«D E B I L I D A D»

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-Advertencias:

Incesto-

-Noncon.

Diferencia de edad-

-Disfruta la lectura:


Cuando su sobrino le dijo que le mostraría algo "genial", no se imagino que fuera aquello.
Camilo le mostró su versión de Bruno, más de dos metros y de horrorosa naturaleza. Sintió un piquete en el pecho al verlo, ¿Así era como le veía su familia? ¿Era un monstruo?. Ni siquiera noto cuando empezó a llorar y lo único que atinó a hacer fue salir corriendo, cuál vil cobarde, como siempre.
Le recordó a la ocasión en la que un tipo en el pueblo le metió un puñetazo luego de mostrarle aquella visión en la que el hombre se quedaba solo, era solo su futuro, no era como si pudiera ayudarlo y el se lo pidió. Le arrojó la tabla de esmeralda al pecho.

"-¡No quiero tus porquerías!"- le gritó y se marcho de Casita.
Bruno se quedó ahí, sangrando de la nariz y pensando en realidad que era inútil usar su don, todo mundo se enojaba, le insultaban y terminaban hablando de él a sus espaldas. Y lo sabía perfectamente, Dolores era una niña sin filtro y continuamente soltaba todo el la cena, con toda la familia en la mesa.

"-Mami,- decía la niña, buscando a su madre la mirada- ¿Por qué dicen que el tío Bruno es un idiota?"

Y Pepa se moría de la vergüenza, pero era una niña, los niños solo dicen lo que piensan.

Podía sentir un dolor agudo en el pecho, a la ves que su flacucho cuerpo se sacudía en la cama, la madera crujía y rechinaba bajo el hombre.

Por otro lado Camilo no esperaba esa reacción, creía que todo sería una inocente broma, solo eso. No tuvo tiempo de ir tras su tío y es que se veía tan mal, que quiso consolarlo. Quería decirle que era una broma, su naturaleza teatral siempre hizo que exagerase todo a su al rededor, era solo un juego.

Cambio de forma nuevamente, ahora era el de nuevo, se quedó ahí, en medio del patio pensando en lo horroroso que había sido para su tío, su sensible tío.
Pensó en ir a buscarle y disculparse pero en su lugar siguió pensando en que en realidad, el tipo no tenía nada de aterrador, todo lo contrario. Era incluso más bajito que su madre y su tía, además claro de ser el menor de los trillizos.
Se había imaginado que ver a Bruno sería algo mucho más interesante, diez años habían pasado y la imagen que tenía del hombre era totalmente distinta de la realidad.

"-Casi- musitó para si mismo, cuando el apareció"

La idea de tener un tío al que todo el mundo le temía era aún más interesante, no esperaba a ese escuálido y pequeño hombre que apenas se mantenía en pie por si solo.

La imagen era apuesta, casi excitante. Sabía bien que podría hacer algo y que su tío no haría nada por defenderse y ahora mismo lo había confirmado.
Una sonrisa creció en el rostro del adolescente.

°°°

La hora de la cena llegó y todos se extrañaron cuando Bruno no se paró en la mesa ni por error, Alma le pidió a Casita que lo trajera a la mesa, pero incluso la casa tenía sus límites, jamás irrumpió en los cuartos, ni por petición de la Matriarca de los Madrigal.
Alma aceptó y se ofreció a ver a su hijo menor, acto que fue interrumpido por su nieto mayor.

-No creo que quiera cenar abuela,- mencionó- aún así, puedo llevarle yo algo, si no te molesta, claro.

La mujer aceptó sin más y regreso a su lugar. Unos minutos después ya con todos en su habitación, se encamino hasta el cuarto, era un lugar lúgubre incluso por fuera. Aún así, haría lo que fuera con tal de cumplir su perversa fantasía.

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