Siempre tuyo, Aidan

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Querida Laurent,

Hoy te he visto en una cafetería del centro de la ciudad, estabas merendando con tu hermana. Tenías el pelo alborotado por el viento y la nariz roja de frío, exactamente igual que la última vez que te vi. No sabía que ya habías vuelto. Las luces de Navidad que decoraban la habitación se reflejaban en tus ojos dorados, mientras sonreías y escuchabas lo que Anna decía. Echo tanto de menos el sonido de tu risa. La verdad es que no me sorprendió comprobar que sigues siendo la hermosa chica de la que me enamoré en el instituto.

Todavía recuerdo lo nervioso que estaba cuando fui a pedirte una cita. Todos mis amigos me habían dicho que ni lo intentara, que nunca habías salido con nadie y que solo te importaban los estudios. Menos mal que no les hice ni caso, porque fue el mejor verano de mi vida. Contigo. Y la persona que llegó a clase después, ese último año de instituto, nada tenía que ver con la chica de hielo que todos pensaban que eras.

¿Que eres fría? Jamás he visto a una persona tratar con tanto cariño a sus seres queridos. Por aquel entonces yo era uno de ellos. Ojalá pudiera disfrutar de otra tarde de cine con tu familia, compartiendo sofá y palomitas, como en los viejos tiempos. O de una fiesta con tus amigos. La noche en la que me los presentaste fue el día que más veces me han amenazado en mi vida. Es increíble lo mucho que te quiere todo el mundo. Y ojalá Anna siguiera sonriéndome cuando nos cruzamos por la calle. Hubo un momento en el que sentí que también era mi hermana pequeña, pero la perdí. En el mismo momento en el que te hice daño.

Hoy, al verte, me he dado cuenta de una cosa.

Todo fue culpa mía.

Llevo un año pensando que no era el único responsable, que fuiste tú la que me dejó atrás, obligándome a convivir con todos los lugares en los que deberías haber estado. Nunca quise que te fueras a estudiar fuera. Nunca quise una relación a distancia. Así que utilicé ese enfado para justificar el dolor en tus ojos aquella tarde de diciembre. Pero hoy, cuando te he visto, lo he comprendido: esta ciudad es demasiado pequeña para una mujer como tú. Tenías alas y debías volar, pero no lejos de mí, ni de las personas que te queremos, sino de este lugar. De un destino mediocre y aburrido.

Lo siento tanto. Ahora lo entiendo.

Ahora te entiendo.

¿Cómo te va? ¿Estás con alguien? No, mejor no respondas a eso. No podría soportar que dijeras que sí. Por si te interesa, no he salido con nadie de manera seria. Elisabeth tenía una sonrisa bonita, pero no tu humor. Danielle y sus impactantes ojos azules tampoco me atraparon. No dejaba de buscar motitas verdes en ellos.

No la he vuelto a ver.

Sé que esta no es la felicitación que esperabas y sé que no es justo que te escriba ahora, después de un año sin tener noticias sobre mí. Pero no he podido resistir la tentación de continuar con nuestra tradición de postales navideñas.

Pasaré Año Nuevo en la cabaña de la montaña. Si tú también recuerdas esos momentos junto al fuego y los echas de menos, por favor, reúnete conmigo. Te estaré esperando debajo del gran árbol, en la Plaza Mayor.

Estoy rezando para que ocurra un milagro navideño.

Y, por si no te veo, feliz navidad.

Siempre tuyo,

Aidan.


Sé que ya ha pasado la Navidad, pero tengo la sensación de que si guardaba esto hasta el año que viene no iba a subirlo y como más vale tarde que nunca... Espero que lo disfrutéis igualmente. <3

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