EL COMIENZO

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EL COMIENZO

"Amarse a uno mismo es el
comienzo de un idilio que
durará toda la vida"

- Oscar Wilde.

**†**

Smith

Alguna vez te has preguntado a dónde se va nuestra alma, después de la muerte.
Según la ciencia nuestro cuerpo muere desde el momento en el que dejamos de respirar y el corazón simplemente deja de latir.

Es lo que siento cuando me da un ataque de ansiedad recordando la falta de presencia de mi hermano mayor.
He ido con psicólogos, siempre  me dicen que hable yo, pero..
¿Cuando hablan ellos?
¿Cuando me dan el diagnóstico de mi situación?
Es un tanto imposible diagnosticar rápido a una persona, pero necesitamos hacer un esfuerzo para poder lograrlo.

Aún haciendo un esfuerzo el apoyo de ese psicólogo no me ayudó en nada.

Recurrí a un psiquiatra y vaya que funcionó, me ayudó incluso más que el dichoso psicólogo.

Al inicio pensé que mamá no aceptaría que su hija asistiera a un psiquiatra, ya que habían pagado tanto por qué pudiera permitirme ir a un psicólogo, de igual forma ni siquiera sirvió de nada, solo me tiraba un tanto el rollo, no era nada profesional, decidí no decirle nada a mamá y a papá para no preocuparlos.
Al final me atendí y ahora estoy de nuevo aquí, metida en este maldito departamento, pude haber ido a casa, pero aún no estaba lista para enfrentar los recuerdos que seguían viviendo en ella.
Deje de sentirla como mi hogar cuando él dejo de estar ahí, comienza a formarse un nudo en mi garganta, pasa lo mismo cada vez que su recuerdo llega y me abofetea la cara, antes era mucho peor.

Todo comenzaba a darme vueltas, sentía el corazón en los oídos y un ligero pitido acompañado de ligeros temblores, comenzaba por mis manos y terminaban regados por todo mi cuerpo.

Aún así decidí regresar a esta ciudad...

Me acordaba de todo aquello que paso ese día....

La fría brisa jugaba con mi cabello, la nieve derritiéndose bajo mi cuerpo, el dolor haciéndose aún más fuerte, la cabeza punzandome.
Mi corazón subiendo a mi garganta por culpa del impacto.

Moriría desangrada, era más que evidente, la sangre esparcida por el sucio suelo era una prueba aún más fuerte.

El sueño llegando a mi, haciendo mis párpados pesados y difícil de mantenerlos abiertos por más tiempo.

- ¡Reacciona Aish, no te duermas, llegarán pronto!

Un grito de desesperación ante aquel acto tan desastroso.

Solté un quejido cuando sentí que alguien me mantuvo entre sus delgados brazos, pero no menos trabajados.
Brindándome el calor que necesitaba, retirando el ligero frío sobre mi piel.

Calor, necesitaba calor, incluso más del que me gustaría admitir, gotas cayendo al suelo...

- Todo estará bien, tu estarás bien, joder, vendrán enseguida, intenta aguantar.

Sonaba tan desesperado por algo que me hizo preguntarme ¿Quiénes?
Extraños vendrán a aligerar el dolor en mi cabeza, detendrán el sangrado y todo estará bien, sería un milagro, el problema es que no se si podré aguantar por más tiempo.

Un movimiento algo brusco, hizo el dolor presente.

Algo ligeramente pesado cubrió la parte de mi pecho y estómago, rozando mis rodillas desnudas.

Se sentía bien, ya no tenía tanto frío, la figura de aquella persona, distorsionada pero tan clara...
No podía concentrar mi mirada en la silueta, mis párpados se sienten tan pesados, que es inevitable cerrarlos..

- ¡Joder!. No se dan cuenta de que fue un accidente grave.

Cada maldición más fuerte que la anterior.
¿Accidente?
Si, accidente, dormirme no era una opción pero empezaba a serlo, la cabeza se volvía más pesada, intentaba soportarla, pequeñas palmadas se hacían presente en mi mejilla derecha.
Dormir era un acto grave, pero si era necesario para aligerar el grande dolor de aquel momento, lo haría.

- Quédate conmigo, por favor, tu madre estará aquí enseguida, entonces tú y Henry estarán a salvo.

Mamá...

¿Mi mamá también estuvo en el accidente?

¿Henry?

- Hen - mi voz no salía con facilidad - Hen- Henry..

- Tranquila, él estará bien, todo estará bien, ¡Joder!.

Gritos de auxilio y nadie escuchando...
Iba a morir, Henry también moriría, y solo entonces podríamos vernos en el más allá.

Recuerdos llegando a mi, Henry jugando con el balón, yo gritándole que tuviera cuidado...

Henry debía estar bien, el iba a estar bien, ¿Verdad?

Otra palmada suave en mi mejilla, evitando de nuevo que cerrará los ojos..
Evitando delirar..

- No te duermas, vamos, resiste.

Su respiración pesada, con un toque desesperado cerca de mi cara..

- Yo se que puedes, Aish.

Lágrimas brotando de sus ojos, cayendo en mi rostro.

Una situación tan lamentable, ¿Tardarían más?.
¿Moriría desangrada o por el dolor que lograba atravesar mi cabeza.

Trate de mover mi brazo, hasta que sentí como si me hubiera desgarrado.

- Me... Me duele.. - quise gritar, pero era más el dolor que mi voz.

- Lo sé, perdoname, todo esto es mi culpa, yo debí...

- N-no.

No, él no tenía la culpa de nada, era una situación completamente ajena a él.

Mis ojos ya no lograban enfocar la silueta, pronto estaría en un sueño profundo, libre de este punzante dolor.

Uno.

Dos.

Tres.

La oscuridad apoderándose de la ligera luz en la angosta calle.
A este paso no podía mantener mi mente en nada que no fuera el dolor, la sangre corriendo por mi cabeza y mi brazo.

- Llegarán pronto.

La voz cada vez más lejana, hasta que deje de escucharla, el sonido de una ambulancia acercandose y entonces el sueño me venció.

**†**

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