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El amor es algo pasajero, efímero, parece tonto buscarlo cuando sabes que no todo dura para siempre, al menos así era la forma de pensar de cierto peligris, toda su vida jamás considero tener una pareja, no le parecía necesario para nada, encontraba su propia felicidad sin necesidad de compartirla pero las cosas cambian, el planeta se mueve y el destino de las personas se conecta de una forma casi mágica.

En la banca de un parque se encontraba un joven rubio, manteniendo una serenidad en su rostro que parecía estar en transe, no notó cuando alguien se sentó a su lado a descansar luego de correr por varios kilómetros huyendo de unos perros que decidieron que era buena idea "jugar" con él, la respiración agitada del recién llegado sacó de sus pensamientos al rubio, mirándolo de reojo notó su cansancio y sin pensarlo le ofreció una de las bebidas que tenía en la mano, iba a llevarle una a su hermano pero en ese momento el extraño parecía necesitarla más.

El pálido negó repetidas veces con vergüenza pero al recibir insistencia tomó la botella agradeciendo y dándole un gran trago, después de una breve explicación del por qué de su estado el más alto comenzó a reír, ganándose una mala mirada que se convirtió luego en risas que dieron paso a una conversación, parecía que se conocían de antes, se entendieron muy bien desde el momento que se conocieron. Esa plática casual terminó con el plan de un nuevo encuentro, ese encuentro terminaría en un beso de buenas noches y eso desencadenaría una serie de acontecimientos que llenaría el corazón de ambos.

La primera vez que suga le había dicho que lo quería, la primera flor que atsumu le regaló, su primer baile a la luz de la luna mientras todos gozaban de una inmensa fiesta, hasta el día que pidieron ser novios, atsumu había planeado algo realmente cursi con ayuda de su equipo, a medida que el platinado pasaba por los pasillos de la escuela una persona diferente le entregaba pequeños papeles que al final formaban la icónica frase "¿quieres ser mi novio?" terminando con un rubio esperándolo con un ramo de lirios, su flor favorita, al claramente aceptar su propuesta, sus muestras de afecto se vieron en aumento, amaban pasear por el parque tomados de las manos o robarse besos antes de los partidos, no solían verse mucho pero eso no importaba, cuando se encontraban parecía que el tiempo no pasaba y ellos disfrutaban sus encuentros así fueran pequeños.

Habían ido a la misma universidad aunque en carreras distintas, decidieron compartir un departamento desde ese momento y ambos parecían estar felices con ello, no había peleas, siempre parecían estar de acuerdo en todo, tanto que sus amigos llegaron a envidiarles, suga solía en ciertas ocasiones buscar un poco más de atención del chico, molestándolo o simplemente llegando de sorpresa a besarle. La mirada de atsumu demostraba su felicidad, el brillo en sus ojos lo hacía sentir querido, estar entre sus brazos le gustaba aún si este aprovechaba para hacerle cosquillas hasta que se le salieran las lágrimas, con los años pasando ambos tenían en la mente que querían compartir su vida con el otro, así sin que el otro lo sospechara la pareja compró anillos, organizaron cosas por separado, Suga armó un gran espectáculo en medio de la calle para pedirle matrimonio a su novio, que sorprendido de ver al pálido arrodillado con una pequeña caja en las manos, se apresuró a sacar la suya, ganando muchos sonidos de ternura de parte del público que estaba en el lugar, ambos se abrazaron y besaron con lágrimas en los ojos, intercambiando anillos sin poder creer que habían estado pensando lo mismo.

Esa noche antes de dormir en la sala de su departamento Atsumu había visto a Kōshi bailar de alegría, solo en el lugar pero con la sonrisa más hermosa del mundo. Su boda fue un sueño hecho realidad, felicidad marcada en su rostro, baile, bebida, millones de besos y los buenos deseos de sus amigos, realmente había sido un día espectacular, su noche de bodas no dejó nada que desear y sus vidas parecían estar empezando.

Kōshi solía despertarlo con un beso, atsumu hacía el desayuno mientras el más bajo lo abrazaba por la espalda o al revés, se decían cosas dulces antes de ir a trabajar, compartían el almuerzo o la cena, solían ver series juntos, a veces solo quedaban como ambientación para lo que realmente estaban haciendo, era una vida tranquila, algo de lo que no se quejaban, algo que les encantaba.... Pero entonces ¿Por qué el bonito chico del lunar estaba tan enojado?

¿Cuál era la razón por la cual se encontraba viendo su álbum de boda con melancolía en la soledad de su habitación? Bueno eso podía contestarlo rápidamente, la razón era su esposo, había notado cierto cambio en el desde hacía algunos meses, quería ignorarlo pero al ya no recibir respuesta al besarlo no pudo evitar sentirse mal, habló con él pero no consiguió nada más que un "estoy cansado, no es nada" los abrazos dejaron de existir, la sonrisa de la que se enamoró ahora se remplazaba por un gesto de inconformidad, muchas veces parecía que solo dormía a su lado por compromiso. Había algo mal, lo notó de inmediato y pidió un descanso el mismo día que su pareja, sin embargo él no le dirigió la palabra en todo el día, lo intentó una y otra vez, hizo cenas, organizó salidas, buscaba alguna muestra de afecto del que antes lo había visto con amor pero no había, era un extraño.

Estaba herido, ¿Qué había pasado? ¿Qué había hecho mal? No recordaba nada malo ... entonces ¿Por qué?

Un día mientras comían en silencio no pudo contener sus lágrimas, las dejó caer sin importarle que el contrario lo viera con sorpresa, pero no preguntó nada, ni siquiera intentó consolarlo, eso le había dolido más. Esa noche mientras estaban recostados en la cama suga buscó un abrazo sin embargo la respuesta lo dejo helado "no pienso acostarme contigo" su corazón se había roto, lo pudo sentir, no sabía cómo reaccionar, simplemente salió de la cama y durmió en el sillón esa noche. Creyó que eso había sido lo peor pero gran sorpresa se llevó al día siguiente, entró a su departamento cansado y molesto por lo de la noche anterior, apenas abrió la puerta notó unos zapatos extra, pensó que había visitas así que preparó su mejor sonrisa y entró preguntando quién era el invitado, en la sala no había nada, caminó a la cocina pero tampoco encontró a nadie, su mundo pareció detenerse al escuchar risas en su habitación, llevó su mano a la manija mientras le rogaba al universo que no fuera lo que estaba pensando, pero ahí estaba, en frente de él, su esposo teniendo intimidad con alguien más, no cualquier persona, aquel que consideraba un buen amigo, hinata y atsumu se detuvieron al instante que las cosas de suga cayeron al suelo llamando su atención.

Kōshi quería gritar, quería llorar, reclamar y mandar todo a la mierda pero por alguna razón no pudo, se quedó ahí parado sin decir nada mientras que los otros dos se vestían rápidamente, hinata salió corriendo del departamento sin ver a la cara al pálido y Atsumu se acercó a el con una expresión arrepentida. El peso de la culpa le había llegado, Kōshi no se merecía eso, en especial cuando había hecho tanto para arreglar algo que no era su culpa, el rubio trató de explicarle, tomando su mano - ... eres un traidor- por fin pronunció el más bajo, una mezcla de risas con llanto era lo que ahora se podía ver reflejado en su cara, una expresión de dolor tan grande que Miya no podría sacarla de su cabeza jamás, quiso limpiarle las lágrimas pero suga le respondió con una cachetada.

Esa noche fue horrible, hinata mandándole mensajes en todo momento que hasta tuvo que apagar su celular, suga preguntando desde cuándo lo estaba engañando y llorando contra la almohada con cada respuesta, se sentía estúpido, usado, traicionado, enojado, triste. Cerca de las tres de la mañana se levantó poniendo todas sus pertenencias en un par de maletas, llamando la atención de atsumu que había despertado por el ruido "¿A dónde vas?" se atrevió a preguntar al ver que llevaba varias cosas consigo - que mierda te importa, solo espera los papeles de divorcio - el gemelo quiso detenerlo pero el odio en los ojos contrarios lo había atravesado como una daga, solo escuchó el sonido del anillo que le habían lanzado a la cara, caer al suelo.

Kōshi quería morir en ese mismo instante, pero no se iba a dejar ver débil, no ahí, llamó a su mejor amigo que claramente lo recibió en su casa y estuvo a punto de salir a romperle la cara al idiota de su ex esposo pero lo detuvo - no Daichi, no vale la pena.. - justo en ese momento osamu le mandó un mensaje, disculpándose millones de veces por lo imbécil que había sido su hermano, su cuñado, bueno ex cuñado siempre lo había querido mucho, le decía que era parte de la familia, contestó su llamada solo por eso - por favor, te pido por el tiempo que tenemos de conocernos que le digas a tu hermano que no vuelva a buscarme, el quiso echar a perder 10 años de relación -

[...]

No pasó mucho para que todos se enteraran, ni para que la abogada de suga, Yachi, le hiciera llegar el divorcio y no le permitiera tener interacción con su cliente, lo quería destruir, quería hundirlo y hacerle sentir todo el dolor que el sintió pero no lo haría, no iba a dejarse llevar por el odio. Compró un boleto de avión, se fue sin mirar atrás a otro país, un nuevo trabajo, una nueva vida, un lugar que no le recordara la cara del estúpido que lo rompió.

Con el paso del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora