Watercolor Eyes

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Sus compañeras comenzaron a relajar los músculos y hacer ejercicios de flexión. Algunas comenzaron a quitarse las zapatillas y descansar los pies.

La práctica de ese día había terminado. La directora artística, Cat Grant, había repartido los papeles y con eso, el inicio de la temporada comenzó.

Kara bebió de su botella de agua y no se inmutó ante la cercanía de su amiga. Imra, no era tan molesta como el resto. Solo por eso soportaba su contante parloteo e intensidad.

— ¿Todavía pensando en ella?— se sentó a su lado y le pasó una toalla.

La rubia asintió y comenzó a secar el sudor de su frente — Siempre pienso en ella— y sacó de su bolso una caja de cigarrillos. Imra levantó su encendedor y Kara le agradeció con la mirada.

— Aún no me has contado como la conociste— comentó llena de curiosidad. Kara siguió fumando y se encogió de hombros.

— Es personal—

Imra no empujó más, pero siguió con la conversación.

— Si la amas tanto, ¿por qué no estás con ella? Digo, desde que te conozco veo como suspiras en el estudio—

— Es complicado— zanjó el tema algo molesta y Imra levantó las manos derrotada.

— ¿Ella te ama devuelta?—

— Mucho. Tanto que duele—

— ¿Entonces?—

Kara la miró a los ojos — Es complicado—

El resto del día fue un borrón en su vida. Las calles frías de Londres daban un aire nostálgico, el frío podía sentirse como algo perturbador y calor de su chimenea era una droga que calentaba su cuerpo.

La botella media vacía de su vino favorito reposaba en la mesa y Kara solo quería seguir acostada contra el duro suelo. Rodó y se abrazó contra la manta mientras contemplaba las llamas calientes. Su danza de fuego era lo único que iluminaba en la habitación y Kara se encontró perdiéndose en los recuerdos.

Nunca supo cuando cayó ante el sueño. Solo sintió las lágrimas secarse en sus mejillas.

— Un... deux... trois, un... deux... trois— el marcado acento francés resonó por todo el estudio. El movimiento siguió y siguió, Kara quería tirarse al suelo y terminar con esa agonía.

Finalmente, las bailarinas en la barra terminaron el último ejercicio y Kara suspiró agradecida — Lo hicieron bien. Eso sería todo por el día hoy— y Lena las despidió. Cada una asintió y empezaron a empacar sus cosas.

Kara sintió un alivio en sus hombros. Mañana era el día de descanso y lo quería comenzar con un relajante baño de burbujas. Tal vez añadiría una cerveza, aunque aún no estaba segura.

— Danvers. Tú te quedas— frío y duro acento francés. La rubia tembló en su interior ante la voz de su directora artística y suspiró triste mientras se levantaba.

Era una ilusa al pensar que escaparía así de fácil.

Esa mujer era una amenaza para su tranquilidad y salud mental. No importaba lo que hiciera, Kara no podía complacer a Lena Luthor. Se sacaba el aire en las prácticas, pero para la francesa no era suficiente. Nada era suficiente.

Kara quiso llorar al pararse frente a la imponente mujer. Se sentía débil por querer renunciar. Una parte de ella, la que valoraba su salud, le decía que debería haber renunciado después de la primera reprimenda, que debería haber huido de allí hace cuatro meses. Pero su obstinación, le hizo quedar y pararse como soldado frente a otro fusilamiento.

Watercolor Eyes (One shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora