Caliope

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Ahí se encontraba él, blanco como el papel, colorín, estaba apoyado en una pared afuera del Starbucks ¿Que qué hacía allí? No lo sé, pero allí estaba, de pronto me vio y se acercó a saludarme.

-Guilgamech, tantas vidas sin verte.

-Han sido tan solo tres vidas Caliope- dijo galán, mostrándome la cicatriz que algún día su sangre manchó mi piel -¿Qué has hecho?

-Pues ya sabes la vida nocturna es lo mío, pero como debo sustentarme trabajo en mi estudio por la madrugada ¿y tu?

-Lo mismo de siempre- rió sarcástico -ya sabes que yo no cambio ¿Qué haces por estos barrios?

-Me vine a vivir aquí, y me gusta caminar a esta hora, las personas tan cansadas y gruñonas, me inspiran ¿Y tu?¿Andas en tus negocios?

-No, de hecho no, estaba esperando a alguien, pero al parecer tuvo cosas que hacer- encendió un cigarro -¿te molesta si fumo?

-No a menos que no me des un cigarro- me miró extrañando -han pasado tantas cosas que de vez en cuando fumo.

-Pues bien por ti- miró hacia todos lados -te invito un café.

Nos sentamos en una mesita en la terraza del local, hacía frío y estaba nublado, típico día donde te encuentras con otro como tu, creo que porque Guilgamech es tan parecido a mí es que llegamos a un punto en el cual sólo queremos arrancarnos los ojos. Nos sentamos a disfrutar de el viento anunciante de tormenta por la noche mientras fumábamos tranquilamente.

-¿Sigues teniendo la cicatriz de la espalda?

-Sí- dije secamente.

-Esa cicatriz siempre me ha excitado- sonrió de lado, mostrando sus colmillos del lado derecho -es terriblemente sexy.

-Recuerda que me la hice en mi primera vida, cuando me caí al tratar de trepar por la pared de los Hickithup.

-Lo recuerdo, ni siquiera te quejaste como lo haría una gata de callejón, creo que eso siempre me ha excitado en ti, tu fuerza y coraje

-También mis pechos- dije irónica -igual, a ti todo te excita.

-En eso te equivocas, no todo me excita, hay hembras que me estimulan, como las callejeras; y otras que me excitan, como tu.

-Nunca he ha funcionado eso conmigo Guil- saqué otro cigarrillo.

-No, pero ese nunca ha sido mi fin contigo preciosa.

-Hoy en la noche irán Magnus, Chicka y Noir a mi hogar, si quieres tu también puedes ir.

-Claro, iré, hace tiempo que no los veo ¿Irás a comprar?

-Ahora iré.

-Voy contigo.

-Como quieras.

-¿Comprarás esas gomitas con forma de delfín que me gustan?

-A mí me gustan, y sí- de pronto el muy tarado se para frente a mí y me mira directo a los ojos.

-Te necesito ahora- dijo con tono cortante y posesivo.

-Muévete- dije y le arañé la mejilla izquierda.

-Mierda- salió de su pequeño trance -tu nunca cambias nena.

-Sabes que ambos somos de costumbres y difícilmente cambiemos Guil.

-Lo se Caliope, lo se.

Gatos de ciudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora