¿Qué es realmente un encanto?

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Elsa, como la reina que era, debía cuidar de sus ciudadanos y de todos aquellos que amaba, sin olvidarse de sí misma. Fue por eso que tras un día entero de lectura y firmas, se levantó de su asiento de aquella fría oficina para mirar un gigantesco mapa de su reino, Arrendelle, ubicado al norte de lo que los geógrafos llamaron "escandinavia". Miró después a la ventana, estaba nevando, y no precisamente por ella. Suspiró pesadamente, regresando la vista al mapa. ¿Qué había realmente más allá del mar? 

La puerta anunció que alguien entraba. Elsa giró su cabeza para ver a su pequeña hermana, Anna, con la sonrisa tan cálida como ninguna otra. Contagiada de felicidad, Elsa abrió los brazos para que Anna pudiera abrazarla.

—Elsa, estás ocupada, lo sé, pero Kristoff se ofreció a hacernos chocolate para que te puedas relajar un poco

—No hace falta, estoy bien— se excusó la rubia platinada, separándose del abrazo

—Bueno, míralo así: No estamos en El Encanto, uno se puede dar los lujos en lugares tan fríos como este— comentó riendo

—¿El Encanto?— Elsa alzó una ceja

—Bueno, ¿no has oido al juglar hablar estos días? 

—Anna, ¿de qué hablas?

—Ah, nada importante. Se inventó una historia nueva, de un lugar en una tierra lejana donde hay una familia con poderes, ¡igual que tú! Donde nunca hace frío, además

Ambas rieron antes semejante mentira

—Pero qué tontería...— dijo Elsa, mirando sin querer al mapa nuevamente.

—¿Vas a querer el chocolate entonces?

—Claro, bajo en un momento— afirmó aquella hermosa reina, viendo a su hermana salir por el pasillo hasta bajar las escaleras donde ya no pudo verla

Otra vez, sola, suspiró. El invierno azotaba fuerte aquel reino ese año, las noches eran cada vez más largas y el pueblo le exigía una mejor administración de los recursos. La nieve era cada día más violenta, y no había momento en el que la gente no temblara tanto dentro como fuera de sus casas.

Después, caminó lentamente hacia el balcón, que claramente cerrado, admiró a lo muy lejos el pequeño puerto que conectaba al reino con otros mediante sus navíos. Fue ahí donde empezó a pensar demasiado en si realmente existía algo tan maravilloso como para ser llamado un "encanto". 

Y entonces, tuvo que descartar la idea de hablarle a alguien, y simplemente cerró la oficina y bajó a tomar aquel chocolate con su hermana y su cuñado. 

Fue una cena modesta, tomando en cuenta de era la reina. Elsa, Anna y Kristoff cenaron salmón a las hierbas y dicho y hecho, tomaron el chocolate de postre. El chocolate, según los comerciantes, lo traían de un lugar lejano, innombrable y nada conocido. Nunca les fue importante saber qué tan cierto era, pero ahora que Elsa lo pensaba mientras lo tomaba, la intriga fue cada vez mayor. 

Cuando terminaron de cenar, Elsa mandó llamar al cocinero, quien le comentó que el chocolate venía del mismo lugar que el juglar tanto hablaba: las mismas tierras donde se encontraba El Encanto. 

Como una flama de fuego en su pecho, cada vez tenía más ganas de visitar ese lugar el cual unas horas atrás llamó "tontería".

A la mañana siguiente, a primera hora, antes de comenzar sus labores como reina, llamó a un experto en navíos para pedirle la posible ubicación de aquel lugar. Se lo dio a como los cálculos indicaban, y entonces, se olvidó del tema unas horas atrás. El día, tan horrendo como siempre, pasó. Pero no fue hasta finalmente la madrugada que despertó, se levantó de la cama, y se dijo a sí misma:

—Tengo que encontrar El Encanto— 

No sabía por qué se había obsesionado tan rápido con algo que no estaba segura de su realidad, pero algo era obvio:

Tendría que averiguarlo.


Equinoccio ; {Elsabela - Elsa x Isabela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora