Biblioteca

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—Madre tranquila, parece que te dará algo — le dijo Abigail a su madre mientras estaban en la habitación de la doncella, su madre le estaba cepillando él cabello con mucho ímpetu.

—Lo siento, estoy muy nerviosa por lo de mañana, por favor no seas grosera con él duque — le dijo por cuarta vez en lo que estaban en la habitación.

—Me lo has dicho muchas veces, ya entendí, no me pongas más nerviosa de lo que ya estoy — le pidió la pelirroja.

Mientras ellas hablaban Franco estaba detrás de las paredes de nuevo, escuchando su conversación, no lo podía resistir, necesitaba saber, necesitaba saber que pensaba, que haría, pero la verdad estaba un poco decepcionado, porque no escucho nada interesante, solo cómo su madre le repetía una y otra vez que no fue grosera con él.

Lo que le decía que lo que le había dicho Lady Delancy sobre él inapropiado comportamiento cómo dama de sociedad, algo que le resultaba muy fascinante la verdad. Solo tenía hasta después del desayuno para tomar la decisión de pasar o no tiempo a solas con ella, pero si Joseh no regresaba no quería pasar ese tiempo, no quería errores.

No quería que cuando pasaran ese tiempo a solas, que le terminara de gustando su compañía, pero al final terminará siendo uno más de esas Doncellas astutas que fingían ser buenas e inocentes, pero tampoco quería hacer algún tipo de insinuación y que al final terminar ofendiendo la, no quería que pasara eso.

Y al día siguiente después de que todos desayunaran, salio del castillo, Josehp no había llegado a tiempo, así que lo más prudente era que ellos no pasaran tiempo juntos al menos no por él momento.

─Tal parece que él Duque ya tomó ya tomó una decisión y no tiene que pasar tiempo con nadie más ─ comentó con superioridad Lady Delancy mientras todas estaban en la sala.

La ausencia del Duque era completamente innegable, Abigail prácticamente había sido plantada, lo que preocupaba mucho a Esmeralda, algo le habían dicho algunas de ellas o ambas le habían llenado al duque para que ni siquiera le diera una pequeña oportunidad a su hija, más no demostraría debilidad, no ante ellas, no les daría él gusto.

Así que ignorando sus comentarios, tanto Abigail cómo ella siguieron su día con normalidad y siguieron ayudando con las decoraciones que faltaban del castillo, a ambas les gustaba mantenerse ocupadas con diferentes tareas, no solo estar sentadas tomando él té y galletas.

─Lamento mucho decepcionarte madre ─ se disculpó Abigail con ella mientras ambas le colocaban adornos a los arbustos del jardín que estaban sin decoración.

─No tienes porque disculparte hija, ni siquiera llegaste hacer algo por lo que debas disculparte ─ le dijo su madre ─ además, quién sabe las razones por las que él Duque haya tenido que salir, quizas algo importante se le presentó y por eso tuvo que salir, no dejes que sus palabras te afecten eso es lo que ellas quieren, meterse en tu cabeza y hacer que dudes de ti misma, no las dejes entrar en tu mente ─ le dijo su madre.

─Si madre ─

El resto del día ambas la pasaron lejos de Lady Delancy y Lady Given, ninguna de las dos estaba por aguantar alguno de sus comentarios, así que se la pasaron en la cocina o caminando por los jardines, aunque Esmeralda no dejaba que estuviera mucho afuera porque no quería que enfermara de nuevo.

Y así llegó la noche y él Duque no hay regresado, sobraba decir que lady Given y lady Delancy se sentían más que ganadoras y triunfantes respecto a lo que estaba pasando, por otro lado Esmeralda se dijo a sí misma que se mantuviera calmada, un día no era nada, pero si al día siguiente pasaba lo mismo ya si se tenía que preocupar.

La hora de la cena ya había pasado y Abigail y su madre, prácticamente habían escapado de la mesa del comedor, no soportaban escucharla más, aunque ya habían dejado de atacar la, ya no miraban a Abigail cómo rival, ahora las ribales solo eran ellas dos o eso consideraban ellas, porque Abigail no estaba descartada aún del todo.

─¿Segura que es por aquí? ─ le preguntó Abigail a su dama de compañía, que minutos atrás después de que ella le manifestara su aburrimiento, ella le contara que en aquel enorme y bello castillo, había una hermosa biblioteca lleno de libros.

Y Abigail sin poder resistir la tentación, tenía que ir a ver dicho lugar, así que mientras su madre estaba entretenida en la cocina, tal vez buscando un poco de información con las personas que trabajaban en él castillo respecto al duque porque todavía no había regresado.

─Si está es la puerta ─ dijo la joven segura para después empujarla y pasarle él candelabro con las velas para que iluminara su camino.

─Es impresionante ─ dijo Abigail maravillada encendiendo algunas velas más para poder tener mejor vista de aquel lugar ─ tiene libros de poesía, arte, novelas de aventura ─dijo con emoción.

─Mi lady no hable tan alto ─ le dijo su dama mientras estaba en la puerta, ellas estaban ahí sin permiso y lo mejor era que nadie se diera cuenta, pero alguien ya las había escuchado.

─Si, perdon, pero no lo pude evitar, él duque tiene uno de los ejemplares que le había pedido a mi padre para cuando regresara del viaje que haría, pero no llegó a hacerlo ─ le dijo ella tomando la novela de tapa dura en sus manos, pasando sus dedos con nostalgia.

─Si aún le interesa leer lo puede tomar lo ─ dijo él duque desde la puerta haciendo que ambas gritaron del susto, ya que no lo habían escuchado llegar.

─Duque, buenas noches ─ dijo Abigail aun alterada por él susto, haciendo una reverencia ─ disculpe por entrar así a su biblioteca, es que tenía mucha curiosidad por conocerla ─ dijo Abigail tratando de excusarse no quería que pensara que ella era una metiche o algo peor.

─Si, he escuchado que le gusta mucho leer, además de que sabe algunas cosas sobre la literatura, poemas y arte ─ comento él, entrando en la habitación.

─Si, me gusta leer sobre esos temas ─ contestó ella.

─Bueno cuando pasemos tiempo juntos le preguntare con más detalles sobre ello, ahora es muy tarde para conversar ─dijo él.

─Cierto, buenas noches duque ─ dijo ella en despedida haciendo otra reverencia, volviendo a poner él libro de donde lo había tomado para después encaminarse a la salida.

─¿No va a leerlo? ─ le preguntó él con interés.

─Mañana posiblemente, también es muy tarde para ponerme a leer─ dijo Abigail antes de salir, cuando estuvo en él pasillo con su dama de compañía suspiró en alivio ─ has perdido práctica Susana ─ le regaño en broma Abigail.

─Lo siento, es fue muy silencioso, sus hermanos hacían más ruido─ se defendió la joven y ambas rieron mientras caminaban hasta la habitación de ellas.

─¿Dónde estaban ustedes dos? ─ preguntó Esmeralda una vez ella cruzaron las puerta.

─En la biblioteca ─ contestó Abigail, era inutil intentar mentirle a su madre, ella siempre se enteraba de todos modos.

─¿Con él permiso de quién? y a está hora ─ le regaño a ambas cómo si fueran niñas pequeñas.

─Lo sé madre, lo siento, pero Susana me dijo que había visto una hermosa biblioteca en él castillo y tenía muchas ganas de verla yo misma ─ le conto.

─Ya me imagino que si, pero estas no son horas, debes descansar ─ le dijo su madre.
─Lady ─ Susana empujo suavemente a Abigail con él codo, para que le contara lo otro que había pasado mientras estaban en la biblioteca.

─¿Qué pasa? ─ preguntó Esmeralda.

─El duque regresó, mientras estábamos en la biblioteca él llegó ─ le contó Abigail.

─Si, ya sabía que había llegado, lo vi mientras estaba en la cocina, cómo había previsto, tuvo asuntos importantes que atender ─ dijo Esmeralda, ya que eso fue lo que él le había dicho, pero la verdad es que se la paso todo él día en casa de su amigo tratando de distraerse con tonterías, esperando que Joseph llegará y llegó casi al atardecer con las noticias que necesitaba ─ así que con más razón hija, ve a cambiarte para que descanses bien, mañana pasará tiempo a solas con él duque…

Una Navidad Con El Duque AmargadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora