Capítulo 3

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Triv entró en la habitación. Habían pasado tres días desde que descubrí su maldito y enfermo plan. Aunque trataba de portarme bien con Triv, me era imposible. Qynn se había acercado más a mi, era un verdadero fastidio escuchar estupideces hipócritas.

-Hola, Hych. -Triv me saludó cerrando la puerta de la habitación detrás de él.

Me límite a sonreír de la manera más falsa que mi cabeza pudo ingeniar.

-¿Estás molesta? -preguntó.

-No, solo estoy desesperada.. Quiero volver a casa y todavía no me dan el alta. -bufé- Habían quedado de darmela hace dos días y todavía sigo postrada en esta estúpida cama.

Golpeé con fuerza el colchón.

-Pues yo pienso que no tiene la culpa de tu diagnóstico ésta estúpida cama-me imitó burlesco.

Sonreí. Ésta vez fue de verdad, reí sinceramente. Supongo que el tío sabía alegrar a las personas.

-¿En que tanto piensas? -inquirió curioso mientras se sentaba en un hueco de espacio en la cama.

Me encogí de hombros.

-Nada especial, ya sabes, tal vez en que mi madre está muerta y Arnor ardiendo, todo muy común.

El rostro de Triv se giró para mirar al suelo. Su mandíbula se tensó, eso se notaba aun debajo de su piel.

-¿Qué es lo que está pasando, Triv? -cuestioné en busca de respuestas concretas.

-Solamente son tiempos malos para Arnor, tranquila. La ciudad no se quemó. -mencionó tranquilo y en todo suave.

Acunó su barbilla con su dedo pulgar e índice. No pude evitar notar como pasaba la yema de sus dedos por el corto vello de la barba.
Tenía un gesto pensativo. Casi podría estar segura de que estaba debatiendo contra él mismo.

Tocaron a la puerta y ante mi apareció una mujer tan bien arreglada como hermosa y joven.

-Triv, ¿Me dejarías hablar con la señorita Kavanaugh? -preguntó educadamente.

Triv asintió y tras guiñarme un ojo, se levantó de la cama y salió de la habitación.

La mujer miró a sus espaldas esperando a que Triv cerrara la puerta. Finalmente, su vista se volvió hacia mi. Vestía un traje en color grisáceo claro perfectamente liso. La falda le llegaba a una altura poco debajo de las rodillas, llevaba el cabello recogido en un moño perfectamente bien peinado en la medida de su nuca.

Una sonrisa salio de los rojos labios de la elegante mujer que tenia frente a mi.

-Veo que estas mucho mejor -añadió.

-No era nada grave-aclaré.

Los labios de la mujer formaron una fina línea recta.

-Hych, ¿Sabes porqué estás aquí?

Asentí frenéticamente y me removí en mi lugar recargando mi espalda en la cabecera de mármol y cristal que tenía detrás mío.

-Estás aquí porque presenciaste la muerte del profesor Fink Debs. -suspiró- Soy la sanadora Ninfa Vobe.

Fruncí el ceño. Su voz me parecía peculiar.

-Mucho gusto-dije.

Ninfa sonrió con falsedad un poco evidente.

-Triv me habló maravillas de ti. Sé que eres muy valiente y osada. Deberías unirte a nuestro equipo de rastreadores.

¿Rastreadores?

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