Prólogo

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Capítulo 0

La fortaleza D'Greco tan grande y tan decorada con lujos que ningún campesino podría costearse. Tan grande y peligrosa como los secretos que esa familia guarda a través de los años. ¿Alguna vez esos secretos saldrán a la luz? ¿Alguna vez los fantasma que atormentan a esta amorosa familia los dejarán de acechar y atormentar?

Son preguntas que hasta el día de hoy no se han podido responder, y, si algún día se responden esa persona pagará por revelar cosas que no le incumben, pero ¿qué pasa si alguno de los herederos D'Greco se enamora de él o ella?

Eso no pasaría, eso no podría pasar. Eso simplemente se llamaría traición y en todas las mafias del mundo se pagaba con muerte.

¿Aquel heredero sería capaz de pagar ese alto precio? ¿O aquella persona se olvidaría de todo lo que sabe para entregarse a las garras de la mafia Griega?

Artemis, Ares y Apolo; los tres pequeños y preciosos hijos de un matrimonio lleno de amor, pero también lleno de secretos. Secretos que por supuesto sus padres se encargarían de esconder en lo más profundo de su mente y en lo más profundo del olvido.

-¡Ares, Apolo! ¡Dejen de corretear y denle el conejo a su hermana! -gritaba Hera, mientras trataba de calmar a su pequeña rubia, Artemisa.

-Mami, mi conejito. -sollozaba la pequeña rubia.

Ella amaba con su vida a su rechoncho y precioso conejo, Dylan. Una bola de pelos, según sus hermanos, color chocolate.

Hera trataba de que la pequeña disputa entre hermanos acabará de buena forma, pero había algo que en su mente y en su corazón no cuadraba, pocas veces se sentía así, y eso solo ocurría cuando pasaba algo; cuando pasaba una desgracia.

Estaba preocupada pensando si esa desgracia les pasaría a sus hijos, o que ella sabía. Tenía miedo de perder a su esposo, que horas antes se había ido a una reunión de trabajo con unas importantes personas de Rusia.

Ella suponía que eran el Boss y la Koraleva de la Bratva, ella se aferraba a la idea de que la desgracia pasaría con ella, mientras sus hijos estaban a su cargo.

Realmente ella estaba muerta del terror.

Artemisa no paraba de llorar y eso aumentaba sus nervios. Los pequeños traviesos -tal como ella los había apodado- no tenían intenciones de devolverle Dylan a Artemisa.

« Pobre conejo » pensó ella mientras se limpiaba la cara con el dorso de su mano izquierda. Había empezado a sudar frío.

-¡Ares! ¡Apolo! Sino vienen en menos de cinco minutos con el bendito conejo juro que los castigaré sin postre por una semana.

Para ella era algo tonto castigarlos con aquello, pero era eso o seguir con los nervios de punta por el presentimiento de tragedia mezclados con los sollozos de su pequeña.

Y tal como ella lo esperaba en menos de un minuto ambos pequeños estaban con el conejo en las manos y los dos cabizbajos.

-¡Son unos tontos! -exclamaba Artemisa con una rabia poco común y con indignación, se habían robado a su conejo para que sabe Atenea- Pudieron haberlo herido, pudieron haberlo matado.

Dijo eso último y tomo a Dylan entre sus brazos y se marcho molesta a su habitación esperando que su mamá les diera una buena reprimenda por lo que acababan de hacer.

Mafia D'Greco  [Saga D'Greco  #0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora