-jaj-ja, re trol..o-
Se escuchaban respiraciones agitadas, las palabras salían con dificultad, se apagaban con cada sílaba. El contrario solo se aferraba al cuerpo de su amigo y primer amor, hasta que uno de los dos dio su último respiro.
"Te digo adiós, y acaso te quiero todavía. Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós. No sé si me quisiste... No sé si te quería... O tal vez nos quisimos demasiado los dos."
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-No seria genial irnos del país?- preguntó un chico de piel pálida, pelo color camel por los hombros y rapado de un lado, ojos marrones y relativamente más bajo que el joven que tenía en brazos. El otro tenía la piel color moca, pelo negro y desordenado, con ojos casi negros y una altura lo suficientemente diferente al resto como para recibir algunas burlas de parte de sus compañeros.
-...- El moreno no hizo ni un ruido, manteniendo la habitación en silencio por un rato, el chico más bajo continuó -Siempre pensé que lo seria, irme lejos de acá, tal vez a España...con vos- esa última parte la dijo en un tono melancólico, pero ya no podía llorar más. Y no porque no quisiera, si no porque ya había gastado todas sus lágrimas, no salía ni una. Abrazaba con más fuerza al contrario, por un lado, para mantenerlo caliente, por el otro, para darse la ilusión de que podrían estar así por siempre. -Igual ya sé que nunca creíste que ibamos a salir de acá, pero me gusta pensar en nosotros, y no solo en otro país, me agrada la simple idea de estar con vos en cualquier lado, haciendo cualquier cosa.- ese pensamiento lo hizo sentir cálido, a pesar de que el cuarto no mostraba señales de parar de enfriarse más. Solía hacer eso seguido, imaginarse escenarios con su amigo, junto a su completo ser, sonriendo, los dos, abrazandose, o riendo, o jugando, o incluso lo que el más bajo nunca admitiría que siempre quiso hacer con su "mejor amigo", bloqueaba esos pensamientos ahora, ya que solo lo hacían sentir más culpable.
-Pero ya no podemos ir a ningún lado, ¿no? ni vos, ni yo. Aunque yo pueda, realmente no lo hago, donde vos estés, yo me quedo, y si no vas a ninguna parte, yo tampoco.-
Gota. Gota. Gota.
-Te prometí que iba a ser así- El lugar en donde estaban ambos, la bañera, ya comenzaba a rebalsarse. El agua teñida de rojo por la sangre, que sorpresivamente, no era del moreno.
-Por qué me pediste que te ayude en esto?- Las muñecas cortadas hacian juego con los ojos rojos del otro. -Por qué no me pediste que ayuda antes?- la sangre no dejaba de salir, y el chico se sentía cada vez más débil. Sin embargo, el agarre no se deshacía, en cambio, apretaba más fuerte, quería sentirlo hasta el final.
-Lo siento- y como si el universo se alineara, logró sacar unas lágrimas, sabía que poco a poco se estaba apagando, su voz, sus pensamientos, su cuerpo, todo su mundo. Dolía, dolía muchísimo, pero miraba a la persona frente a él, esa persona...se veía tan tranquilo, quería estar con él, debía estar con él.
-Te quiero- y va a irse con él.
-Soy el único que dice cosas patéticas en estos momentos- la muerte no duele más que una vida sin este chico.
-Lucas, vayamos a algún lado después de esto- porque él era lo único que siempre conoció. Finalmente, cerró los ojos, y otro más se fue de este mundo. Ambos cadáveres yacian en la bañera llena de sangre, los cuerpos enfriándose bastante rápido, pues solo eran cáscaras del alma de dos mejores amigos que debieron tener más tiempo, porque eso era lo que querían, tiempo. Probablemente, uno lo anhelaba más que el otro. Pero ahora se fueron, y tal vez, a un lugar más bello que el baño de una vieja casa. Tal vez ahora esten en un parque, tomando helado y agarrados de las manos.