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pequeños pasos y grandes saltos, el sol brillaba en lo alto del cielo pero no era un dia exageradamente caluroso, los árboles se movían al compás de la ventisca y hacían caer las ojas al suelo cubriendo por completo el camino.

una pequeña figura rubia corrió por encima de ellas entre risas, seguida de una niña que lo regañaba por adelantarse. a sus espaldas se alzaban dos adultos que seguían su paso con tranquilidad, uno de ellos observando a ambos niños con una sonrisa y el otro ocultando la suya entre sus ropas.

a ese ritmo no tardaron demasiado en llegar a su destino, una linda casa ubicada casi a las afueras de la aldea. no era demasiado grande pero no era necesario, tenía un patio espacioso, era una casa japonesa tradicional, bastante tranquila.

pasaron directamente de la puerta después de que los dos infantes lo hicieran llenos de entusiasmo, observando el lugar con más detalle. estaba perfectamente limpio y ordenado, al parecer su llegada había sido anticipada por el dueño.

esperaron un momento hasta que el shoji se abrió desde el interior de la casa, revelando a la persona que habían ido a visitar. una sonrisa se dibujo en el rostro del dueño, quien avanzó con tranquilidad hacia el patio para recibir a sus visitantes, y tan pronto como lo hizo la pequeña niña corrió hacia él.

— ¡tío shisui!

la infante se abrazó a él tan pronto como pudo y el aludido se agachó para devolverle el abrazo entre ligeras risitas.

— ¡sarada, solo mirate! ¡la última vez que te vi estabas gateando! — revolvió la cabellera de su sobrina con cariño y giró su rostro hacia el niño que yacía enfrente suyo, con las mejillas rojas por la vergüenza y la mirada fija en el suelo.

— boruto, no seas descortés y saluda, vamos.

el rubio avanzó tímidamente y extendió su mano para estrechar la del rizado, quien solo se carcajeo ante tal acción y lo despeino antes de darle un abrazo. los niños se esfumaron tan pronto como shisui mencionó que había instalado unos columpios en el patio, y cuando se quedaron solos las dos figuras en frente suyo soltaron un suspiro.

— ha pasado un tiempo, shisui-san, pero no has cambiado demasiado.

observó atentamente al sujeto que rascaba su nuca con su mano izquierda, uzumaki naruto, y a su lado un azabache de pelo medianamente largo simplemente nego ante aquel comentario.

— ah bueno, en lo que a mi respecta, ustedes cambiaron bastante — admitió sin poder creer que esos dos niños que casi siempre estaban peleando ahora estaban en frente suyo como hombres y a su misma altura, incluso más altos y casados con una vida hecha, era conmovedor pensar en como los vio crecer durante los años, los vio equivocarse y los vio aprender bastantes cosas, y pensar en como ellos debían hacer lo mismo con sus hijos ahora era algo que le hacia sentir paz en el pecho.

— eso es obvio, aunque no te preocupes, naruto sigue siendo el mismo cabeza hueca de siempre.

— ¡eh, habla por ti mismo, idiosuke!

— ¿cómo me dijiste, usuratonkachi?

al parecer seguían siendo los mismos.

se sentaron en el engawa para observar como ambos niños jugueteaban por todo el jardín, charlaban entre cosas triviales hasta anécdotas del pasado que los hacían reír, shisui había preparado algunos bocadillos para la ocasión que también llamaron la atención de los infantes en algun punto del día.

la paz por fin habia llegado en el mundo ninja después de la última guerra al igual que la nueva generación de shinobis, y a la par de ello muchos ninjas antiguos decidieron retirarse y vivir una vida tranquila, shisui no era la excepción. se había instalado en una mediana casa a las afueras de la ciudad porque no soportaba el bullicio, konoha tenía más gente ahora así que las calles ya no eran precisamente tranquilas como lo eran antes.

the story  - shisuitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora