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Ya habían pasado al menos 3 meses desde que formalizaron una relación amorosa. Todo había empezado cuando Chifuyu se le confesó en una noche después de una larga jornada de trabajo en la tienda de mascotas. No habían bebido nada de alcohol para ese momento tan importante; los sentimientos hablaron por él y Kazutora, quien venía sintiendo lo mismo que Chifuyu hace un buen tiempo atrás, no sólo le correspondió, sino que le propuso que empezaran a salir. A pesar de tener una relación en pleno florecimiento, no perturbó la marcada rutina del día a día que llevaban teniendo desde hace meses, incluso un par de años desde que Kazutora se integró a la vida de Chifuyu después de cumplir una condena de 10 extensos años. Aunque claro, pronto empezó a variar de manera muy sutil con el pasar del tiempo. 


En las mañanas, ya era costumbre de Chifuyu sentir los perezosos abrazos de Kazutora, que envolvía su cintura por completo con vagancia, dejando que su cabeza descanse sobre uno de los hombros del otro, intentando captar algunos minutos extras de sueño. Un arrastrado y somnoliento "buenos días" siempre seguía después del abrazo mañanero, y Chifuyu, mientras preparaba un contundente y delicioso desayuno para dos, le respondía el saludo de manera animada con una sonrisa cálida.
También se volvió cotidiano que, después que uno llegase al apartamento anunciando un "estoy en casa" –independiente del motivo de salida–, el otro aparecía en el umbral de la entrada para responder con un corto, pero dulce beso en los labios. Aunque en realidad, siempre era más de uno.

Las noches siempre estaban cargadas de interminables besos cargados de pasión y amor. El tacto se había vuelto más recurrente, no en el sentido del intimar, sino que existía una necesidad de sentirse junto al otro, de pertenecer al otro. Y entre besos, suspiros y jadeos, profesaban lo mucho que se aman.


Para Chifuyu, era difícil explicar lo cuan adicto se había convertido en los besos de Kazutora. Lo amaba con cada centímetro de su ser, era infinitamente feliz a su lado. Su amor es tan eterno, que puede proyectarse fácilmente con un futuro a su lado, manejando la tienda de mascotas y teniendo a sus dos adorados gatos: Peke J y Niebla.


Aquella noche no fue la excepción de las tantas que han tenido juntos, compartiendo un momento íntimo en la habitación de Chifuyu que pronto dejó de ser de él propiamente tal, porque al final, Kazutora pasaba las veladas nocturnas junto a él, incluyendo el ir a dormir en una misma cama que en vez de ser para una persona, se había ampliado para que dos personas pudiesen descansar sin problemas.
Sentado en una de las orillas de la cama, Chifuyu tiene a Kazutora sentado cómodamente en su regazo, sus brazos mantenían aprisionado la pequeña y marcada cintura del más alto mientras se besan dulcemente. Mechones de cabello decolorado caen traviesamente y se mueven de manera sutil en su rostro, aunque no representan alguna obstrucción mientras mantiene el lento y pausado beso. Sus lenguas sostienen un fogoso contacto desde el momento en que sus labios se encontraron por enésima vez. La respiración cada vez se hace más pesada e intercalan pequeños suspiros y jadeos.


Manos traviesas pero nerviosas bajan por el pecho de Chifuyu, en busca de desabotonar la camisa blanca de trabajo que no había sido cambiada desde el término de la jornada laboral. Los primeros botones de la camisa son desabrochados con torpeza. Chifuyu siente un escalofrío que recorre su cuerpo y empuja suavemente a Kazutora hacia atrás para finalizar el beso.


"Tora...", arrastra Chifuyu, con voz ronca y exhalando un poco de aire caliente desde su boca. En ese momento, Kazutora podría pensar que la forma en que pronuncia aquel apodo es un poco sensual.


Un par de topacios observan con deleite y amor a un par de zafiros que lo miran de la misma manera, con la misma intensidad. No hay intercambio de palabras mientras intentan recobrar el aliento perdido.


"¿Acaso quieres probar algo nuevo hoy?", musita Chifuyu

Kazutora arquea las cejas por la confusión. "¿Qué quieres decir con eso?"


Antes de responder, Chifuyu acomoda aquellos cabellos sueltos, colocándolos detrás de la oreja del otro para así despejar su rostro. "Literalmente tengo un poco abierta la camisa", menciona él sin pudor.

Si bien el rostro de Kazutora estaba rojo, su vergüenza aumenta cuando baja su mirada y encuentra que sus manos habían desabotonado los primeros botones de la camisa del más bajo, exponiendo algo de la lampiña y pálida piel de Chifuyu.

"Mierda, lo siento", balbucea Kazutora y retira las manos rápidamente.

Ellos nunca habían llegado a esa instancia porque ambos trataban de mantener la debida prudencia, en especial Kazutora, quien no deseaba incomodar a Chifuyu con ir a un paso más. Además, existía un motivo en especial que lo detenía por completo para seguir. Y quizás debido a que, en noches anteriores, no estaban en dicha posición, por lo general siempre estaba uno encima del otro o ambos tumbados en la cama, no obstante, esa noche ansiaban probar algo diferente.
Una risa suave emerge de Chifuyu; una de sus manos sube hasta el rostro del otro joven, se acerca y deposita varios besos en diferentes sitios: uno en la frente, uno en cada mejilla, uno en la nariz y finalmente, uno en el lunar que tiene cerca del ojo izquierdo.

"Sólo si quieres continuar, puedes decírmelo", responde Chifuyu susurrándole al oído.

Kazutora muerde el interior de su boca con nerviosismo. Tiene la propuesta en la punta de la lengua, pero duda porque no sabe cómo se lo tomaría Chifuyu. Aunque confía en él, confía en que cualquier cosa que pida, Chifuyu no se lo negaría. Ya han escalado a un punto en el que también quiere sentir su piel, quiere tocarlo y explorarlo. Desea ver el cuerpo desnudo de Chifuyu o al menos, más de su piel como mínimo.
Inhala profundamente para luego exhalar de manera lenta y pausada, preparándose para la atrevida y, quizás indecente, proposición.

"¿Podemos quitarnos la ropa?", pregunta Kazutora y tan pronto como hace su pregunta, desvía la mirada por los nervios que siente.

Chifuyu siente que su rostro comienza a calentarse, quizás más de lo que ya está. Han existido veces en las que ha visto el cuerpo de Kazutora, principalmente después de un baño, pero en esos casos, siempre sale de la cintura hacia abajo cubierto por una toalla gris. Y Kazutora también ha tenido pequeñas instancias de ver parcialmente su cuerpo.
El momento es idóneo para escalar a algo más, aún si no se concreta el acto íntimo en sí, tal vez lo último no es tan necesario después de todo. Y la idea de contemplar el cuerpo del otro le emociona, cada fibra de su cuerpo exclama por tocar la piel del otro. Traga algo de saliva y busca la mirada desviada del más alto, en su rostro permanece con ese rubor que lo hace ver desordenado, algunos cabellos rebeldes ya se han salido de su ubicación, cubriendo parte de su rostro y sus labios están apretados en una delgada línea. Cuando Kazutora siente los ojos de Chifuyu puestos en él, sus miradas vuelven a encontrarse. La misma chispa, la misma pasión siguen intactas a la vista del otro. Y eso provoca que Kazutora se relaje.

El de cabellos oscuros junta su frente con la del otro, sus respiraciones chocan entre sí y Chifuyu le deja un beso casto en los labios de Kazutora.
"La pregunta aquí es, ¿por qué no?", musita, devolviendo la duda, acrecentando la vergüenza de Kazutora. "Sólo dime cuando hay que detenerse, ¿sí?".

Sus labios nuevamente vuelven a juntarse, en un beso cargado de pasión. Sin perder el tiempo, la lengua de Chifuyu se abre paso en la boca del otro para acariciar de manera sutil la lengua ajena. Su mano que aún acuna el rostro de Kazutora, baja sin prisa hasta llegar nuevamente a la cintura del otro, con timidez y con la ayuda de ambas manos, le sube el suéter negro para empezar a recorrer la zona que ha sido descubierta parcialmente con las yemas de sus dedos. Una sensación eléctrica recorre el sistema de Kazutora en el momento en que siente los dedos de Chifuyu comienzan a explorarlo con lentitud, el tacto es tan gratificante que le es imposible estremecerse porque su cintura es una de las tantas zonas sensibles al tacto. Sus manos también se ponen en acción; confiando en su sentido del tacto, vuelve a la labor de despojar a Chifuyu de su camisa. Sus dedos exploran sin pudor la zona de los pectorales del otro hasta que llega a sentir los pequeños botones de la camisa. Con más confianza, desabrocha los últimos botones que le quedan.

Sus manos también desean tantear terreno en el cuerpo de Chifuyu, así que en cuanto termina de desabotonar, sus manos rápidamente comienzan a tocar la zona del torso. El beso se vuelve más abrasador mientras más libertinaje sienten en tocarse mutuamente. Retirando las manos de ahí, Kazutora agarra la tela delgada de la camisa de Chifuyu para despojarlo de la prenda.
Sintiendo que el aire es irrespirable, ambos se separan un par de centímetros para recobrar el aliento. Chifuyu percibe y se percata que Kazutora ya le ha quitado parcialmente la camisa, por lo que lo ayuda a culminar el trabajo. Aprovechando de volver a la posición de sus manos en la cintura ajena, Chifuyu también ayuda a Kazutora a quitarse el suéter con lentitud, sube la prenda hasta que es el mismo Kazutora quien termina despojándose por completo de su prenda de vestir.

La camisa blanca queda sobre la cama, mientras que el suéter negro acaba esparcido en el suelo.

Entonces, Chifuyu puede deleitarse de lo que observa frente a sus ojos. Ahora puede ver con mayor detalle el tatuaje de tigre que ha sido entintado y plasmado sobre su cuello, el cual termina cerca de uno de los pectorales de Kazutora. También se da cuenta de pequeñas marcas, que probablemente sean cicatrices del pasado, aunque algunas las logra reconocer por lo recientes que son. La imagen del torso delgado, tonificado y desnudo de Kazutora se imprime en su mente con nitidez, a pesar de estar a oscuras y una luna en su fase creciente apenas otorga algo de luminosidad a la habitación que con suerte posee una pequeña ventana para observar el paisaje urbano. Se siente profundamente embelesado, embobado ante el cuerpo de la persona que ama. No sabe cuántas veces a mirado y volviendo a repasar cada centímetro del cuerpo el otro, pero sabe que quiere grabar todo visualmente para tenerlo plasmado en su mente y poder tener esa hermosa imagen almacenada entre sus recuerdos.

Dos delgados brazos rodean su cuello desconcertándolo por un momento y un par de topacios lo observan en silencio.

"¿Qué tanto me miras?", le pregunta Kazutora, intrigado.

Chifuyu ladea una sonrisa. "¿Acaso no puedo contemplarte?"

Un resoplido avergonzado sale de la boca de Kazutora. "Demonios, deja de sonar tan malditamente sensual", espeta, chasqueando la lengua.

"Pero eso a ti te gusta. No puedes negarme eso"

Kazutora tiene intenciones de responder e incluso separa un poco los labios preparados para ello, mas no puede hacerlo porque lo que dice es cierto: le gusta que Chifuyu le de ese tipo de halagos, en especial aquellos subidos de tono. Se resigna en silencio, frunciendo el ceño.
Las manos de Chifuyu se mantienen sobre sus muslos, presionándolos suavemente. Kazutora termina con la corta distancia entre ambos cuerpos con un abrazo, el cual Chifuyu corresponde sintiendo como sus pieles están juntas.
Sienten que la noche es eterna a pesar de que la luna ilumina en lo más alto del firmamento junto a las estrellas que la decoran a su alrededor como perlas blancas esparcidas de manera desordenada. El silencio se instala ante ellos por unos instantes.
Chifuyu cierra los ojos por unos instantes durante el abrazo, sintiendo el exquisito y delicado olor de un jabón frutal que emana la piel de Kazutora.

Un beso en la coronilla de su cabello es lo suficiente para volver en sí y abrir los ojos.

"¿Hm?"

"Eres cálido", susurra Kazutora con una suave sonrisa en el rostro, "me gusta"

"Ahora entiendo por qué estás cerca mío al dormir", bromea Chifuyu.

"Pues, perdón por ser un maldito friolento", Kazutora finge estar ofendido, sacando una suave y tierna risa de Chifuyu.

