CAPÍTULO 4

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– QUEDÉMONOS JUNTOS –

Desperté en una cama miré poco a poco, mi vista era algo borrosa. A mi lado había un mueble que contenía alimentos, había agua y olía a sopa caliente. No tenía mucha fuerza traté de pararme poco a poco pero se me hacía bastante difícil.

—¡Coco! ¿Dónde estás? —trataba de gritar— ¡Coco!, por favor— escuché pasos.

De inmediato me levanté pero caí al piso, pues la fuerza que tenía en ese momento era escasa. 
Vi que entró alguien y cerré los ojos. 
Los mantuve así durante mucho tiempo. Sentí como me tomó y me volvió a acostar.

—Tranquila, no te haré daño.—oí su voz, era una voz masculina—Pero deberías comer algo, te hace falta fuerza, y de verdad no quisiera que la primer persona que veo muera.

Abrí los ojos y decidí hablarle estaba en shock, después de dos años porfín escucho a alguien hablar.

—Perdón, no había hablado nunca con nadie y aún no puedo creer que estoy hablando contigo—Me miró y sonrió—¿Puedo saber dónde está coco?.

—¿Por eso gritabas coco? Está abajo, está comiendo el está bien—me acercó la comida y el vaso con agua—come, cuando te sientas  con más fuerza vienes o me hablas para poder ayudarte.

—Antes de que te vayas, ¿Cuánto tiempo  ha pasado?— miré mi muñeca pero no tenía el reloj.

—O sí tus cosas están seguras, te quité algunas para que pudieras estar cómoda. Llevas cuatro días, pero tranquila, créeme me siento afortunado de poder ver a una persona, termina y te explico todo después.

Decidí comer y al paso de una hora me sentí mejor, bajé poco a poco las escaleras que me llevaron a la sala pero no había nadie, fui directo a la puerta y miré hacia a fuera. Él estaba jugando con coco, parecía disfrutarlo, coco corría de un lado a otro tratando de tomar aquel pedazo de rama seca con el cual ambos jugaban. Él me miró y decidí gritar.

—¡Ey esponjoso! Ven aquí.— corrió muy rápido al escucharme, llegó moviendo la cola de lado a lado y ladrando como si me hubiese ausentado tanto tiempo— te extrañé que bueno que estás bien no se que habría hecho si te pierdo.

Miré a aquel chico quien nos había salvado la vida.

—Gracias, por salvarnos, de verdad te lo agradezco.— fui hacia a él y le di un abrazo.

— No tienes que agradecer, pero centenemonos adentro, creo que necesitamos hablar.—lo vi entrar y seguido de él nosotros. .

Tomamos asiento en aquellos sillones, ambos de frente, mientras que coco estaba a mi lado y lo acariciaba.

—¿Cómo nos encontraste? Lo último que recuerdo es haber visto a coco desmayarse y seguido de el yo.

—Los encontré a unos 30 metros de aquí por los árboles es difícil ver la casa pero había ido por agua luego los vi, decidí acercarme y ver si estaban vivos, y luego los traje aquí, trate de darles la ayuda posible, coco despertó un día después pero tú, tú estabas más grave, solo espere mientras intentaba alimentarte, eso fue lo más difícil.—Vi su preocupación al ir contando todo eso—.

—Llevábamos caminando muchos días y se nos acabaron los víveres, pero me alegra tanto poder estar aquí a pesar de todo. Por cierto ¿Cuál es tu nombre? Desde que desperté ninguno se ha presentado.

—Mi nombre es Iker, mucho gusto mm...—me miró esperando que dijera mi nombre.

—Xay, me llamo Xay.

— Xay, es con S o ¿Cómo se escribe?.

—De echo, en realidad no sé mi nombre, perdí la memoria y todo lo que recuerdo es desde solo hace dos años, sé mi edad y mi fecha de nacimiento porque lo anoté en una hoja que tenia en la mano al despertar. Opté por ponerme uno ya que no recuerdo mi verdadero nombre. Pero es con X y con la  y griega al final. 

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