Capitulo 3

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-Té extrañe pequeña
El mundo se le vino a los pies, aquel hombre que había jugado con los sentimientos de su hija se encontraba parado frente a ella, con un gran porte, vestido con un finísimo y un bello traje azul marino, con aquella sonrisa que le daba cada vez que llegaba a visitarla.
-Tu...  -Aquel hombre camino lentamente hacia su hija y con una de sus manos acarició con delicadeza el cabello de su hija
-Lamentó mucho lo que le sucedió a tu madre pero ya no hay nada de que preocuparse ya estoy aquí -la jalo hacia el y la abrazo
El delgado cuerpo de Leila se tenso en cuanto tuvo contacto con el cuerpo de su padre, su mente estaba en blanco, se había bloqueado por completo, su piel palideció aun más, su cuerpo flaqueo, sentía que en cualquier momento caería inconsciente en los brazos de ese hombre. 
-Lamentó interrumpir señores pero necesito que se retiren para poder hacerle un chequeo y curar a la señorita Leila
Las palabras de la enfermera fueron mas que un alivio para la chica pues en ese momento el señor Adam se alejo de su hija y asintió con la cabeza para después retirarse junto a director.
-¿Podrías quitarte la blusa por favor?
-Pero yo solo tengo lastimado el labio
-No trates de verme la cara de tonta, esas lastimada de todo tu cuerpo, pude verlo en cuanto entraste a este lugar, ni siquiera puedes mantenerte de pie y cuando tu padre te abrazo pude ver la expresión de dolor en tu rostro. Así que vamos te ayudaré a desvestirte. -la enfermera desvistió a Leila con mucho cuidado para no lastimarla más, al quedarse sin su blusa la enfermera se sorprendió al ver aquellos hematomas en el abdomen de la chica. -¿Cómo fue que te sucedió esto?
-Me asaltaron antes de llegar a la escuela
-Mientes -intervino la enfermera -No fu lo qué pasó -Leila se puso nerviosa, no iba a decirle lo que realmente había ocurrido pues temía que las consecuencias después fueran aun más graves -Tu mirada lo dice todo, ¿Que fue lo que te paso en realidad?
-Estoy diciendo la verdad me asaltaron
-Esta bien si no quieres decirme la verdad, solo que a la próxima esconde tu celular en algún otro lugar -dijo señalando el dispositivo que se encontraba en el bolsillo de la falda de Leila -Podría apostar que tienes tu cartera en tu mochila y llevas puesto un dije de oro de una mariposa roja. Tal vez ese cuento se lo crean el profesor y el director, pero a mi no -guardo silencio por un momento para después proseguir -Solo te dire una cosa, como mujeres hay que cuidarnos entre nosotras de este mundo que es cruel con todo lo que tenga que ver con nosotras, yo no creo nada de lo que dicen de tu madre y quiero que sepas que si e estas hablar con alguien puedes hacerlo conmigo.
-Gracias, lo considerare -la enfermera tomo cuidadosamente las mejillas de aquella chica y beso su frente con tanta ternura que tan solo por un instante Leila sintió que su madre estaba su lado. -Bueno ya e terminado vístete y puedes retírate
Leila se vistió lentamente, agradeció a la enfermera y se salió de la enfermería. Al encontrarse fuera de esta su padre conversaba con el director cuando ambos se percataron de la presencia de ella, el señor Lee se despidió del director y se dirigió a su hija quien jugaba con sus manos nerviosa.
-¿Lista para irnos?
-¿Irnos? ¿A dónde?
-A casa, a partir de ahora vivirás conmigo, al menos hasta que mejores.
-Estoy bien, no necesito que me cuides ya soy mayor de edad
-Si pero el fiscal dijo que te diagnosticaron depresión, deficis de atención, entre otras cosas, ademas de que después de la muerte de tu madre tuviste dos intentos de suicidio ¿Quieres que prosiga?
Leila tras escuchar esas palabras solo quería estrangular a su padre pues aparte de todo no quitaba de su rostro esa maldita sonrisa hipócrita.
-Bueno, creo que no dirás nada, así que andando -la tomo por el brazo y la jalo hasta la salida del instituto para llevarla a la salida del instituto. Al encontrarse en el estacionamiento Aaron tomo la mochila de Leila y la coloco en la parte trasera del auto, mientras que la chica subió en el asiento del copiloto, Aaron cerro la puerta ya se dirigió al asiento correspondiente y se fueron hacia su destino,.

El camino fue de total silencio, ninguno se atrevía a dirigirse la palabra, era un silencio realmente incomodo, mientras pasaban los minutos Leila se percato de que cada vez mas se alejaban de la civilización y ahí fue cuando Leila puso todos sus sentidos en alerta, sus manos jugueteaban nerviosas, de su frente caían pequeñas gotas de sudor y su mirada reflejaba preocupación.
-Tranquila yo vivo alejado de todo ruido que moleste mi concentración, así je no te preocupes no te haré nada malo
-¿En.. en donde vives exactamente? -realmente Leila no confiaba en su padre
-¿Has llegado a escuchar sobre la casa de la bruja?
-Amm si, en la escuela hubo un tiempo en el que se hablaba mucho de ese lugar, se dice que en 1640 esa gran casa fue habitada por una bruja autentica la cual fue ahorcada ahí mismo y desde entonces las personas dicen que esa casa esta maldita. -Aaron no tardo mucho en soltar una gran carcajada lo cual provoco que Leila frunciera el seño confundida ¿Acaso había dicho algo gracioso? -¿Sucede algo? -pregunto con cierto disgusto
-Nada Leila solo que es una gran farsa sobre que esta maldita, yo vivo ahí desde hace di.. -y se detuvo
-Desde hace diez años
-Sobre eso..
-Déjalo así, no tienes que explicarme nada, te fuiste y punto -el silencio volvió a reinar entre ellos dos.
Después de una hora de trayecto al fin habían llegado a su destino, Leila bajo y quedo estupefacta ante lo que sus ojos veían en ese momento, la casa era mas grande de lo que esperaba, la casa parecía sacada de un cuento de la época Medieval, tambien noto que daba un aspecto sombrío, al rededor de la casa habían algunas flores en u buen estado mientras que otras simplemente se encontraban marchitas.
-Bienvenida a tu nuevo hogar -Dijo con gran felicidad Aaron. -Vamos hay que entrar
Leila asintió con la cabeza y camino des tras de su padre hasta la entrada, ya adentro Leila quedo aun más impresionada sus ojos se abrieron tanto que parecía que en cualquier momento se saldrían  de sus cuencas, si por fuera era impresionante por dentro era aun mejor, había grandes pinturas al estilo Goya, una larga escalera como la de las películas de princesas, del techo colgaba un bello candelabro, parte del suelo estaba cubierto por una alfombra rojo carmesí.

Di unos cuantos pasos y a mi lado izquierdo había una gran puerta la cual se encontraba abierta de par en par y al asomar mi cabeza para observar lo que había dentro mi corazón latió a mil por hora, era una gran biblioteca, en ese momento me sentí bella cuando llego al castillo de bestia. Habían grandes estantes repletos de libros, tan grande era ese lugar que estaba dividió en dos pisos y para llegar a la repisa más alta necesitarías una escalera.
Al fondo se encontraba un gran ventanal y frente a este había un escritorio donde se encontraba una laptop con varios papeles regados e incluso algunos arrugados en el suelo, en aquella habitación también habían varios sofás del mismo color que la alfombra de la entrada, parecía que a este hombre tenía una fascinación por el color carmesí, pero a pesar de eso aquel Ligias no dejaba de ser precioso.
-Veo que te gusto mi despacho -dijo Aarón mientras se posicionaba a un lado de su hija
-Si, es bellísimo-su voz era como la de una pequeña cuando va a una gran juguetería
-Aquí es donde yo escribo mis novelas -Leila volteo a ver a su padre confundida
-¿Eres escritor?
-Si, soy a lo que se le conoce como escritor anónimo, eso provoca de caída intriga entre mis lectores.
¿Y que libros has escrito, porque para vivir en esta gran casa debes ganar más que bien?
-¿Llegaste a escuchar sobre una saga llamada "La Condesa"?
-¡No puede ser!, ¿eres tu? Enserio tu eres el autor de La Condesa -Aaron asintió con cierto ego en su aura -Amó esa saga es intrigante, asombrosa, mágica, dios enserio no puedo creer que seas tu el autor de tal saga, ahora todo tiene sentido.
-Me alegra que mi hija sea mi fan, tengo varias copias de la saga aquí, puedes tomarlos cuando gustes. A si casi lo olvido no te preocupes por tu ropa y todas tus cosas, le pedí a una de mis trabajadoras que fuera a casa de tu madre y viera tus tallas, en tu habitación hay ropa nueva, puedes inspeccionar toda la casa pero el sótano esta prohibido y no te preocupes esta bajo llave así que no habrá malos entendidos, yo tengo que salir tengo que ir a la editorial a resolver unos asuntos, volveré para la cena, mientras puedes ponerte cómoda. -Aaron se acerco a u hija y beso su frente para después irse de ahí apresuradamente

Leila otra vez se encontraba sola, pero a diferencia de otras ocasiones esa vez podía sentir varias emociones a la vez, entre ellos, felicidad, melancolía, temor, emoción, era toda una montaña rusa, su cuerpo estaba tenso, sus pupilas estaban dilatadas, sus labios formaban una sonrisa melancólica, como deseaba que su madre estuviera ahí para ser disfrutar todo aquel lugar tan mágico y lleno de misterio, sus pies iba de un lado a otro, quería ver hasta el último rincón de aquella casa por lo a regañadientes salió del despacho de su padre y exploro la planta baja.
La cocina era amplia y con un toque rústico, el comedor era como para diez personas si no es que para mas, habían mas habitaciones donde en uno de ellos se encontraban los abrigos, era el armario, en otro era un despacho mas pequeño, ahí habían demasiados documentos que sentía que en cualquier momento saldrían explotando de ahí, al salir de ahí se dirigió a la sala de estar, en ella había una gran chimenea, varios sofás iguales a los de la biblioteca, también habían mas cuadros al estilo Goya, pero hubo un cuadro en específico que llamo su atención y era el que se encontraba arriba de la chimenea, era una mujer sonriendo con una bebe en brazos, ¡era su madre y ella!.
Se acerco aun mas para poder apreciar mejor aquel retrato y vez cada detalle en el, su madre parecía estar muy feliz con ella n brazos, ese retrato estaba tan bien echo que había logrado transmitir aquel bello sentimiento de alegría, también noto que en el hombro de su madre había una mariposa roja. En ese momento recordó a Arek y se pregunto ¿Cual había sido la verdadera razón de su repentino alejamiento hacia ella? La única respuesta que tenia en ese momento era que se había cansado de ella. Leila dio un gran suspiro y prosiguió recorriendo la casa, después de unos diez minutos Leila se encontraba frente a su habitación al adentrarse corrió y se dejó caer en la gran cama que se encontraba ahí, su habitación tenía un gran balcón, las cortinas eran blancas, tenia un gran armario y un librero como cabecera de la cama y frente a ella había un espejo batane grande a su parecer, el baño era precioso, por lo que no lo dudo dos veces y se desvistió hasta quedar en ropa interior, Leila o base abra cada parte de su cuerpo casi esquelético con desprecio, en su labio ya se había formado un gran moretón, en su abdomen también esta lleno de moretones los cuales aun dolían, debajo de sus ojos se habían formado ojeras por la gran falta de sueño, ella se abrazó así misma tratando de convencerse de que todo estaría bien.

Después de una larga ducha Leila salió envuelta en una toalla y se dirigió a su armario, al abrirlo se percató de que en el solo habían vestidos de todo tipo, tato de buscar algún pantalón o algo que no fuera un vestido, pero no fue así. Al no tener otra opción optó por usar un vestido estilo hippie largo, volvió a vendarse sus brazos, se curó su labio y desenredó su cabello, y dejó sus pies descalzos, tomó su mochila que se encontraba en la cama de ahí sacó una pequeña bolsita la cual contenía un polvo blanquecino el cual sin prisa alguna colocó un poco en su escritorio y aspiro para después echar su cabeza hacia atrás mientras cerraba sus ojos y se acomodaba en su asiento.

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2022 ⏰

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