Sus labios se juntan, una y otra vez. Una sonrisa boba se dibuja en el rostro de Chifuyu mientras continúan con los pequeños besos. Se siente un completo idiota, pero es un idiota enamorado tal y como en los mangas de romance que leía de adolescente.
Una de sus manos se mueve hacia al frente, buscando el cierre y los botones de los jeans del más alto. Siente el botón metálico y con esfuerzo, trata de desabotonarlo. "Espera", tartamudea Kazutora.
Sus rostros se distancian un poco y Chifuyu alza una ceja en señal de intriga.

"Mejor lo hago yo", continúa él. Al ver que el más bajo solo se le queda mirando con entusiasmo, viendo cómo los ojos azules brillan con intensidad, frunce el ceño. "No te quedes ahí mirando como el estúpido cursi que eres y haz lo mismo"

"Bueno, ahí va mi oportunidad de ver el espectáculo", suspira resignado Chifuyu. Un puño apretado aterriza en su hombro con fuerza. "¡Ow!"

A pesar del dolor temporal en la zona del golpe, Chifuyu se larga a reír al ver que Kazutora se ruborizó a tal punto que sus orejas parecían estar calientes. Ambos se despojaron de manera individual de sus pantalones, dejándolos en el suelo. El ir a la cama siempre implicaba que los dos siempre estaban con sus respectivas prendas de dormir: Chifuyu con sus pijamas holgados y Kazutora con una camiseta sin mangas junto con unos pantalones o bien, con su bóxer. Pero esta vez no había ningún atisbo de sueño por ahora, si eso implicaba que eran menos horas de sueño para una nueva jornada de trabajo temprano por la mañana. Chifuyu se sienta nuevamente en la cama, esta vez un poco más al fondo, cerca del centro de esta y Kazutora se sienta frente a él. Ambos dudan si deben continuar o simplemente decir algo para quebrar el silencio. Al menos, agradecen internamente que ambos sean primerizos en este tipo de situaciones.

El de cabellos decolorados suelta un suspiro y toma uno de sus hombros. "Esto es raro", admite.

"¿En qué sentido?"

Kazutora se toma un pequeño respiro para responder y así ordenar sus ideas dispersas en su mente, relame sus labios en el proceso. "Verás... esto es nuevo para mí, digo, es nuevo para nosotros. Además, yo...", traga un poco de saliva, su mirada está fija mirando hacia un punto bajo, "...a mí no me gusta mi cuerpo. Por eso es tan extraño para mí", finaliza.

Chifuyu acorta la distancia, toma el rostro de Kazutora con sus manos y lo besa. El beso es tierno y dulce, el más alto suelta un pequeño suspiro en el beso que no duda en corresponder. El contacto es breve, Chifuyu tan pronto como le había besado, desciende un poco para comenzar a dejar un pequeño camino de besos, partiendo desde la zona de la clavícula hasta la quijada de Kazutora. Llega hasta el oído del otro, su respiración revolotea en la oreja ajena.

"¿Por qué piensas eso?", pregunta Chifuyu en voz baja, aterciopelada, "para mi tu cuerpo es perfecto tal y como es"

Kazutora siente un escalofrío que recorre toda su espalda y, antes de poder replicar ante eso, sus labios son atrapados con rapidez por los labios de Chifuyu. El beso nuevamente es apasionado y hambriento. Con cuidado, Chifuyu recuesta al más alto en la cama quedando sobre él. Sus manos se pasean lentamente por la zona del torso, deleitándose ante la suavidad de su piel. Repasa cada centímetro con las yemas de sus dedos para grabar en su mente lo suave que es la piel del otro, hasta que sus manos llegan a la zona de los muslos, los cuales acaricia a través de la tela de algodón de su ropa interior. Kazutora se estremece por el contacto en esa zona y por ello deja salir un jadeo en medio del beso. El beso finaliza, las caricias continúan, el de cabellos decolorados suspira el nombre de Chifuyu que se desvanece en el aire exhalado, mientras este se detiene un momento para contemplar su rostro ruborizado antes de ir a su cuello: sus ojos brillan, puede ver que siente placer por lo que hace, por lo que intuye que puede continuar con lo que hace sin problemas.

Su cabeza desciende un poco hasta el cuello de Kazutora, más en específico en el tatuaje de tigre que tiene y comienza a lamer. Kazutora suspira su nombre nuevamente, sus brazos rodean parcialmente la espalda de Chifuyu y sus dedos se incrustan suavemente en su piel, estimulando a que prosiga. Su cálida lengua recorre la zona del tatuaje con lentitud. Tan pronto como empieza con las lamidas, Chifuyu le deja mordidas en dicha zona; sus dientes se incrustan con suavidad, procurando no provocar algún dolor y cuando agarra un poco de la carne, succiona con lentitud. Usando su lengua, recorre cada centímetro del tatuaje de tigre hasta llegar a las terminaciones enroscadas como la cola de un felino a la par que usa su boca para dejar marcas en su piel, intercalando también algunos besos castos. Kazutora reprime sus gemidos mordiendo sus labios e incrustando con más fuerza los dedos sobre la espalda de Chifuyu.

Las manos inquietas de Chifuyu se detienen, su derecha presiona con algo más de fuerza el muslo, ganándose un gemido ahogado por un jadeo y suben a la cintura de Kazutora, pero se mantienen ahí por unos pocos instantes, ya que su derecha desciende dispuesta a tocar la zona íntima.

Y en ese instante, el tintineo de una campanilla desconcierta a los dos, poniéndolos en alerta y deteniendo toda acción que estaban realizando. Una pequeña figura esbelta se hace presente en la habitación y con un pequeño maullido salta hacia la cama, camina sin vergüenza hacia sus dueños y los examina con su aguda mirada. Chifuyu alza la vista encontrándose con un gato blanco con manchas grises que lo observan con intensidad y curiosidad, incluso el gato ladea un poco la cabeza. Deja escapar un suspiro y su cuerpo se relaja debido a la tensión de la presencia intrusa.

"... Sólo eras tú", dice él en un hilo de voz, y recibe una réplica del felino. Tal vez es un llamado de atención por lo tarde que es y que es un buen momento para ir a dormir.

Chifuyu se quita de encima de Kazutora, se limpia la saliva que cae sutilmente de su boca y se sienta en la orilla de la cama junto al gato. "Está bien, está bien", el joven acaricia la cabeza del gato y el pequeño animal ronronea en respuesta a las caricias y también porque había atinado a la razón de su presencia, "nos iremos a dormir ahora".

"Vaya manera de terminar todo esto", comenta Kazutora de manera sarcástica, soltando un bufido.

"No es mi culpa de que alguien esté haciendo demasiado ruido para el gato", una almohada golpea su rostro en el instante que termina de hablar. Chifuyu atina a reír en voz baja mientras sostiene la almohada entre sus brazos.


El gato baja de la cama y camina en dirección al exterior de la habitación, satisfecho por haber interrumpido a sus dueños en lo que fuese que estaban haciendo; de todos modos, es un pequeño animal felino doméstico que no entiende las interacciones humanas, mucho menos de esa índole que sus excelentes oídos escucharon desde la habitación contigua. Chifuyu, por su lado, trata de levantarse con tal de buscar su pijama para dormir, pero unos brazos lo aprisionan desde la cintura, se voltea a ver y Kazutora lo observa con el ceño fruncido.

"¿A dónde crees que vas? Duerme así conmigo", le pide. Chifuyu esboza una sonrisa ladeada y acaricia su cabello con ternura.

"De acuerdo", cede Chifuyu, por lo que a Kazutora se le ilumina el rostro y le sonríe de regreso.


Regresando la almohada a su lugar, finalmente Chifuyu y Kazutora terminan acostándose. El más alto se acurruca cerca del otro en busca de calor y, en vista de esto, Chifuyu lo atrae en un abrazo. Sus piernas se enredan entre sí para mantener el contacto mutuo. Sus miradas se encuentran una vez más y permanecen en silencio por unos largos y eternos segundos.


"De verdad eres un friolento", bromea Chifuyu ganándose una mueca de disgusto por parte de Kazutora.


"Cállate", sisea. Hace una pausa y traga algo de saliva. "Entonces"


"¿Entonces?", Chifuyu alza una ceja.


"Uhm, lo de hace poco", su voz suena tímida y avergonzada, "¿seguiremos mañana?"


"Sí... sí, ¿por qué no?", responde, siente que su cara está ardiendo por el rubor, pero no es algo que le moleste. Chifuyu le deposita un beso en la frente a Kazutora y vuelve a sonreír de manera boba. "Ya es hora de dormir, buenas noches".


"Buenas noches"

Moonlight Kissed | FuyuToraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora