— Laito—
Yui sentía que cada día se volvía más débil, la comida humana pronto dejaría de llenarle el estómago y ella lo sabía.Habían pasado meses desde que llegó a la mansión y muy en el fondo se lamentaba no haber mordido al pelirrojo cuando tuvo la oportunidad. Aunque sí lo hubiera hecho no habría podido explicarlo.
Un día antes de conocer a los mukamis había tenido una ración, justo después de comenzar a vivir con ellos también tuvo una; su límite en ese entonces aún era de dos o tres meses llevándola a tomar una ración hasta la reciente llegada de los tsukinami.
Tenía hambre.
Por culpa de esos chupa sangres su límite de tres meses rebajaría a unas cuantas semanas.
Si no fuera por su condición especial habría asaltado a cualquier debilucho que se le cruzará por el frente y ellos ni siquieran lo notarían cuando desgarrara su piel.
Fue a la cocina para calmar su apetito y olvidarlo, mientras esperaba que no la cacharan.
Durante el camino se encontró con el mayor de los Mukamis, Ruki, a quien le gustaba llamarle ganado aún así la saludo después de ponerle ese nombre.
Aún recordaba cuando sólo eran seis, pero por orden o capricho de Karl llegaron cuatro integrantes más que terminaron viviendo en al mansión, formando parte de su juego del Edén.
Y por mera casualidad llegaron dos más.
Se supone que él tenía que proveer a sus hijos, no matarlos de hambre. El vacío en su estómago habría un hoyo negro en su mente. Debía dejar de pensar en comida.
Vió los ojos de la persona que tenía en frente y se sumergió en ese azul profundo.
Cuando se trataba de él, realmente no podía odiarlo, era como un niño, lindo y blanco. Una vez lo encontró leyendo un libro, pero cuando se acercó él, lo guardó celosamente.
La portada del libro era normal, pero cuando lo buscó en la biblioteca y no lo encontró la intriga comenzaba a matarla. Aún recordaba el título, por ende utilizó unas de las computadoras del lugar e introdujo el título en internet.
Lo primero que encontró fue un libro para niños, la típica historia de la princesa encerrada en la torre.
Una sonrisa se formó en su rostro.
Aún no se lo creía, todos en la mansión tenían extrañas mañas, ella incluida, pero la de él era la más linda.
Él quería hablarle, pero las palabras simplemente no salían de su boca. Los nervios lo llevaban a tener pensamientos exaltados sobre su persona al verla.
— Hola... — Comenzó con un agradable saludo, pero la falta de palabras y vergüenza lo llevó al plan B. — Vaca. — Su nuca comenzaba a llenarse de sudor, pero su voz y sonrisa no podía tener más altanería.
—"¡¿Qué hiciste gran tonto?!" — Pensó para si mismo mientras se reprendía.
Yui aún no podía dejar de pensar en eso, la sonrisa en su rostro solo se hacía más amplia.
—"Es un ángel". — Ruki apenas si entendía cómo podía ser ella tan amable con él y los demás. A veces se preguntaba si estaba cuerda o igual de podrida como él.
No, ella no era así.
Laito observaba con burla el fallido intento de comunicación del come libros, de algún modo prefería que fuera así y no como su hermano Reiji.
Sus ojos seguían llenos de burla mientras veía como Ruki se alejaba, pero Yui seguía con esa sonrisa tonta en su cara.
En este punto, él mismo admitía sentir celos ante esa expresión tan tonta. Ruki sólo le había saludado de manera burlesca y ahí estaba ella sonriendo y murmurando lo lindo que era.
La siguió hasta la cocina.
Yui asaltó a la nevera, luego la alacena y otros almacenajes de comida, pero no importa que buscara nada le apetecía. Tenía hambre, pero no quería comer.
La situación casi le hace llorar.
Su garganta y encías picaban.
En completa rendición decidió comer algo liviano y luego dormir para olvidar su tragedia.
¿Acaso no le había dicho a su hermano que le mandará una ración?
Solo comió un pedazo de pan, luego uno, dos y tres vasos de agua, siguió hasta llenar su vejiga; su garganta seguía seca, pero su vejiga estaba por reventar.
¿Había algo peor que tener sed y no poder beber?
Laito la abrazó desde atrás obligando a Yui a bajar lo que traía en sus manos rodeando firmemente su cintura.
Arrastrándola hacía él y alejándola del borde de el fregador.
Laito siempre había sido del tipo de persona que buscaba el contacto físico para establecer una relación, desde hace mucho se había acostumbrado a su actitud pegajosa, pero eso no lo hacía menos incómodo.
— ¿Laito?... Por favor, sueltame. — Yui no estaba incómoda físicamente, de hecho podría dejarse caer y estaría más cómoda que antes.
Pero caer en el abrazo de este gato meloso solía ser contraproducente.
— Que celos, tú nunca me sonríes así.— Yui no sabía a qué de refería exactamente, pero suponía que tenía que ver con Ruki. — ¿Tienes hambre bitch-chan?
Yui quería decir sí, pero no importa que comiera no estaría satisfecha.
— Em. — Asintió dejándose caer por completo, estaba tan llena que ya no quería moverse.Otra forma de reponer su energía aparte de comer era dormir. Había dormido décadas cuando no lograba alimentarse bien, ahora en su estado más débil dormir no parecía mala idea.
Laito la abrazó más fuerte, sus brazos por fin apretaron ese lugar que estaba lleno de líquido.
— No tengo hambre, tengo sueño. — Yui soltó en un intento de parecer normal, tratando de zafarse del abrazo logrando sólo que la fricción se hiciera más fuerte. — Laito. — Sus ojos decías desesperadamente que la soltaran, pero el efecto fue el contario.
—¿Qué?. — Queriendo ver durante más tiempo esa expresión, Laito cambió su posición abrazándola desde el frente.
Siendo presionada desde el frente le causo más dolor.
Laito no notó ninguna anomalía en su expresión, Yui era del tipo de persona que reprimía sus deseos, desde su punto de vista ella solo se estaba resistiendo a ser abrazada.
Sus ojos verdes se curvaron en media luna como si ellos también se burlaran, Laito pegó su cuerpo aún más, metiendo su cabeza entre el cuello y hombro de la rubia mientras tarareaba.
Ésta persona también era linda, él buscaba constantemente atención y nunca iba más allá de los límites.
Tarareando, jugando, buscando atención. Se parecía mucho a su antiguo gato.
Uhm.
Claro que también era guapo, después de todo venía de familia.
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Tengo Sed [Diabolik Lovers]
FanfictionLa vampiresa rubia que cortó lazos con el vampiro albino, actualmente político de Japón. Regresa a casa, con la cabeza gacha estira el cuello y pide clemencia por su vida. Un vampiro que solo toma sangre de otro sádico nocturno es una broma para l...