Capítulo 9

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—¿Estás lista?

Valérie la había sacado de sus pensamientos que, de igual manera, eran sobre la misma Valérie.

—¿Qué? Ah, sí, sí.

—¿Estás bien?

—Sí, perdona —dijo tomando su pequeño bolso de mano—. Vamos.

José Carlos les abrió la puerta y bajaron. Lucía no lo vio venir y sufrió un mini infarto cuando la mano de Valérie se entrelazó con la suya.

Lucía la miró y Valérie le ofreció una sonrisa que terminó por catapultar su corazón muy lejos.

El salón del evento era muy amplio, con mesas redondas distribuidas por todo el lugar. Los meseros iban y venían haciendo maniobras con las bandejas, botellas de vino, champaña y aperitivos que se veían costosos. Había una canción de fondo que no se lograba escuchar bien por el tintineo de las copas, las risas y las conversaciones que se mezclaban para formar un único sonido que era solo bullicio. Al fondo del salón había un pequeño escenario y un atril.

—Mis ojos no pueden creer lo que están viendo en este momento —dijo un anciano que se había plantado ante ellas sin darse cuenta—. Valérie Géroux, ha vuelto la socialité.

—Nunca lo he dejado, Gerard —respondió Valérie con una sonrisa.

—Que bueno verte —dijo con amabilidad—. Y ya veo por qué saliste —rió al ver a Lucía—, yo también querría salir para mostrarle al mundo tan hermosa dama.

Lucía tendió la mano para saludarlo y el hombre se acercó y se inclinó ligeramente en ademán de besar su mano.

—Ella es Lucía, mi novia.

Valérie dijo aquellas palabras con tanto orgullo que Gerard amplió su sonrisa.

—Espero ver un anillo pronto en esa mano.

Lucía se sonrojó, pero para sorpresa de Valérie, contestó:

—Yo también espero.

Ambas se miraron y sonrieron.

—Mi señora está sentada por ahí, puedes pasar a saludarla cuando gustes. Ya sabes que ella no se levanta una vez que se sienta.

Gerard se reía como si estuviera atragantado, su voz rasposa y su corpulento cuerpo solo le recordaba a Lucía al hombre que le había dado un infarto frente a ella. Jamás se hubiese imaginado que semanas después de ese suceso estaría en un lugar como ese. Luego de un rato de chistes entre los tres, Gerard se alejó a saludar a otras personas.

—Es un buen tipo —dijo Lucía mientras lo miraba irse.

—Cuando está sobrio lo es. Una vez bebió tanto durante una subasta que subió al escenario y empezó a cantar y bailar la macarena.

—No puedo creerlo.

—Desde ese día no invitan a la prensa a nuestros eventos. Y tuvo que pagar muchísimo dinero para que no salieran las fotos y vídeos. Fue muy gracioso.

—¿Nunca has hecho algo vergonzoso como eso?

Valérie la miró.

—Soy tan aburrida como me ves.

Ambas se habían acercado a la mesa donde estaba la comida.

—No te ves aburrida —dijo Lucía mientras comía un pastelito.

La llegada de Lucía a su vida había desordenado algunas cosas en ella. Aunque su concentración en el trabajo seguía siendo completa, de vez en cuando se descubría a sí misma pensando en la chica. No le gustaba pensar en lo que sentía cuando estaba cerca de ella, porque eso implicaba analizar y buscar una respuesta a una pregunta que no quería hacerse. A pesar de que, desde el primer momento que la vio, se sintió atraída por ella. Resultaría muy complicado definir si Lucía estaba ahí por el dinero o porque realmente le agradara su presencia. Aunque hasta los momentos Lucía no le había pedido nada, todo lo que tenía ella misma se lo había ofrecido. Y mirándola tan feliz comiendo todo lo que encontraba, no le dio la impresión de ser una persona interesada, era una chica dulce, amable, graciosa y con bastante hambre en ese momento.

Amor de AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora