PREFACIO

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Nada. Oscuridad. Y eso me asustaba. Mucho. Traté de contener al máximo la respiración mientras intentaba escuchar algo. No sabía el qué, simplemente esperaba escuchar o ver algo que me demostrase que todo no era más que producto de mi imaginación y que las cosas volvían a ser como antes. Respiré profundamente una vez y con mi dedo índice presioné suavemente el interruptor de la luz del pasillo. Una corriente de aire frío me recorrió la espalda y mi corazón volvió a acelerarse mientras la luz se encendía. Todo parecía en orden. Tardé unos segundos más en despegarme de la puerta de entrada y con pasos temblorosos me dirigí a la habitación de mi hermana. La luz del escritorio estaba encendida. Me aproximé a él y comprobé que todo estaba en perfecto orden: los bolígrafos, un cuaderno abierto de par en par y escrito con su perfecta letra. Miré a mi alrededor: Fotos, pequeñas lucecitas, algún que otro peluche, los armarios... Espera, su bolso. Su bolso estaba en el suelo, al lado del silloncito donde lo habíamos dejado con el resto de maletas. Una extraña sensación me llenó por dentro. Eso sólo podía significar una cosa: Mi hermana había intentado huir.

-Andrea...- La llamé con voz temblorosa. No obtuve respuesta. Agarré el bolso y miré en su interior. Rebusqué con ímpetu, pero no pude encontrar su teléfono móvil. Comenzaba a alterarme, otra vez, otra vez esa espantosa sensación que me devolvía a la realidad, a esa terrorífica realidad... Mi respiración se volvía a agitar de nuevo.

-¡Andrea!- grité mientras lanzaba el bolso al sillón. Salí de la habitación con paso acelerado. Sentía adrenalina y miedo, mucho miedo, como nunca había sentido en mi vida. Miedo a todo lo que me rodeaba, miedo a que estaba sola. Eché un rápido vistazo a la cocina que permanecía en penumbra, y seguí caminando por el pasillo. Sentía que el corazón se me iba a salir del pecho, y me estaba mareando cada vez más. Me apoyé en el marco de la puerta del baño y encendí la luz. Allí tampoco había nadie. Sollozando, volví a repetir el nombre de mi hermana. Me sequé las lágrimas con el dorso de la manga de la chaqueta. No sabía que hacer.

Fue entonces cuando lo escuché, detrás de mí, en el salón: Un crujido que me heló la sangre. Una última lágrima rodó por mi mejilla antes de salir corriendo como una bala hacia la cocina. Sabía lo rápidos que eran, ya conocía lo que podían hacer. Entré en la cocina y cerré rápidamente la puerta para después atrancarla con una silla. Mis nervios estaban a punto de estallar, se me nublaba la vista y comenzaba a hiperventilarme. Abrí rápidamente un cajón y comencé a rebuscar. Tiré al suelo todo tipo de cubiertos, hasta que di con el cuchillo jamonero. Lo observé un momento antes de abrir la puerta del patio y salir disparada escaleras arriba. Fue entonces cuando realmente fui consciente que estaban también en mi casa.

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⏰ Última actualización: Feb 15, 2023 ⏰

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