Capítulo I

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Su negra cabellera y morena tez me dieron una idea de quién se trataba, aquel pequeño niño miraba tímidamente al suelo mientras se escondía detrás de las piernas de un señor de mediana edad con una vestimenta completamente negra, incluido su maletín que cargaba con su mano izquierda, también llevaba unas gafas muy graduadas que resaltaban bastante sus ojos azules. Este se acercó a mí lentamente con el pequeño siguiéndole por detrás.

-Perdona, ¿eres Aroa Navales?- me preguntó con voz cansada.

-Sí, soy yo- respondí- ¿Pasa algo?

No no, bueno sí, pero eso no es el caso-sus torpes palabras me confundían- llevo todo el día buscándola- se atrevió a decir una vez se calmó.

-¿En serio?- dije curiosa- ¿A qué se debe esta búsqueda? señor...

-Abraham- me respondió rápidamente-perdona, ni nos hemos saludado- acto seguido me extendió su mano libre- Abraham García, trabajador del servicio de protección infantil.

-Un placer conocerlo señor Abraham-respondí estrechándole la mano- Arona Navales, aunque eso ya lo sabe- dije divertida.

Lo siguiente que escuché de él fue una pequeña carcajada que me llegó a contagiar un poco. Luego con más calma volvió a hablar.

- Estoy aquí por este pequeño que tengo aquí detrás- dijo moviendo al pequeño para colocarlo en frente de él, pero este seguía mirando hacia abajo.

Lo miré curiosa, lo único que llegaba a ver de él era el remolino de su cabello, que iba hacia el sentido contrario de las agujas del reloj, y tanto su camisa como pantalones cortos negros me dejaban ver su morena piel.

Mi memoria no es la mejor de todas, y debo admitir que me cuesta reconocer a personas que solo he visto una sola vez. Pero aquel pequeño tenía todas las papeletas para ser quién yo creía que era, solo necesitaba verle a los ojos, y como si Abraham me leyera la mente, se dirigió al pequeño.

-Anda, Lucas, no seas tímido y saluda a tu madrina Aroa- le dijo al pequeño mientras le daba palmaditas en el hombro con su mano libre.



¿Lucas?¿Madrina?, espera, ¿de verdad eres...?



-Hola Adoa...- dijo bajito, para luego subir su mirada lentamente y encontrarse con los ojos más sorprendidos que podría haber visto en su corta vida, de verdad no me lo podía creer.

Sus ojos... simplemente sus ojos, al verlos era como verla a ella, con sus tonos verdosos en el centro y marrón claro en sus bordes hizo que mi corazón diera un vuelco total, y me recordara el porqué ambos estábamos aquí, vestidos igual de negro junto a pocas personas que en su gran mayoría nunca los había conocido.

Ambos conectamos miradas y por un momento todo parecía ir a cámara lenta, ninguno de los dos teníamos intención de desviar la vista del otro, y mientras que él parecía hacerlo por obligación, yo no podía dejar de verlo, cada segundo que pasaba se me llenaba más la cabeza con los peores pensamientos que podría tener en ese momento. Todo en mi mente estaba conectando, del por qué Alejandro no estaba aquí pero sí Lucas, y de por qué Abraham se acercó a hablar conmigo. Ya tenía una respuesta en mi cabeza, solo necesitaba recitarla mentalmente para creérmela, pero antes de que pudiera hacerlo, empecé a escuchar como mi nombre se repetía constantemente, sacándome del trance y desviando ambos la mirada hacia direcciones diferentes.

-Señorita Aroa- volví a escuchar con mejor claridad, por lo que dirigí mi mirada hacia Abraham un poco desorientada.

-Sí, perdona- sacudí disimuladamente la cabeza para despejar mi mente- podría volver a repetirlo, por favor?

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⏰ Última actualización: Aug 27, 2023 ⏰

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