juntado sus labios suavemente ambos habían chillado y pegado un brinco como si se hubieran quemado. Aunque con el tiempo se había vuelto natural.
Tampoco habían tenido ese "enamoramiento express" tan popular en las películas y series románticas, de hecho ellos no llevaban un "romance" como tal, sinó algo así como un "bromance" que a veces se les salía de las manos.
Cómo ahora.
— ¡Kinnie ya déjame! — imploraba el coreano riendo.
— No. — respondió simple el japonés aún besando y acariciando el cuello de Kim, sintiendo que este se removía y reía por la extraña sensación.
Con sus manos hacía cosquillas en las costillas de su amigo y con sus labios dejaba un recorrido entero de besos desde su cuello hasta su pecho, haciéndolo reír y patearlo suavemente con tal de quitárselo de encima. Lógicamente en vano.
— ¡Mi piel es muy pálida, me vas a dejar marcas! — le dijo Sunoo tratando de quitar la cabeza de Nishimura de su cuello, todavía con su amplia sonrisa en el rostro y al final (rindiéndose) acariciando su cabellera y besando la coronilla de su cabeza.
— Mejor aún, así no se te acerca nadie, Omega. — le dijo mordiendo cuidadosamente su piel. Sunoo gritó entre su risa e hizo a Ni-ki mirarlo, conservando su sonrisa y alzando una ceja.
— ¿Omega? ¡Ni-ki, deja de leer esos omegaverse!
— ¡Pero quiero ser tu alfa! Déjame ser tu alfa Sunshine. — rogó enterrando su cabecita entre el hombro y el cuello del de mayor edad.
— No sería mala idea... — susurró para sí mismo Sunoo, sin esperar que cierto japonés con muy buena audición lo escucharía.
— ¿Porqué no me dejas ser tu novio? ¡Ya nos portamos como si fuéramos novios! — se quejó Ni-ki, besando la mandíbula contraria. Sunoo lo tomó por la cadera y lo hizo sentarse en el sillón blanco donde se encontraban recostados en la sala de la casa de Sunoo, sabiendo que su madre no llegaría pronto y que (para su suerte) no tendrían deberes escolares debido a que la maestra había tenido que ausentarse. Acto seguido se sentó sobre el regazo del menor sorprendiéndolo, puesto que era un acto nuevo, jamás se le había ocurrido hacer eso. Ni-ki por instinto llevó sus manos a las caderas contrarias para acomodarlo en su sitio.
— Ya hemos hablado de eso Riki... — dijo Sunoo recargándose en el pecho contrario. El aludido suspiró rendido y repartió besitos por todo el rostro del pelinegro.
— Ya pasó lo de Yuna... ¿Sigues creyendo que yo seré igual que ella? — soltó con tono lastimero frenando su cariño en el rostro del más pálido. El de piel más clara hizo un ruidito con su garganta aclarando que no era así.
— No pero... Sigo teniendo miedo, es decir, no fui un buen hombre para Yuna, ¿Qué me asegura que tú no te cansarás de mí? No quiero perderte, no podría...
— Sun... A mí me gustas más que nada ni nadie, por favor confía... podríamos ser la envidia de todo el mundo, sólo dame una oportunidad...
Sunoo pareció pensar en algo, hasta que por fin hizo un gesto despreocupado con la mano y miró al japonés a los ojos.
— Al carajo Shin Yuna... — dijo en un susurro suficiente audible para que resonara en la habitación, atacando sin aviso alguno los labios del extranjero. Por primera vez sin ser apenas un roce, apenas una probada, esta vez dándole la libertad a Ni-ki de que saboreara su tan aromático bálsamo de fresa.
Ni-ki tardó en procesar lo que estaba pasando, más al entenderlo no tardó un segundo en devolverle el movimiento al mayor, algo torpe por ser la primera vez que lo hacía.
Sunoo parecía un experto, movía suavemente sus labios sobre los contrarios ejerciendo una leve presión, separándose levemente en algunos segundos para atrapar el labio inferior del de menor edad entre sus dientes, succionando igualmente este, Ni-ki dejándose hacer sin saber qué más hacer, tratando de seguirle el ritmo al de más baja talla, entre abriendo su boca para darle acceso a Kim de explorar su cavidad bucal con su habilidosa lengua.
La sala pronto se llenó de chasquidos provenientes de ambas bocas, llenando el vacío. Sunoo levantó ligeramente su cuerpo para dejar de aplastar al japonés, este atrapando su cintura entre sus grandes manos para regresarlo hacia su cuerpo, queriendo tener más y más cercanía, queriendo convertirlos a ambos en uno mismo; la lengua de Sunoo sabía bien, como una paleta de caramelo la cual se enredaba con la suya cuáles fueran dos simples gotas de agua mezclándose entre ellas.
Sunoo pasó su mano por detrás de la cabeza de Ni-ki para atraerlo más hacia él, profundizando aún más el beso; pero como en toda bella historia de amor había un desgraciado enemigo: el maldito aire.
Se separaron con las respiraciones aceleradas al igual que el corazón, Sunoo llevándose el labio de Nishimura en el acto. El recién nombrado jalando el extremo de la camiseta de Kim.
Se miraron a los ojos, sintiendo como si por arte de telepatía se hubieran comunicado, ya que tuvieron el mismo pensamiento y apenas unos segundos después sus bocas estaban unidas nuevamente.
El espacio era inexistente entre ambos cuerpos, sus caderas estaban unidas, sus pechos latientes también, sus rostros no conocían la distancia, sus manos inclusive se habían entrelazado en algún punto también.
Se estaban saboreando sin pena alguna. «Lindo» pensó Ni-ki, «descarado» pensó igualmente segundos después.
Cuando sus labios simplemente no pudieron más con la fricción que estaban ejerciendo se dejaron caer en el sofá, Ni-ki golpeando su espalda contra las suaves almohadas y Sunoo abrazándolo pegando su cabecita a su pecho, escuchando a la perfección ese acelerado y dulce corazoncito.
— ¡Me gustas Kim Seonwoo! No, espera ¡Me encantas! — exclamó y suspiró Ni-ki acariciando la espalda del chico que recuperaba el aliento acostado sobre él.
— Eres un fastidio Nishimura. Jamás creí que no me quejaría de un fastidio. — confesó Sunoo acariciando el pecho ajeno con sus pequeñas manitos.
— ¿Esto significa qué...? — inquirió con emoción.
— Ahora eres Kim Riki.
— Me gusta más Nishimura Seonwoo.
— ¡Eres mi novio y punto! — rió dejando un suave golpe en el trabajado pectoral izquierdo de Ni-ki.
— ¡Por fin eres mi Omega!
— ¡Ni-ki, no vivimos en un omegaverse!
— ¿No quieres un cachorro para averiguarlo?
Y así, con un Sunoo sonrojado y un Ni-ki feliz y chiveado, la parejita que se mandaba cartitas habían terminado cayendo uno por el otro.
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𝙋𝙀𝙏𝙄𝙏𝙀 𝙇𝙀𝙏𝙏𝙍𝙀𝙎
Fiksi Penggemar𝙎𝙐𝙉𝙆𝙄 - ¡Me gustas, Kim Seonwoo! No, espera. ¡Me encantas! Dónde Ni-ki es un tímido niño que es suficientemente inteligente como para saber que el primer amor no es eterno, pero suficiente enamorado y valiente como para atreverse a declararse a...