Febrero, 96.
Aquel día, Alicia había decidido lucir radiante, espectacular, pues sería un día estupendo. Un día al lado de su prometido, Sergio Carranza. Después de que este le había propuesto matrimonio hacia unos días, la había tratando de una forma tan especial, ella era su... Todo.
Pero, ¿por qué Alicia se casaría con él? Ella no lo amaba, ella solo tenía ojos para el amor de su vida para Martín Guerra.
Después de pasar una velada romántica, Sergio decidió llevar a Alicia a su casa, sin darse cuenta que ella jamás entró en esta, y continuó su camino por la obscura calle de aquel lugar. Alicia jamás imaginó que esa noche su vida daría un vuelvo irreparable.
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Nada sería más perfecto que pasar aquella espectacular noche junto a él, junto a Martín.
La primera vez que Martín le demostraría a Alicia cuanto la quería. Su amor era tan grande que se podía dimensionar a kilómetros de distancia. Era de esos amores que enternecían el alma, dibujaban millones de sonrisas,y era a prueba de olvido... Por lo menos para cualquiera que tuviese el privilegio de vivir su amor de cerca.
Martín había planeado aquello por meses, quería que todo quedara perfecto para que fuese digno de la mujer perfecta, -de su Alicia-
Ansiaba tanto besar cada milímetro de su piel, sentir su cuerpo agitado sobre el suyo, hacerla estremecer con cada caricia, y sacarle más de una sonrisa. Quería desconectarla de la realidad, y llevarla a otro mundo, -su mundo-. Quería que fuese la mejor noche de su vida. -Quería hacerle el amor-.
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Alicia se encontraba en el balcón de la habitación, estaba observando lo hermosa que se veía la luna. Esa noche todo se veía hermoso.
Ella sabía que esa noche sería la mejor de su vida.
Había decidido usar un vestido bastante elegante. Este era de talle largo con una pequeña abertura de lado de una de sus piernas. Esto la hacía lucir más hermosa de lo que ya era.
Martín había escogido algo más cómodo pero de igual manera, muy elegante. Un pantalón color beige y una camisa blanca de algodón. Había dejado su camisa un poco desabrochar de los botones superiores frontales, dejando ver su espectacular cuerpo. Su cabello estaba desordenado y sus zapatos habían quedado en la habitación en la que habían estado antes de llegar ahí, -en la habitación donde todo acabaría.-
Martín camino hacia ella de manera meticulosa. Alicia había dejado de observar la luna. Estaba concentrada en servir aquel líquido espeso color rojo encendido, sobre aquel par de copas que tenía sobre sus manos. No dejaba de mirar a Martín ni un solo instante.
Su cabello alborotado, se debía al movimiento qué había entrado por el balcón. A Martín le encantaba verla de aquella manera, se veía muy sensual. Además el color negro encendido de su cabello ondulado, contrastaba bastante y si a eso le sumamos el maquillaje tan liguero y delicado que tenía sobre su rostro, -era simplemente hermosa.-
Al terminar con aquel proceso entregó una de las copas a su amado, mientras dejaba la botella de vino sobre la mesa.
-¿Sabías.- Lo miro sensualmente. -Que tomar una copa de vino es uno de los placeres más deseados por el ser humano?- Le sonrió genuinamente.
-¿Ah, sí?- Inquirió mientras se acercaba a ella y acariciaba su mejilla con lámpara año que tenía libre.
-Sí.- Susurró, -Puedes sentir el espesor del buen vino que estás por degustar con solo tambalear tu copa.- Alzo su copa a la altura de sus ojos y la movió de un lado a otro haciendo que el vino se tambaleara.
-Puedes oler el delicioso aroma que emana de la copa.- Acerco la copa a su nariz, y dio un leve respiro. -También puedes,- Lo rodeó sin dejar de mirarlo, haciendo que él lograse girar con ella.-Observar el rojo intenso de esta bebida.- Le dedico una mirada de pasión y su mirada enseguida se encendió.
-Oh, y puedes saborear lo dulce que es.- Acerco la copa a sus labios y bebió un poco. -Delicioso.- Susurró.