Y todo comenzó con el final

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Hola.
Mi nombre es Mónica.
Tengo 15 años y odio mi vida.
Yo era una chica cualquiera, una niña alegre que disfrutaba de la compañía de las personas, una niña que le contaba todo a su madre, una niña inocente... una niña de tan solo ocho años.
En ese tiempo yo no me daba cuenta de muchas cosas, tales como que mi madre era gay.
La historia es complicada y dolorosa pero yo tuve dos madres.
Al principio era normal para mi y hasta lo presumía, hasta que supe la verdad.
Mi madre biológica tenía tan solo diecinueve años cuando se embarazó de mi, ella era sólo una chica que se descuidó.
Ella conoció a mi otra madre (que se llama igual que yo) en una disco. Ellas hablaron y conversaron sobre muchas cosas hasta que salió a la plática un tema.
Ella estaba embarazada y todo su futuro se había arruinado por culpa de un feto que tenía en su vientre.
Las dos llegaron a un acuerdo: En cuanto naciera, yo me quedaba con Mónica.
El trato fue hecho y mientras yo nacía Mónica le daría techo en su casa.
Pasando unas cuantas semanas mi madre biológica tuvo una sobredosis con un medicamento que nunca dijo cual fue, esto para abortarme.
Cuando se enteraron de eso la tuvieron vigilada para que no lo volviera a hacer.
Y un seis de febrero nací yo.
Al parecer mi madre biológica era la pareja de Mónica ahora así que me dieron los apellidos de las dos.
Yo crecí con la idea de tener dos madres; me sentía afortunada por ello.
Sin embargo siempre peleaban, nunca sabía el por qué, pero siempre lloraba al verlas discutir tanto.
Un día ellas se separaron y yo no me quedé con quien se supone debería de haberme quedado.
Tenía siete años cuando mi madre biológica me llevó con ella.
Mónica nos dio su casa en lo que mi madre buscaba una.
En ese momento yo no sabía lo que hacía, pero ahora me doy cuenta.
Mi madre biológica buscaba citas por internet, donde conocía hombres de todas las edades, gustos y aspecto.
En sus perfiles ella subía fotos semidesnuda o muy provocativa y cuando le preguntaba ella sólo contestaba: "Es normal"
Yo era pequeña e ingenua y había sido educada de tal manera de no cuestionar a mis mayores.
Un día encontramos una casa y nos mudamos, yo seguiría viendo a Mónica aunque sólo los fines de semana.
Yo era muy feliz en esa casa aparentemente.
Un día mi madre biológica llevó a un sujeto a la casa el cual le doblaba la edad y por alguna razón causaba temor en mi. Ya lo había conocido antes aunque creía que era sólo otro sujeto con el que tenía citas.
Al parecer era más que su amigo ahora.
Tenía cierta mirada penetrante al verla pero al verme me hacía sentir incomoda y querer salir corriendo a otro lugar.
Un día los encontré bailando de una manera muy sexosa y vulgar.
Después los escuchaba teniendo relaciones a lado de mi habitación.
Y lo peor, un día ya no fue ella a quien tocó.
Me acariciaba las piernas y me tocaba mucho, a veces cuando nos quedábamos en su casa teníamos que dormir los tres en una cama y eso significaba que el me tocaba mientras "dormía".
Ya no era la misma niña de ocho años que jugaba a las escondidas, que deseaba una muñeca, que veía caricaturas... Era una puberta en cuerpo de niña.
Cuando lloraba y le decía a mi madre biológica lo que su novio me hacía, ella no me creía y me advertía que si decía algo al respecto dejaría de quererme.
Era una niña que creía en las palabras de su madre, así que guardé silencio.
Al pasar los meses una tía contactó a Mónica y le dijo que algo me pasaba y que estaba segura que tenía que ver el novio de su prima.
Mónica, en uno de los días cuando estaba con ella, me dijo que le contara lo que pasaba y después de mucha insistencia lo hice.
Fue un proceso largo pero fuimos al ministerio público y declaramos.
Demandé a ella y a su novio.
Mi abuelo ( el padre de Mónica que puso su apellido para que fuera de su familia) ganó la patria potestad y me quedé con Mónica.
Todo al parecer iba a mejorar, pero ni siquiera los mejores psicólogos iban a poder borrar el gran dolor que quedó en mi.

Punto y comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora