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Para tomar el contexto, mi vecina, Raquel, solía acosar al chico "perfecto" Ares Hidalgo, tenía mejores opciones para acercarse a él pero que mejor que acosarlo detrás de una ventana. Al llegar a este vecindario las familias solían parecer raras, ¿Que madre y padre le ponen a sus hijos nombres de Dios griegos? Exacto, la señora Sofía hidalgo y el Señor Juan Hidalgo, que obsesión.

El contacto que tenia con aquella familia era activa, normalmente su familia podía pasar todo el día aquí y no tendrían las molestias de irse, al menos no para Ares, mi ventana daba perfectamente a la ventana de Raquel, la cual, la acosadora terminó siendo acosada.

El libro entre mis manos con un final tragico dejaba mi mente en blanco, después de todo el amor no era para siempre, según por lo qué leía, quite el libro de mi vista dejándolo en el cajón de noche, mire el techo dudando de aquello, ¿Era posible que fuera eterno? Tal vez habría una pequeña posibilidad de que lo fuera, la más mínima.

Me levanto cerrando las cortinas de mi cuarto evitando que la luz de la luna entre por esta, el pequeño roedor comía de una zanahoria muchísimo más grande que el, sus tonos combinaban a la perfección con el juego de mis cobijas, sonreí al escucharlo masticar de esta.

Una ola de flojera invade mi cuerpo al sentir el frío de mi habitación, sin nada que protestar tomo al pequeño cuyo dejándolo en una jaula de un tamaño cómodo para el, echo un último vistazo por la ventana mirando la conversación de Ares con Raquel, al parecer no fuí la única al quejarse del ruido de aquella música, ¿Quien mierda escucha música a esta hora? Si, solo el idiota de Ares.

Niego repentinas veces al pensar en el plan de Ares, mi cama me susurra repentinamente "solo duerme" asiento como si de verdad me hablara para llegar a ella aventándome boca abajo, suelto un suspiro profundo tratando de conciliar el sueño hasta que esos ojos cafés salen de mi mente.

Los ojos de Marco.

Su mirada fría y sonrisa poco notable.

Llevo días pensando en ese chico sin conocerlo, desde la cena en la casa Hidalgo no he parado de pensar en el chico de ojos claros, tenía un brillo...un brillo raro y seco, tan solo lo miraba diferente a mi.

Demasiado diferente a mi.

La voz de Ares se escuchaba pasar por los cristales de mi ventana al parecer Raquel trato de darle su merecido pero el famoso dios griego no se deja de nada ni de nadie así que...lo devolvió de alguna manera, escuche una ventana cerrar de golpe. Solté una risa pequeña en forma de susurro, al parecer Raquel estaba molesta y Ares claramente se aprovechó de eso.

Vaya forma de ligar.

𝙿𝚘𝚕𝚘𝚜 𝙾𝚙𝚞𝚎𝚜𝚝𝚘𝚜. /𝘔𝘢𝘳𝘤𝘰. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora