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Sasori

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Sasori

Sasori cree que los ojos de Hinata Hyuga son bonitos. El color se debate entre el tono de lila más claro por existir y blancos. Él los relaciona al color de una perla y cuando se lo menciona sus mejillas se pintan rosadas.

Su rostro es alargado como el de la muñeca títere entre sus dedos, y con ello, Sasori suspira ante lo agradecido que se encuentra porque ella hubiera aceptado.

Buscar modelos para las clases de arte entre semana era difícil. Sin embargo, su vecina había sido su salvación.

Aunque le causara vergüenza y pena pedirle algo tan derrepente, Hinata le comentó que aceptaba gustosa. Incluso, entre preguntas incómodas y comentarios al aire, confesó nunca haber sido tomada como opción para este tipo de tareas.

Y Sasori no sabía por qué.

Para su ser artístico, Hinata Hyuga era una clase de muñeca de porcelana. Delicada y hermosa. De aquellas que son difíciles de encontrar y olvidar.

Un arte inalcanzable.

—Tienes mucho talento.

La voz a lado hace mover sus ojos rojos. El rostro de Hinata se mantenía atenta a la pequeña figura en 2D, sorprendida por lo realista que era.

—Le hacen falta muchos detalles.— responde, cruzando sus piernas entre sí.

—¿Eso crees?— sus pupilas claras se mueven hasta él.—Y-yo lo veo muy bien.

—Sí, bueno, yo también lo veo bien. Pero mis profesores son demasiado estrictos.

—¡Oh!— asiente, regresando al taburete de madera a unos pasos.— Aun así, es sorprendente cómo has logrado hacer algo como eso en unos minutos.

Una sonrisa sobresale de sus labios y le agradece por el comentario.

—¿Es un trabajo final?

Sasori asiente.—Serán expuestos en el Museo del arte.

No dice nada más, sin embargo, nota el movimiento disimulado de sus piernas sobre el taburete y el pequeño mordisqueo de su labio inferior. Sus cejas rojizas se ajustan en el centro, curioso por la repentina ansiedad.

Pasan algunos segundos y finalmente lo comprende. Sus mejillas se tornan del color de su cabello, y suelta lo que imagina que es, solamente deseando no equivocarse.

—S-si quieres puedes acompañarme. No será la gran cosa. Es pequeño, ya sabes, por ser parte de la Universidad.

El ruido que hace Hinata al levantarse del asiento hace que Sasori eleve su vista. Sus ojos perlados—que ha preferido llamarlos así— se iluminan alegres y ansiosos. Ante el movimiento, su cabello sale disparado hacia su rostro, cubriendo la mayoría de éste.

—¿¡D-de verdad!? ¡Sí quiero! ¡Sí!

Hay muchas cosas que Sasori no sabe y no desearía averiguar—al menos por ahora—. Pero cree intuir lo que sucede cuando la mira sonreír, o cuando le señala lo bonita que es.

Y no era por que su corazón latiera desenfrenado, no, claro que no.


A date with Hinata HyugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora